Una isla artificial, un pedazo de tierra en el mar que en los planos originales aparentemente no existía. Durante siglos los pescadores de Joal han ido perfilando y ganando terreno al océano depositando millones y millones de conchas marinas en la tierra. De esta manera surgió la isla de Fadiouth, un curioso lugar que además esconde otras curiosidades y secretos, en la costa de Senegal.
La región de Saly en Senegal es un lugar espléndido para broncearte, tomarte unos buenos mojitos mientras te relajas en sus bonitas playas que te rodean pero además Saly ofrece muchas más posibilidades gracias a su buena ubicación en el país. Desde esta zona podemos recorrer el extenso delta del Saloum, la reserva natural de Bandia o localidades e islas de gran interés turístico como Joal o Fadiouth. Y sobre estos dos últimos destinos nos vamos a centrar en este artículo.
El pueblo pesquero de Joal
La población de Joal se encuentra a unos 40 minutos en coche desde la zona turística de Saly. En este pueblo nació el primer presidente -y también poeta- de Senegal, Leopold Sedar Senghor, el primer nombre senegalés que conoceréis si llegáis por vía aérea gracias al nombre del aeropuerto internacional de Dakar. Joal fue fundada durante el siglo XV por los portugueses debido a su calidad de zona estratégica y su abundancia en materia prima como el vino de palma que hoy en día todavía de cultiva.
Al llegar a Joal nos dirigimos hacia la playa, el clásico lugar en una localidad pesquera donde suelen ocurrir cosas. Y efectivamente, frente a la playa encontramos la lonja donde las mujeres vendían el pescado apilado directamente sobre el suelo, sin manteles, hielo, redes ni nada. Llegamos sobre las tres de la tarde y no había mucho movimiento en el mercado de pescado así que nos dirigimos a la playa. Si os paseáis por Joal, como en cualquier otra localidad pesquera, lo mejor es que os paséis pronto por la mañana.
La playa, al contrario, sí estaba animada. La vida en Joal parece discurrir en la misma playa, en la arena donde juegan los chavales, donde preparan a los burros para cargar el pescado, donde las barcas van y vuelven, las pintan de colores y la vida discurre entre gritos, alegrías y alguna pelota de fútbol.
Lo mejor en la playa de Joal es sentarse en la playa, dejar la cámara a un lado durante un rato para que la gente se relaje y cuando ya empiezas a empaparte del ambiente y del colorido que te rodea, agarrar nuevamente la cámara y tomar fotografías en la distancia, con disimulo y con respeto.
Desde la playa de Joal parten varias pateras al año en dirección a Las Canarias. Da escalofríos pensar en esa gente que ha ahorrado 2000 euros para conseguir un pasaje a un incierto destino de pelotas de goma, concertinas, deportaciones o quizás un boleto de lotería que incluye una cama compartida y un plato caliente por las noches.
La isla artificial de Fadiouth
La isla de Fadiouth se encuentra frente al centro de Joal y un puente para peatones separa ambos lugares. El recorrido puede hacerse o bien a pie o en piragua.
A medida que empecéis a cruzar el largo puente que une la isla con la península empezaréis a descubrir significantes diferencias con el resto del país, especialmente si habéis visitado la zona norte de Senegal. La población es mayoritariamente cristiana y, antes de saberlo, un par de monjas paseando por el pueblo me pillaron por sorpresa.
En Fadiouth caminarás sobre conchas constantemente. La isla es un accidente artificial creado por el hombre a partir del control de las mareas y la tierra y cada concha que se come se tira al suelo.
Los manglares decoran buena parte del escenario visual de la isla, también lo hace la ciudad de Joal que se extiende a escasa distancia en tierra firme y los antiguos graneros construidos sobre postes de madera cuya única manera de acceder a ellos es a través de la piragua.
En Fadiouth resalta observar la pulcritud y la limpieza en sus calles. La calma y tranquilidad de sus vecinos. Efectivamente turista, en Fadiouth los chavales no van a venir a pedirte un cadeau (regalo) y las mujeres que venden brazaletes no van a atosigarte con sus gangas. Fadiouth es un oasis de tranquilidad para el viajero y realmente me hubiera gustado mucho quedarme una noche en la isla para descansar y disfrutar de la tranquilidad de esta curiosa isla. Los planes ya estaban hechos y no tuvimos ocasión de cambiarlos.
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Por si todavía no te han convencido estas razones, en Fadiouth además se halla uno de los cementerios más bonitos y ejemplares que he visto. Frente a la isla, un puente de madera nos lleva a una pequeña colina cuya tierra da cabida tanto a cristianos como a árabes en su momento póstumo bajo la imponente sombra de los baobabs. Un lugar privilegiado donde descansar con vistas preciosas al mar, a los manglares y a la bonita isla de Fadiouth. Una unión de culturas y religiones que debería ser un ejemplo para todos.