Al tercer día en Estambul nos dirigimos al palacio de Dolmabahçe. Se encuentra situado en la zona europea de la ciudad enfrente del Bósforo. Su opulencia demuestra el poder que tenía el sultán a mediados del siglo XIX. Son 10 euros la entrada pero merece la pena la visita. No vais a estar tantas horas rondando como en el palacio Topkapi.
Como consejo, deciros que no va mal ir algo estudiado y leerse alguna cosita de la guía antes de llegar. Así uno va más a su aire y puede circular por las habitaciones sin tener que estar pendiente del guía -de otros en inglés y sin pagar- o del mapa del lugar. Tiene en su interior un harén que ofrece una visión divertida del lugar y los jardines, que dan al mar, ofrecen también un paseo agradable tras la visita.
Tras visitar el palacio de Dolmabahçe nos dirigimos a la mezquita de Suleiman El Magnífico. Se trata de la mezquita más grande de Estambul, quizás no es tan bonita en acabados como la Mezquita Azul o rebosa de menos historia por supuesto que Santa Sofia, pero sin duda es una de las visitas obligadas en Estambul.
Además, cerca se encuentra el Gran Baazar y hacia él nos dirigimos posteriormente. Si vais de compras os recomiendo que lo hagáis al final de vuestro viaje cuando vuestras aptitudes para el regateo son mejores que en el momento de llegada. Si acabáis de aterrizar y os metéis en el gran baazar descubrirán vuestra piel de corderito e irán a por vosotros sin piedad. El bazar egipcio es una maravilla visual y olfativa con una multitud de especies que rebosarán de colores vuestros objetivos y aromas vuestras narices.
En el Gran Bazar os vais a perder. Y no solamente una vez sino unas cuantas. Es conveniente ir sin metas fijas y dejarse llevar por el instinto. Controlad las carteras y los bolsos. Existen centenares de tenderetes y callejuelas por su interior donde tomarse un té y descansar las piernas. Para entrar más a fondo en este lugar no os perdáis el artículo de David contando su experiencia con el regateo en el Gran Baazar.
Imagen, Dimashoo
hermoso un sueño