7 restaurantes donde comer en Sidney para todos los bolsillos y paladares

Uno no puede, no debe viajar a un destino sin probar la comida local. En un lugar tan multicultural como Sidney, las opciones son enormes pero he seleccionado estos 7 restaurantes, donde he probado desde un café al menú degustación, para darte mis recomendaciones e impresiones de cómo son los platos allí.

Por calidad, por las vistas, por comodidad o por precio, aquí tienes una selección de 7 restaurantes donde comer en Sidney.

The Apollo, Potts Point, Sydney

El Apollo es un restaurante griego en Sidney que no parece griego. Ni la decoración exterior le delata, ni la decoración interior…bueno, la decoración interior no existe. Paredes y techos de cemento descubierto, sin ninguna concesión artística, buscan que el comensal se concentre sólo en la buena comida casera que tiene delante.

Si vienes al mediodía, los amplios ventanales curvados dotan de un caudal de luz natural al interior. Si vienes de noche, como fue mi caso, el ambiente que crean las altas y grandes lámparas es acogedor, romántico incluso.

The Apollo está situado en una esquina entre una calle principal y un pequeño callejón, en los bajos del Hotel DeVere, en el barrio de Potts Point. Como referencia, a sólo 400 m está la Galería de Arte de NSW y el jardín botánico.

Con una distribución diáfana en el interior, no hay paredes – sólo las columnas del edificio – que separen zonas más allá de las dos evidentes. La mayor parte la ocupa una tradicional distribución de mesas y sillas bajas. Una esquina del local cuenta con una barra de mármol, en forma de U, donde también se puede uno sentar a comer.

Fue ahí, más apropiada para alguien que coma solo, donde yo me senté a cenar. Probé, estaba hambriento, un menú de degustación llamado “The Full Greek” ($55).

Al estilo de las tapas, consta de varios elementos que podrían compartirse y un plato principal.

Aceitunas, suave Taramasalata (crema de huevas de mújol y yogur) para untar en pan de Pita, una ensalada (pepino, dos tipos de tomate, aceitunas y queso) y delicioso Saganaki (queso frito con especias).

El plato principal (si, aún me quedaba sitio en el estómago), fue un suave y tierno cordero, cocinado a fuego lento en el horno y tan blando que se podía cortar con una cuchara.

Hay gente que considera un sacrilegio una comida sin postre, y yo esa noche me hice de esa secta cuando vi lo que llegaba a otros clientes. No pude irme (caminando despacio, satisfecho y bien lleno) sin probar unos riquísimos canutillos de hojaldre fino rellenos de pasta de nueces y miel, con una cucharada de crema de café.

The Deck, Luna Park, Milson´s Point, Sydney

A primera vista, el restaurante de un parque de atracciones no es un sitio para dar saltos de alegría salvo que seas un niño. Pero tengo dos buenas noticias: los niños no pueden estar en el bar (sólo en el restaurante y con un adulto), y si te sientas de cara a los ventanales, tienes delante el Harbour Bridge, el CBD y la Sydney Opera House. ¿A que has cambiado de opinión?

Luna Park es más que un parque de atracciones, es “el” parque de atracciones de Sidney desde que se inauguró en 1935, inspirado en las atracciones de Coney Island en Nueva York (EEUU).

Ha tenido una historia de altibajos, con cierres y aperturas en las últimas décadas del siglo XX e incluso hasta principios de este siglo, pero hoy en día, y con su situación privilegiada, goza de buena salud.

Una buena salud no se consigue si no se come con regularidad, así que como llevaba todo el día paseando por el CBD acabé cruzando el Harbour Bridge. Mis cansados pies me llevaron a The Deck y en un asiento bajo con vistas al mar disfruté unas picantes alitas de pollo ($13) y una caña de 4 Pines Pale ($7,50)

Si te has acercado al otro lado de la bahía caminando por el puente, The Deck en Luna Park (que tiene WiFi gratis, por cierto), es un buen sitio para tomarte algo contemplando el ir y venir de los ferris.

