Lo reconozco: nunca tuve alma de piloto de carreras y, más de una vez, mis amigos se han reído de mi manera de conducir. Quizá esa sea una de las razones por las que vendí mi coche hace 7 años y desde entonces me muevo por la ciudad y sus alrededores en bicicleta. Sin embargo, lo de conducir un buggy es una cosa totalmente distinta. Dicho rápido y mal, me flipó tanto que hasta llegué a preguntar precios de los buggies que pilotamos, por si en un futuro pasa esta maldita crisis y tengo algo de dinero para gastar en caprichos. ¿Habéis tenido la suerte de estar a los mandos de un buggy alguna vez? Pues si os gusta la adrenalina, los obstáculos, la naturaleza y la sensación de estar corriendo un rally, es algo que debéis probar, al menos una vez en la vida.
Yo he tenido la suerte de hacerlo en dos ocasiones. Hace unos años, en las dehesas de la provincia de Badajoz los cerdos ibéricos se ponían las pezuñas a modo de visera sobre los ojos y oteaban el horizonte para ver de dónde salía aquella estela de polvo que dejaba mi buggy al saltar por los baches de los campos adyacentes. Hace unos días, sin embargo, fueron los espectaculares paisajes de la almeriense Sierra Alhamilla y sus alrededores los que pude contemplar – tranquilamente cuando viajaba como copiloto, y a pequeños guiños cuando estaba concentrado en el volante para sortear bien los obstáculos que nos regalaba el divertido trazado que nos deja esa orografía caprichosa – mientras vivía la aventura.
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Cómo se pilota un buggy
Antes de comenzar la aventura, hay que saber cómo es eso de conducir un buggy. Y nuestros amigos de Desert Buggy nos lo explicaron muy claramente antes de comenzar nuestra aventura por esos parajes almerienses.
Aunque algún tramo del recorrido pueda pasar por asfalto, los buggies están hechos para conducir por terrenos irregulares, llenos de baches, piedras, dunas, hoyos, cuestas, arena, charcos e incluso barro. La potencia de su motor y sus grandes ruedas dentadas han sido diseñadas para vivir esa clase de aventuras.
No es un coche convencional y no debe ser pilotado como tal. Al sentarte en el asiento del piloto (con tu casco puesto, por supuesto), tendrás que ajustarte el cinturón (o arnés), comprobar los retrovisores y, cuando estés listo, girar la llave del contacto. Hasta aquí nada nuevo y todo muy sencillo. La palanca de marchas estará a tu derecha, pero solo contarás con dos pedales: acelerador y freno. En cuanto a las marchas, tienes N, P (parking), H y L. Nosotros íbamos – cuando estábamos en marcha – con la H puesta, pero al parar poníamos la P.
Aunque un buggy como los que condujimos en la Sierra Alhamilla puede llegar a alcanzar los 120 km/h, normalmente, las compañías de turismo activo que los ponen al servicio de los clientes suelen limitar la potencia del motor para que nunca logren desarrollar esas velocidades. Una sencilla norma que apela al sentido común para tratar de evitar accidentes producidos por el exceso de confianza y ganas de sentir la adrenalina fluir, haciendo, además que sea una actividad de aventura al alcance de todo el mundo (parejas, grupos de amigos e incluso familias).
Después se trata de disfrutar, pero siempre con cabeza. Un buggy pasa con facilidad por obstáculos pequeños (piedras, baches y demás) y te ayuda a experimentar algo parecido a lo que siente un piloto de rallies (salvando las distancias, claro está).
En nuestro caso, pilotamos buggies de dos plazas, aunque el guía iba con uno de cuatro y los hay más grandes. Si estáis pensando en compraros uno, que sepáis que los de dos costaban entre 12 y 16 mil euros, y el de 4 plazas rondaba los 30 mil. ¡No está mal para los buenos momentos que pueden darte!
La Sierra Alhamilla, un pulmón en Almería
Durante nuestra aventura de algo más de dos horas, solo pudimos disfrutar de una pequeña parte de la Sierra Alhamilla, lo cual me dejó con muchas ganas de regresar, con más tiempo, y recorrer tranquilamente aquel paraje natural de extraña belleza lunar.
La Sierra Alhamilla forma parte, junto a las sierras de Gádor y Cabrera, de los macizos béticos litorales. Se sitúa al noroeste de la ciudad de Almería y entre sus montañas de mediana altura – compuestas por una sucesión de suaves lomas interrumpida, abruptamente, por cortes profundos y violentos de rocas afiladas -, se extienden las áridas y espectaculares tierras del Desierto de Tabernas y la Bahía de Almería. Aunque una imagen aérea del lugar te puede dar la impresión de que allí no crece nada, lo cierto es que existe una vegetación que ejerce la primordial función de pulmón para los valles de la zona.
Además, también posee una gran importancia histórica, al habitar en ellas culturas milenarias, como las de los Millares y Argar, y mostrar una indeleble huella del legado islámico dejado durante los siglos de ocupación.
