A la sombra de Gaudí no es fácil hacerse un nombre como arquitecto, y más difícil aún es si la mayoría de tus obras se concentran en el mismo pueblo. Pero cuando el pueblo es Gerona y eres tan tenaz y polifacético como Rafael Masó Valentí, la que fuera tu casa, reformada y amueblada con tus propios diseños, se acaba convirtiendo en el Museo Casa Masó, uno de los más exclusivos de la ciudad.
Y no es que Rafael Masó (1880-1935) sufriera con resignación las comparaciones, en la ejecución de sus obras, con el maestro de la Sagrada Familia (Barcelona) o el Capricho de Gaudí (Comillas). Al contrario, compartió con el catalán universal la repudia del Modernismo o Art Noveau y su ruptura con los valores, reinterpretados, eso sí, del pasado con la integración de ambos hombres en el Novecentismo o Noucentisme.
Culta, catalanista, católica y moderna, con un padre periodista, la familia de Rafael Masó era el caldo de cultivo perfecto para que el segundo de once hermanos afrontara el inicio del siglo XX con ideales de renovación en la disciplina que más amaba, la arquitectura.
Rafael Masó, que con sus poemas, dibujos y grabados hubiera sido un hombre renacentista de haber nacido unos siglos antes, buscó en todas sus obras recuperar tradiciones artesanas (en materiales y diseños) y unirlas a tendencias europeistas (en interiores).
Es por ello que si queremos ver cómo se vivía en una casa burguesa de 1920, cómo el espíritu del Novecentismo impregnaba hasta el vidrio de una lámpara, entonces tendremos que visitar uno de los edificios cuya parte trasera es probablemente la más bonita que mira hacia el Río Onyar, la Casa Masó en Gerona.
El inmueble supera en complicación lo que imaginamos, pues se compone de la unión de cuatro de los estrechos edificios que se encuentran en el precario espacio entre la muralla de la ciudad y el río, en el Carrer de les Ballesteries. Si nos situamos en ella, a la altura del número 29, y levantamos la mirada, el rompecabezas que debió suponerle a Rafael Masó la obra (que llevó a cabo en varias fases entre 1910 y 1918) se hace patente en que hay cinco alturas distintas en los tejados que tenemos al frente.
Pero si una casa no se empieza por el tejado, la reforma de la Casa Masó tampoco. Inicialmente, Rafael fue dotando a la misma – en forma de regalos para sus padres – de objetos diseñados por el mismo, como lámparas o manteles. Después, con el beneplácito paterno, pasó a mayores e intervino en las fachadas, rediseñó el comedor, las escaleras, etc. Posteriormente, aparecieron espacios interiores como el bufete de su hermano o nuevos muebles en otros pisos.
Y si una casa no se empieza por el tejado, la visita a la Casa Masó empieza por la entrada principal (después de una pequeña presentación audiovisual), en grupos reducidos de hasta ocho personas agrupadas en función del idioma en que desean ser guiados por la misma.
Tras una pesada y señorial puerta de madera, hay un no menos señorial recibidor. Con sutileza, sin exageraciones, pero la escalera, la heráldica ficticia de los azulejos, el hierro forjado de una verja, dan a entender que esa casa no es humilde sin necesidad de ostentaciones.
Franqueada la puerta (donde un falso ojo de buey no es la mirilla) del primer piso, accedemos a un amplio vestíbulo donde priman los colores miel y caoba y está, sorprendentemente pues es completamente interior, bien iluminado. La luz entra desde ambos lados de la casa, merced a la disposición de vidrieras estratégicamente situadas, y una claraboya al fondo de la estancia.
Repartidos entre este piso y el segundo, se encuentran las estancias destinadas al ocio (sala de costura y comedor), al trabajo de señores (el despacho de abogado del hermano del arquitecto) y criados (la cocina), al descanso (los dormitorios), a la higiene (cuarto de baño) y la luminosa galería con vistas al río.
En cada una de esas habitaciones, e incluso en los pasillos, hay detalles que hacen que un recorrido que debería durar 45 minutos pueda alargarse durante más tiempo del anticipado (especialmente si a un buen guía le corresponden visitas con oídos atentos y mentes despiertas).
Y hablando de atención, estos son, a mi juicio, los puntos en que deberíais fijaros durante una visita a la Casa Masó en Gerona:
Armario «Confesionario», Casa Masó, Gerona– El azulejo heráldico (inventado) del arquitecto en la escalera principal
– El discreto detalle con el que en la Fundación avisan de que las sillas no son para sentarse
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– La preferencia por la campanilla, flor que aparece en la ostentosa lámpara del comedor
– Los antiguos jarros de farmacia de cerámica en el comedor
– Las vistas a ambos lados, merced a la curva del río, que se disfrutan desde la galería
– El libro de recetas de la cocina
– Los ejemplares del Diario de Gerona (se imprimía en la parte baja de la casa) en la antesala del hermano abogado
– La doble librería en esa misma antesala
– El crucifijo, compuesto de dos distintos, en el dormitorio de la primera planta
– Preguntad por el armario que ocupa la pared del fondo en el recibidor de la segunda planta
Rafael Masó Valentí fue un hombre polivalente dentro de una disciplina tan curiosamente ambivalente como es la arquitectura, que aúna la mente de un ingeniero con el alma de un artista.
Y al alma de un artista corresponden su pasión por el dibujo, la poesía o incluso el diseño de muebles para el Instituto de la Mujer de la Caixa.
Esa institución ofrecía a las mujeres que llegaban en busca de trabajo a la gran ciudad, y no estaban necesariamente casadas, un hogar lejos del hogar. En el dormitorio de su hermana Paula, soltera ella, los muebles son considerados prototipos de los destinados a esas mujeres.
La Casa Masó es una interesante y recomendada visita en Gerona, como contemplar un reloj con sus manecillas detenidas en un siglo pasado.
En cualquier momento parece que volverán a moverse y con el sonar del mediodía, se atareará la cocina con los preparativos de la comida mientras en su estudio el abogado recibe a un cliente, amortiguados los ruidos de la imprenta del piso inferior por las baldosas a las que aún les esperan sostener muchas pisadas.
Esta es la información sobre la Casa Masó en la página web oficial de la Fundación Rafael Masó (arriba a la derecha está el menú para traducir al castellano y otros idiomas).
La Casa Masó en la web oficial de turismo del Ayuntamiento de Gerona.
La Casa Masó en Google Maps:
Hola Alexis:
Me alegro mucho de que te haya gustado tanto la descripción, es un placer leer un comentario así. Si has estudiado Arquitectura, no puedes dejar de visitar Gerona tanto por sus edificios medievales como, por supuesto, la Casa Masó y otras obras del mismo estilo.
¡Gracias!
Avistu
Estudié Arquitectura. Pocas veces he leído una descripción de un edificio de forma tan vívida y a la vez poética. Leyendo el artículo me he sentido caminando esos espacios y he quedado motivada para desplazarme hasta Girona aunque sea solo para visitar la Casa Masó. ¡Vale la pena!