Mohr Cafe, Surry Hills, Sydney

Me decían que el Mohr Cafe era un local tan pequeño que sólo se podía comer de pie, pero cuando fuimos a verlo debían haber cambiado la distribución interior. Se las habían arreglado para meter cuatro mesas altas y redondas. Tal vez consecuencia de tener la fama de ser el mejor local de fish and chips de Sidney.

Como las mesas estaban llenas, empezaba a llegar gente y no nos apetecía comer en el mostrador, dejamos pagados dos fish & chips ($9,50 cada uno) para llevar, y nos fuimos a esperar los “cinco o diez minutos” que tardarían en hacerse al pub de la calle de al lado. El Shakesperare, que también sirve comidas, está sólo a cinco metros, así de estrecho es Adelaide Place.

Los diez minutos se convirtieron en quince, aunque no dio tiempo a una segunda cerveza, porque la rubia camarera del Mohr Cafe salió, sonriendo muy amable, y nos entregó nuestro pescado frito, y rebozado, con patatas. Nos lo llevamos a comer a casa.

Si te quedas a comer en el Mohr (si encuentras sitio, porque es muy popular), el precio del fish & chips se multiplica porque lo cambian por otro pescado de mayor calidad. Ojo, eso no es una queja respecto al que es de Takeaway (para llevar), que es para repetir varias veces.

De hecho todos los que, de cultura anglosajona o similar, pasan por aquí, repiten y lo cuentan en redes sociales y sitios como Trip Advisor.

The Cricketers Arms Hotel, Surry Hills, Sydney

Hace tanto tiempo que no aparece ningún cadáver por Surry Hills que este antaño conflictivo suburbio de Sidney se ha poblado de excelentes bares y restaurantes. Como la excelencia suele ir unida a botellas de vino de $40 y platos de $30, no os voy a hablar de ningún local que encaje en esas características.

The Cricketers Arms es un pub que tiene un bistro, así que rompe el molde de lo que se conoce como “pub grub” (comida, generalmente sencilla y de variedad limitada, de pub).

La comida hay que pedirla en la parte de arriba, en el primer piso. En esa misma planta hay una zona cómoda con sofás, de esas que hacen eterna una charla con amigos, pero eterna con sonrisas, que no es lo mismo que interminable.

Filete de ternera por $10 en un pub, Sidney, AustraliaTambién hay una zona de mesas, donde nos acabaríamos sentando nosotros. Consultamos la pizarra y estábamos aún decidiendo qué pedir cuando nos enteramos de que ese día, ¡oh, sorpresa!, era el día de los filetes a $10. No hubo más que pensar.

Yo pedí el mío “well done”, mientras mis compañeros meneaban la cabeza y optaban por “rare”. Soy de la opinión de que para pedirlo así (poco hecho), acabas antes dando un mordisco a una vaca. Ellos son de la opinión de que para pedirlo así (bien hecho), mejor me como un zapato.

En cualquiera de los dos versiones de la carne que nos sirvieron, acompañada de patatas fritas y ensalada, no quedo nada en el plato. O, más bien, en la tabla de madera, que es como nos la sirvieron (de haber sido en España, a lo mejor hubiera sido en pizarra).

Si el servicio de arriba os hace mirar al techo, no os perdáis los servicios de abajo. Es como si hubieran encerrado a un grupo de grafiteros en ellos y les hubieran amenazado con no dejarlos salir si se veía un trozo de pared sin pintar. Mola.

Doyles Fishermans Wharf, Watsons Bay, Sydney

Efectivamente, amiguitos, debe existir una ley no escrita que indica que no se puede ir uno a una playa de Sidney, sin que haya cerca un fish and chips. Pero el de Watsons Bay es sólo uno de los tres que tiene la familia Doyles, hosteleros de quinta generación ya.

Si te vas a alejar del centro de Sidney buscando aguas menos surcadas por barcos de pasajeros y más por botes y kayaks, probablemente acabes en la zona entre Rose Bay y Watsons Bay. Es en el muelle de esta última, al lado de donde se sube uno al ferri de regreso a Sidney, donde está el Doyles Fishermans Wharf.

