
Estoy seguro de que David Crockett, en algún momento de su vida aventurera, se pasó por la región de Värmland en Suecia para que la tataratatarabuela de nuestra querida vikinga Lisa le enseñara el arte de construir balsas de madera.
De las muchas actividades que realizamos en nuestro fantástico viaje a Karlstad y la región sueca de Värmland, el hecho de construir una balsa de madera de 2.000 kilos de peso con nuestras propias manos fue lo que más nos divirtió a todos por su originalidad y el buen rato y las risas que se pasan en esta labor de equipo.
La empresa familiar de actividades al aire libre Vildmark i Värmland es una de las pocas que proponen esta original oferta apta para familias, grupos de amigos o compañeros de empresa. Llegamos al camping de Klarälven después de una fantástica mañana de mountain biking en Brattforsheden. Algo más de una hora en la furgoneta nos había permitido echar una cabezada y recuperar algo de fuerzas tras el pedaleo arriba y abajo por las colinas, bosques y lagos.
El camping de Klarälven es una de las sedes de la compañía familiar Vildmark i Värmland. Nos alojamos en cabinas muy bien cuidadas y equipadas con dos pequeñas habitaciones con literas, una cocinita con sala de estar y baño con agua caliente. Quien prefiera quedarse en su campervan o utilizar tienda de campaña también puede hacerlo en las muchas zonas verdes que existen, pero nosotros quedamos encantados con nuestra opción.

Tuvimos el tiempo justo para dejar nuestras cosas y caminar hasta la cercana playa del río. Allí nos esperaba Lisa para darnos una breve clase teórica sobre la construcción y manejo de la balsa. El Sol estaba alto a las 4 de la tarde.
Tras las explicaciones comenzó el trabajo duro y las risas.
Una balsa de 2.000 kilos, al igual que El Escorial, no se construye en una hora. Contábamos con la -ligera- ventaja de que los troncos que utilizaríamos estaban apilados cerca de la orilla, a escasa distancia del agua. Formamos 2 equipos de tres: Sofie, Israel y Pantani por un lado; Maria, Anna y un servidor por el otro. Lisa estaba ayudando a los dos.

Antes de comenzar con la explicación de todo el proceso simplemente apuntar que Lisa demostró ser descendiente directa de los más fuertes linajes vikingos. Su destreza y fuerza a la hora de mover troncos y hacer nudos me recordó a un libro de cuentos ilustrados que tengo en casa. Leí decenas de veces la historia del famoso leñador Paul Bunyan y su fiel toro. El gigantón de la camisa de cuadros no quería oír una palabra sobre la sierra mecánica y el ferrocarril, y, con su hacha y su amigo cornudo, se enfrenta, en una prueba de velocidad de tala y transporte, a los impersonales avances tecnológicos.
En el cuento pierde Bunyan. Lisa -contando con un gato de 3 meses y cojo, en lugar de un toro- habría ganado con la gorra a la triste locomotora y quizá nunca hubiera llegado la revolución industrial al Norte de Europa. Hay casualidades temporales que cambian la historia de países enteros.
Hecha esta breve introducción, os paso a explicar el complejo, arduo y divertido mecanismo de la construcción de una balsa de madera de 2.000 kilos. Que conste que no vale cualquier cosa ya que el objetivo primordial es bastante importante e inamovible: que os transporte río abajo sin que os ahoguéis todos.

La balsa tiene 3 capas de troncos diferentes.
La primera se forma con los troncos más grandes de todos. Los hicimos rodar por la pila hasta la orilla. Es aconsejable hacerlo entre dos personas y con guantes, aunque Lisa no nos dio los guantes y al final acabamos con alguna pequeña astilla clavada en las manos. Ella podía moverlos sin ayuda y sus manos no sentían el menor roce.
Elegimos 10 de los troncos más gordos y, una vez conseguimos tenerlos en el agua, comenzamos a atarlos con las cuerdas que nos dieron.
Lisa nos había enseñado el tema de los nudos y cómo teníamos que atar unos troncos a otros para que no se separaran demasiado. La teoría parecía medio asequible pero después demostramos que apenas habíamos absorbido 2 ó 3 pasos de la explicación. Al final nos ayudó con el nudo maestro que no conseguíamos retener y que se convirtió en protagonista de las risas del resto del viaje: «the dog» (el perro). Como diría el gran Pantani: «anddddd nowwww…the doggggg«.

Después llega una segunda capa de 13 a 15 troncos medianos para acabar con la tercera, de 15 a 18 troncos de menor diámetro.
Cada grupo de 3 construimos una mitad de balsa para después unir ambas partes. Todos trabajábamos metidos en el río con nuestras botas de agua bajo las direcciones de Lisa.
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Habían pasado más de 4 horas cuando unimos las dos partes y salimos del agua para contemplar nuestra creación.
Eran las 8.30 de la tarde y el Sol nos anunciaba desde el cielo que no tenía intención de acostarse hasta la medianoche, como mínimo. Desde la orilla contemplamos absortos nuestra obra.
Era la balsa perfecta que tantas veces has visto dibujada en los libros o cuentos. La rematamos poniendo unos palos cruzados en diagonal que sostenían una lona en forma de tienda de campaña. Sería nuestro cobijo en caso de lluvia.
Abandonamos la playa y nos dimos una ducha antes de cenar la carne de alce cocinada al fuego en una inmensa tienda tradicional Sami. Claramente, nos habíamos merecido el premio.
A la mañana siguiente nos sentiríamos David Crocketts bajando el río con nuestra magnífica creación. ¡Pero éso os lo cuento en el próximo post!.
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