En cuanto a su fauna y flora, el paraje natural de la Sierra Alhamilla ha sido designado como zona ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) por la UE, pudiéndose admirar, aquí, el vuelo de especies tan bellas como el búho real, el halcón peregrino o el águila perdicera. A ras de suelo, tejones, jabalíes, ginetas y comadrejas son algunos de los animales que buscan su sustento y un lugar para vivir en esas complicadas tierras.
Y es que no todo es aridez en Alhamilla, pues por encima de los 800 metros aparecen los bosques de encinas, coscojas y pinos, mientras que los retamares, jarales y otros tipos de arbustos y matorrales pueblan las cotas más bajas.
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En definitiva, y como os contaré más tarde, un lugar de cine.
La experiencia de recorrer El Chorrillo (Sierra Alhamilla) en buggy
Tras la explicación de las normas de seguridad de rigor (no adelantar, hacer caso en todo momento de las indicaciones del guía, mantener una distancia de seguridad amplia y algunas más) y explicar el sencillo funcionamiento de los buggies, nos subimos, por parejas, a ellos listos para comenzar nuestra aventura por El Chorrillo (una sección de la Sierra Alhamilla) de la mano de los chicos de Desert Buggy.
El recorrido de dos horas de duración nos iba a llevar por muy pocos tramos de asfalto, predominando la pista agreste y algunos obstáculos realmente divertidos. El primero de ellos nos lo encontramos nada más salir de nuestra base, cuando enfilamos una empinada cuesta que descendimos con más miedo que vergüenza. Nos querían poner a prueba desde el primer momento.
Tras esto, enfilamos una especie de rambla pedregosa, repleta de piedras de gran tamaño, amontonamientos irregulares de tierra y algún arbusto que otro. Así comenzaron los primeros gritos de excitación entre los pilotos de los buggies, mientras que los copilotos se ajustaban las gafas de protección y la bandana para impedir que el polvo se metiera en ojos, boca y nariz. La conducción era un poco técnica y muy muy divertida, sobre todo cuando llegamos a los «dubbies» (baches), que si tomabas con algo de velocidad era realmente emocionantes.
Al poco, realizamos una primera parada para admirar el fantástico y árido paisaje de la Sierra Alhamilla en el que se rodaron películas como «Tierra Brutal», primer western rodado en Almería, que acabaría, como todos sabemos, siendo una meca del género, filmándose la mundialmente famosa «Trilogía del Dólar» de Sergio Leone.
Tras esta parada, seguimos la ruta por una preciosa avenida custodiada por palmeras y otros árboles, ascendiendo hasta el barrio de Baños de Sierra Alhamilla, en la pequeña localidad de Pechina. Aquí nos detuvimos para contemplar las impresionantes vistas al atardecer (el pueblo se halla en un pequeño alto) y probar las agradables aguas termales que brotan, en forma de manantial, de la misma roca a 58ºC. Estas aguas fueron utilizadas por argares, fenicios, romanos y árabes… Hasta nuestros días, pues en ese mismo lugar se halla el hotel Balneario de Sierra Alhamilla, donde puedes disfrutar de unos días de relajación, aire puro y aguas termales.
Desde aquí, seguimos por la carretera en el que sería el tramo asfaltado más largo del día, descendiendo, al mismo tiempo que lo hacía un sol ya color fuego, hacia la zona en la que se rodó la gran superproducción de Ridley Scott «Exodus». Para mí, que soy un gran cinéfilo, fue una experiencia impresionante, pues aún se levantan allí los restos del decorado utilizado en la película. Y es que Almería es un lugar de cine.
Poco después de esa última parada en el decorado de «Exodus», y ya con la noche pisándonos los talones, regresamos a nuestro punto de partida. Había sido una experiencia espectacular y todo el mundo estaba exultante cuando nos bajamos de los buggies.
Me quedo con muchas ganas de regresar y descubrir las otros dos rutas que Desert Buggy ofrece en la zona: la del Desierto de Tabernas (esta debe ser espectacular) y la Ruta de Alhama y Camino Romano, la más larga y rápida de todas, en la que se cruza el río Andarax y se recorre parte del histórico camino romano. ¡Espero poder hacerlas algún día!
Almería, tierra de cine
Aunque durante la ruta vimos varios lugares que nos recordaron a películas que vimos hace años, aún nos quedó mucho más por descubrir.
Y es que Almería es tierra de cine. Aquí se grabó la mítica «Trilogía del Dólar» de Leone, con aquellos cracks del western: Clint Eastwood y Lee Van Cliff, pero también pasaron Sean Connery, Charles Bronson o la bellísima Claudia Cardinale, quien regresó a Almería en otoño del 2018 para recoger el galardón de «Tabernas de Cine», 50 años después del rodaje de la película de Leone, ‘Hasta que llegó su hora’. Aún puedes pasear por los decorados de las películas, en complejos como Fort Bravo o Western Leone, donde los más nostálgicos podrán revivir aquellas películas con distintos espectáculos y recreaciones.
Pero los directores de westerns no fueron los únicos que pensaron que Almería era un plató ideal para grabar películas y series. Así lo demuestran la mencionada ‘Exodus’, pero también la saga de Indiana Jones, ‘Assasin’s Creed’ o la aclamada serie de HBO, ‘Juego de Tronos‘, entre otros.
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Y es que Almería tiene magia.