Tiene un comedor dentro y otro a un lado, en pleno muelle, pero lo mejor es llevarse la comida al parque que está detrás, el Robertson Park, o sentarse tranquilamente en la playa. Esta última fue mi opción, incluyendo descalzarme para sentir la arena bajo mis pies.

Un fish and chips normal cuesta $13,80 pero si lo quieres de un pescado llamado Barramundi (de la familia de la perca), tendrás que desembolsar $18.80 (que es el precio medio de sus otros platos).

Cottage Point Kiosk Café, Cottage Point

Al Norte de Sidney, a sólo 38 km del CBD, se encuentra Cottage Point Kiosk. Construido hace cerca de 100 años, abre todos los días del año desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde.

En el Cottage Point Kiosk Café se sirve, claro, café y comida pero también se pueden alquilar embarcaciones, desde kayaks hasta pequeños botes a motor.

Nosotros nos detuvimos allí a tomar un café ($4,50) y contemplar tranquilamente, desde la terraza exterior, a los barcos anclados, que ocasionalmente se mecían con suavidad cuando regresaba al pequeño muelle algún bote alquilado por turistas.

Cottage Point es un suburbio de la Costa Norte, dentro del Parque Nacional Ku-ring-gai Chase. La zona, a la que sólo se puede acceder en coche o si estáis realizando un tour, está llena de opciones para hacer paseos cortos y trekkings.

Hice varias paradas en la carretera para disfrutar de los paisajes, que algunos consideran parte de “los fiordos de Sidney”, con vistas a un río que se retuerce en torno a las caprichosas colinas que le molestan a su paso.

The Waterfront Café & General Store, Church Point

Si te confundes de puerta, y vas a la izquierda de la fachada en vez de a la derecha, en lugar de acceder directamente a su comedor sobre el agua, entras en su tienda de ultramarinos.

The Waterfront nació como Oficina de Correos para la cercana Scotland Island, se convirtió en pequeña tienda y desde hace 15 años en un restaurante.

La comida la encargas, y pagas, en la tienda. Allí también puedes comprar cerveza y vino y como el Waterfront es un sitio BYO (Bring Your Own, trae tu propio vino), si compras una botella allí puedes consumirla con tu comida en el restaurante sin coste adicional.

Si la botella te la has traido de casa, aplican una pequeña tasa (corkage) de $4,50 por persona.

Desde la tienda, accedes a una pequeña zona con sofás, donde puedes esperar a que quede una mesa libre (si ese es el caso) o tomarte un te o café.

El comedor propiamente dicho está situado sobre el agua y goza de luz natural por todos lados pues lo único cerrado es el techo. Existen varias filas de mesas desde la zona del sofá hasta casi la barandilla, y los comensales las comparten sin mayor problema. Aunque eso me hace pensar que en caso de ser festivo y estar lleno el restaurante, vas a estar hombro con hombro con alguien que no conoces.

Nosotros elegimos sentarnos en una zona de taburetes altos, al fondo, a un lado del restaurante. No por altos son menos cómodos para comer.

De entre toda la carta, dos de nosotros nos decantamos por un par de ricas hamburguesas gourmet ($19) de Barramundi (Perca gigante, dice el traductor de Google) que venían acompañadas de patatas fritas y a las que tal vez trocear un poco más la lechuga no les hubiera venido mal.

Uno de mis acompañantes se sintió con apetito marino y optó por un excelente Linguini de gambas ($30).

Me encantan los sitios con vistas (¿a quién no?) y más si son a un curso de agua (¿a quién no?). Tanto la comida como el lugar en el que se enclava son una opción excelente para una escapada fuera del bullicio de Sidney.

Eso sí, tomad nota de que, si venís en coche os va a tocar contribuir con $11 al mantenimiento de los espacios naturales, porque el suburbio está enclavado en un Parque Nacional que tiene una tasa de acceso.