Hace unas semanas, tuve la suerte de poder conocer una zona de España en la que jamás había estado: el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y los pueblos de la comarca de Sobrarbe.
Durante un fin de semana, realicé tres rutas en bicicleta por estos bellos parajes, acabando rendido pero feliz. Además, tuvimos tiempo (entre ruta y ruta) de poder conocer algunos de los acogedores pueblos de montaña que jalonan la zona.
En los últimos años, la comarca de Sobrarbe ha recibido la positiva influencia de las frescas ideas traidas por aquellos jóvenes que se marcharon a estudiar fuera y regresaron por el amor a su tierra. Ahora, esos mismos jóvenes trabajan codo con codo, habiendo creado un ambiente dinámico en Sobrarbe. Parece que siempre está pasando algo aquí. Festivales de cine, de música, exposiciones, fiestas, competiciones deportivas, talleres… Los visitantes, normalmente, acuden en busca de sus famosos paisajes, sus pueblos románicos y su sabrosa gastronomía de montaña, pero acaban encontrando mucho más que eso.
Aunque pasé por pueblos como Broto, Fiscal, Torla, Bielsa y Espieraba, sólo conocí estos dos a fondo:
Aínsa
La medieval villa de Aínsa puede presumir de estar incluida en el exclusivo grupo de los pueblos más bonitos de España. Y doy fe de que es con total merecimiento.
Esta joya del románico tiene dos partes bien diferenciadas. Llegamos en nuestras bicicletas provenientes de Boltaña y, tras cruzar el puente tendido sobre las aguas del río Ara, desembocamos en la parte «moderna» de Aínsa. Su calle principal tiene algunos comercios, cafeterías y restaurantes algo modernos y algún hotel levantado en piedra (como casi todos los edificios de la zona).
Al final de la calle giramos a la izquierda y ascendimos la cuesta asfaltada que conduce al casco viejo de Aínsa, donde se muestran todos sus monumentos románicos.
Tras pasar bajo un arco de piedra, desembocamos en una calle estrecha y adoquinada que conduce a la Plaza Mayor. Cuando llegamos a ella, me quedé totalmente impresionado.
Antiguas casas de piedra son sostenidas por arcadas bajo las que pasean turistas armados con sus cámaras de fotos. Flores rojas decoraban los ventanales y algunas mesas de las terrazas dispuestas en la plaza. Era sábado por la tarde y el lugar bullía de vida. Además, una pequeña feria artesanal había sido emplazada dentro de la explanada del antiguo castillo, contiguo a la Plaza Mayor.
La construcción del castillo de Aínsa fue iniciada en el siglo XI, como delatan sus características del románico, pero no fue completado hasta el siglo XVII.
Otro de los tesoros románicos de Aínsa es la iglesia parroquial de Santa María, consagrada a finales del siglo XII.
Os recomiendo dar un paseo por el pueblo al atardecer y cenar en alguno de los buenos restaurantes de su Plaza Mayor, como, por ejemplo, el restaurante Callizo. Entenderéis por qué figura en la lista de pueblos más bonitos de España.
Boltaña
A tan sólo 7 km de Aínsa se encuentra Boltaña.
Justo a las afueras del pueblo se encontraba nuestro cuartel general durante el viaje: el hotel Barceló Monasterio de Boltaña. El hotel es un precioso cinco estrellas ubicado en un antiguo monasterio de los Carmelitas Descalzos del siglo XVII. Su estructura original ha sido respetada y el hotel en sí constituye uno de los monumentos que admirar en Boltaña.
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El casco antiguo de Boltaña está considerado como uno de los más amplios del Pirineo aragonés. Se comenzó a desarrollar en el siglo XV pero no alcanzaria su plenitud hasta la época de los siglos XVI y XVII.
Como suele pasar en estos pueblos, los monumentos más destacados se encuentran alrededor de la Plaza Mayor. Aquí se ubican la Colegiata de San Pedro y el Ayuntamiento. La Colegiata, construida en el siglo XVI sobre los restos de una iglesia románica, es una de las iglesias más grandes del Pirineo aragonés.
Las calles empedradas se disponen en forma radial, aprovechando los vestigios de una antigua terraza fluvial. En cuanto a la arquitectura civil, cabe destacar la casa Núñez, situada frente al Ayuntamiento. En las jambas de una de las ventanas hay dos figuras adosadas, una masculina y otra femenina, que representan a los dueños de la casa: portan entre sus manos la cruz y visten según la moda de la época.
Saliendo de la Plaza, nos internamos en las estrechas calles del casco antiguo. Las antiguas casas de piedra muestrasn aquí sus portalones en arco de medio punto con grandes dovelas, ventanas labradas y escudos de hidalguía.
Por último, cruzamos de nuevo la Plaza Mayor y tomamos el sendero que conduce al mirador del castillo de Boltaña. El castillo está en ruinas pero fue una de las primeras fortalezas cristianas de la comarca, creyéndose que se construyó sobre una primera fortificación árabe.
Desde aquí pudimos contemplar cómo el río Ara desciende por el pueblo y bajo los puentes medievales de Boltaña.
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Realmente, poco tiene que envidiar a Aínsa.
Además para comer en Ainsa o en Boltaña, hay muchos sitios como por ejemplo: el Zabrin, en Boltaña, el 88, en Ainsa, o el Restaurante ARA, en el camping Boltaña, son baratos y se come super bien.
Interesante para una ruta por el norte.
Gracias por la información
Andar en bici y conocer la cuidad es la mejor experiencia y liberación, me encanta este tipo de viajes y más a lugares como la plaza mayor de Aínsa . Me encanto tu post es uno de los viajes que me hacen tan feliz.