Elefantes e hipopótamos en el Parque Nacional de Liwonde en Malawi

Viviendo de cerca la naturaleza en Liwonde Safari Park
Elefantes vistos desde nuestro lado del río en Liwonde Safari Camp

Tras pasar unos días de descanso a orillas del Lago Malawi  nos subimos al jeep del propietario del Fat Monkey (el resort donde nos habíamos alojado en el lago) y nos dirigimos hacia el sur, en busca de un parque nacional que nos había recomendado el bueno de Andre (nuestro amigo noruego de Vilanculos): Liwonde.

El hombre nos dejó a mitad de camino y desde allí hicimos dedo para conseguir llegar a nuestro destino. Después de los días de parón rodeados de caras blancas en Cape Maclear, me sentía bien al estar de nuevo en la carretera enlatado en una furgoneta llena de olores y colores vivos.

Llegamos a una gasolinera cercana a un pequeño pueblo en la hora más cálida del día y Ophir llamó al dueño del Liwonde Safari Camp, el que sería nuestro alojamiento justo en los límites del parque. Frederik nos recogería en unos 20 minutos así que aproveché para ir al mercado del pueblo y comprar verduras, arroz y algunas cosas más.

Los poderosos baobabs de Liwonde
Los poderosos baobabs de Liwonde

Llegó Frederik como su gran jeep verde y nos llevó a su campamento. ¿Qué decir de Frederik?. Un personaje carismatiquísimo. Este holandés que parece rondar los cuarenta, viajó a África hace unos 10 años y, como tantos otros, quedó atrapado por la vida en la naturaleza, la luz y la autenticidad del pueblo africano. Desde entonces regresa a su país de nacimiento una vez al año, como mucho. Nos comentaría – en una de las noches que acabamos charlando, cerveza en mano, a la luz de las velas en su bar al aire libre- que ya no aguanta las prisas y el ritmo de vida de la civilización europea.

Era temporada baja y apenas había turistas en el campamento por lo que pudimos escoger un buen sitio donde plantar nuestra tienda.

El Parque Nacional de Liwonde tiene una superficie de unos 550 km cuadrados y es uno de los mejores lugares de esta parte de África para los amantes de las aves. Más de 400 especies distintas han sido catalogadas. Sin embargo, también os encontraréis un gran número de elefantes e hipopótamos, varias clases de antílopes (siendo el impala el más numeroso), cocodrilos y algunos otros mamíferos. En cuanto a depredadores, un grupo de leones ha vuelto a la zona desde la vecina Mozambique, pero tanto ellos como los leopardos y hienas son realmente escurridizos.

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Después de mi experiencia en el Parque Kruger sudafricano sabía que el Liwonde se me iba a quedar pequeño pero quise disfrutar de él de otra manera.

La situación del Liwonde Safari Camp -justo a las puertas del parque- es perfecta para poder disfrutar de la naturaleza del mismo de manera muy económica. Sin necesidad de pagar entrada o contratar un tour conseguirás, como mínimo, ver elefantes e hipopótamos, además de decenas de aves distintas.

No hay barreras levantadas por el hombre en este lado del Liwonde y un estrecho río, que era cruzado por los grandes paquidermos cuando les venía en gana, era lo único que nos separaba de él.

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Espectaculares atardeceres africanos en el Parque de Liwonde, Malawi
Espectaculares atardeceres africanos en el Parque de Liwonde, Malawi

Esto hacía que las noches, atardeceres y amaneceres -cuando mayor movimiento se registra entre estos animales- fueran de lo más emocionantes. Frederik ha construido varias plataformas de observación de madera equipadas con mesas y sillas donde poder observar la naturaleza desde una altura de unos 6 metros. Allí nos reuníamos los pocos habitantes del campamento para desayunar y contemplar estrellas. También fue mi lugar de inspiración para escribir unas líneas en mi diario de viaje cada atardecer.

Pero, sin duda, la experiencia más emocionante -y escalofriante- fue la que pasamos la segunda noche allí. Como cada día, nos habíamos ido a dormir a nuestra tienda muy temprano (en África te levantas con el Sol y te acuestas con la oscuridad). Un ruido me despertó en mitad de la noche y encendí la linterna dentro de la pequeña tienda de campaña que compartía con Ophir. Los ruidos se oían ahora con mayor claridad. Entre bufidos y gruñidos parecía que algo estaba aplastando matorrales a muy poca distancia.

Abrí la cremallera de la tienda muy lentamente y asomé mi cabeza apuntando con la linterna al exterior. A unos 15 metros, dos hipopótamos forrajeaban en unos arbustos bajos.

Ophir cocinando la comida
Ophir cocinando la comida

Al contrario de lo que mucha gente piensa, es el hipopótamo el animal más peligroso de África, el que más muertes humanas provoca. Son muy territoriales y, tanto en tierra como en agua, atacan a los que osan entrar en su zona de influencia.

Recordando ésto, apagué la linterna, cerré la cremallera con mucho cuidado y envidié a Ophir, que dormía a pierna suelta a mi lado. A la mañana siguiente, el evento de la visita de los hipos al campamento fue comentado por todos durante el desayuno en común. Una familia holandesa, que vivía desde hacía 12 años en Zimbabwe, nos comentaba que una vez un hipo se había recostado sobre su tienda y ellos quedaron arrinconados y paralizados en el extremos opuesto, rezando todo lo que sabían. Los niños -nacidos en África y acostumbrados a todo- lo contaban como algo excitante y sin peligro alguno. Realmente envidiaba a aquellos niños, criados en un continente que les haría más fuertes para el resto de sus vidas.

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Otra mujer de nuestro grupo era la inglesa Louise. De 52 años y dueña de una cadena de catering de Londres, se había tomado un  break para viajar unos meses por África. En la isla de Pemba (Tanzania) se había enamorado del casero del Bed && Breakfast en el que se alojaba y creo que aún siguen juntos. Historias de África. Intensidad en estado puro.

El pequeño río que ejercía de frontera natural entre el parque y nuestro campamento
El pequeño río que ejercía de frontera natural entre el parque y nuestro campamento

Los días transcurrieron tranquilos en Liwonde Safari Camp. Nos levantábamos temprano, desayunábamos y nos dábamos una vuelta hasta que el Sol quemaba demasiado. Después hacíamos comida y sesteábamos en las hamacas o echábamos una partida de dardos con Frederik hasta que llegaba el atardecer. Frederik nos llevaba a ver elefantes cuando se encontraban cerca (casi a diario). Ahí iba él, descalzo y sin camiseta, guiándonos entre los arbustos como un explorador desharrapado.

Hay opciones de tour dentro del parque con precios que van desde los 10 hasta los 50-60 dólares, dependiendo de lo que queráis hacer. Paseos en barca, en jeep o a pie son los más habituales.

Liwonde no ofrece la clase de variedad y densidad de animales que podéis ver en otros grandes parques del Sur de África pero es un buen lugar para pasar unos días tranquilos disfrutando de la naturaleza, unos atardeceres de ensueño, los baobabs y los elefantes e hipos que se pasearán a sus anchas mientras duermes.

 

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