Estos días veo todos los informativos de las distintas cadenas y reconozco el número 8115 de la calle Orlando West, en Soweto, el famoso suburbio de Johannersburgo. Esa fue la casa de Nelson Mandela durante años y el lugar donde la multitud se agolpa cada día para despedir a Madiba, su nombre en el clan Xhosa en el que nació. De hecho el nombre Nelson le fue asignado por su primera profesora el primer día de colegio, tal y como era costumbre en la Sudáfrica de los años 20 del siglo pasado.
Entramos a Soweto por una de sus innumerables calles, muy alejada de la famosa Orlando West. Este suburbio -cuyo nombre procede de la abreviatura de South Western Townships– agrupa a casi 2 millones de personas y reconozco que pude ver de todo por alli. Pasamos de casas muy humildes y gentes azarosas por la calle a grandes y modernas casas con cochazos aparcados en sus puertas. Aunque predominan las de más baja condición.
La zona que más glamour reunía era precisamente la Calle Orlando West. Allí se detuvo nuestra furgoneta y Neo Marafi, nuestro guía, nos abrió la puerta corredera para que saltáramos a la acera en aquella «zona segura» de Soweto. Aunque nos avisaron de que muchas zonas por las que pasamos no eran recomendables, a mí no me parecieron amenazadoras bajo el brillante Sol del Marzo austral. Durante las siguientes semanas me sumergí en multitud de zonas humildes y nunca tuve ningún problema, sino todo lo contrario.
Nos habíamos detenido justo delante de la terraza de un bar que parecía estar muy de moda. Estaba totalmente llena de grupos de gente joven que bebían alegremente. Por sus vestimentas pensé que pertenecían a la clase alta negra de la ciudad. Trajes de noche ellas, elegantes trajes ellos y diversos modelos de Mercedes, Audi, BMW y Lexus siendo lavados a mano por algunos buscavidas en la puerta.
De ninguno de estos lujos pudo disfrutar Madiba durante sus 27 largos años de encarcelamiento.
Leyendo más sobre su extraordinaria vida me resulta chocante ver cómo personajes como Ronald Reagan y Margaret Thatcher se oponían al gran clamor mundial que pedía su puesta en libertad, allá por 1980. De hecho apoyaban al partido racista que gobernaba el país y abogaban por la supresión del partido de Mandela, el ANC, aduciendo que era de ideología comunista. Cada vez le tengo más asco a la clase política.
Mandela pasó 18 años en la prisión de Robben Island. Aunque yo no realicé la visita guiada a la isla, la pude divisar, en la lejanía, desde lo alto de la famosa Table Mountain de Ciudad del Cabo y una de mis compañeras de grupo -una austriaca llamada Anna- me contó su visita con todo detalle. Fue muy dura su estancia en aquel penal, en una habitación minúscula, aislado de los presos convencionales y realizando trabajos forzados. Y todo por luchar por la igualdad de razas denegada por un racista, corrupto y asesino gobierno de ascendencia europea.
Tampoco visité su casa en el 8115 por dentro y partimos hacia un lugar muy curioso enterrado en las profundidades de Soweto.
Era un bar-restaurante con una gran extensión de terreno al aire libre donde se erigían dos grandes torres/chimeneas de cemento: las Orlando Towers. Además de disfrutar de una gran comida o cena -basada en una buena parrillada de carne y salchichas- acompañada por la cerveza nacional Castle, la gente puede elegir vomitar todo eso lanzándose desde unos 100 metros de altura atado a una cuerda flexible. El punto de salto para realizar el bungee jumping se encuentra en mitad de una pasarela que une las dos torres. Nosotros nos decantamos sólo por la primera opción pero compensamos la falta de emoción con ración triple de cerveza nacional.
La noche nos sorprendió mientras asistíamos divertidos a un pedazo de fiesta de cumpleaños que se desarrollaba en las mesas de al lado. Un grupo de unas 30 personas lo daba todo en la pista de baile al son de lo que debían ser hits africanos del momento. Muchos de mis compañeros del Norte de Europa miraban medio escandalizados la danza étnica y caliente que se desarrollaba a nuestro lado, mientras yo sonreía y comprobaba, por primera vez en mi periplo africano, lo bien que montan las fiestas esta gente Y me aboné a ellas.
Nos montamos en la furgoneta que nos devolvería a nuestro hotel cinco estrellas situado en la zona de Rosebank. Íbamos camino de la antítesis del Soweto más profundo mientras nuestro conductor hacía sonar a todo volumen la canción disco «Via Orlando». Yo no tenía ni idea de lo que se decía en ella pero el ritmo se me pegó desde el primer minuto y pregunté a nuestros guías de qué iba esa canción. Via Orlando, la calle en la que vivió Nelson Rolihlahla Mandela desde 1946 hasta los 90.
La oscuridad nos envolvía en las pobres calles de los suburbios de Johannesburgo y a Mandela aún le quedaban varios meses de vida. Luchó por ella con la misma fuerza con la que lo hizo por la igualdad de razas desde que tuvo uso de razón. Al final se fue uno de los más grandes. Descanse en paz Madiba.
Nota del autor: Os he dejado la canción de «Via Orlando» y el bar que aparece en el vídeo es el que menciono en el artículo. ¡Qué recuerdos cuando la escucho!. La canción resultó ser un hit por todo el Sur de África y la escuché tanto en Mozambique como en Malawi.