Tras pasar un par de meses trabajando como guía en Islandia, he regresado a España con ganas de más. De mucho más. Y es que Islandia es un país que ofrece un sinfín de tesoros naturales, algunos de los cuales se hallan en lugares tan remotos e inaccesibles que tan solo pueden ser explorados si cuentas con un vehículo 4×4 especialmente equipado. Sin embargo, me llevo en la mochila muchísimas imágenes y experiencias que no olvidaré. Si tienes a la isla del fuego y del hielo en tu lista de destinos futuribles pero no acabas de decidirte, voy a ayudarte a despejar las dudas con estas buenas razones para viajar a Islandia.
Índice de contenidos
1. El poder de la naturaleza
De los países que he conocido, Islandia es uno en los que más clara y poderosamente he notado la magnificencia de la Madre Naturaleza. Así, con mayúsculas. Conduciendo durante más de 3.000 km cada 15 días, me costaba no apartar la mirada de la carretera para deleitarme con esos cambios de paisajes tan tremendos. Cascadas, glaciares, infinitos campos de lava solidificada que aparecen cubiertos de ese musgo que refulge en un tono fluorescente cuando le da el sol, volcanes, fiordos, playa salvajes y solitarias, acantilados, valles, montañas e incluso algunos bosques.
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Y todo ello con una escasísima presencia humana. Es la naturaleza la auténtica dueña de Islandia y te hace sentir pequeño e insignificante, pero también muy libre.
2. La sensación de libertad
Precisamente esa libertad es una de las mejores razones para viajar a Islandia.
La mejor manera de descubrir Islandia es alquilando un coche y trazándote una ruta que abarque algunos de los atractivos naturales que te puedan resultar más interesantes. Será así como acabarás conduciendo por carreteras muy poco frecuentadas, durmiendo en lugares remotos (sobre todo si alquilas una camper o furgoneta camperizada) y descubriendo rincones en los que te sentirás muy libre.
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3. Las innumerables y bellas cascadas
Aunque Islandia es conocida como la isla del fuego y del hielo, lo cierto es que lo que vi por doquier allí es el agua. Ya sea en forma de mar, océano, río, lago o, sobre todo, cascada.
He conocido casi una veintena de las cascadas más importantes y accesibles de Islandia, y sé que a lo mejor no representan ni un 5% del total.
Además, lo más impresionante de las cascadas islandesas es que cada una parece distinta a las demás. Dettifoss es una auténtica fuerza de la naturaleza, siendo la más poderosa de Europa. Godafoss esconde una gran leyenda tras su belleza partida por una roca. Seljalandfoss te permite ver la cascada desde su interior. Mientras que Gullfoss impresiona por su extensión, saltos, caudal y entorno. Y así podría seguir con cada una de ellas.
Y es que la tierra islandesa parece un bello cuerpo por el que fluye la sangre transparente de las cascadas.
4. Las auroras boreales
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Una de las mejores razones para viajar a Islandia – si planeas tu aventura entre mediados de agosto y mediados de abril – es poder contemplar el maravilloso fenómeno de las auroras boreales. He tenido la suerte de disfrutar de ellas por primera vez este año, durante dos mágicas noches, en el norte y oeste de Islandia.
Mereció muchísimo la pena desafiar al frío y el sueño para poder ser testigo de ese baile de luces y formas en el cielo. Una experiencia que no olvidaré jamás.
5. Los volcanes
Al haber surgido por la separación de las placas tectónicas de Eurasia y Norteamérica, Islandia presenta una gran actividad volcánica. Viajando por la isla podrás ver espectaculares campos de lava de miles de años de antigüedad, cráteres, distintos tipos de volcanes (estratovolcanes, fisurales y muchos más) y mucho más. En estos momentos, de hecho, una de las mejores razones para viajar a Islandia es poder ver la lava del volcán Fadragasfjall, que se están vertiendo por el valle de Geldingadalur, a escasos kilómetros de Reikiavik.
6. Los glaciares
Y si el fuego de los volcanes es impresionante, tampoco se quedan atrás los inmensos y espectaculares campos de hielo que cubren parte de Islandia. El más conocido de todos es el glaciar de Vatnajökull, que con sus casi 8.000 kilómetros cuadrados ocupa un 8% de la superficie del país. Habiendo conocido solo una pequeñísima parte de él, no dejaron de maravillarme las lagunas glaciares de Jökulsárlón y Fjallsárlón, así como la zona de Skaftafell, con sus cascadas y bosquecillos de abedules rodeados de montañas y hielo.
7. Los fiordos
“Fiordear” es un término que me inventé cuando conducía la furgoneta por esas pistas y carreteras estrechas que entran y salen de los bellos fiordos islandeses. Las laderas de las montañas aparecen aquí cubiertas de una vegetación cuyo color va variando según la época del año. Por esas mismas pendientes se filtran las limpias y frías aguas de decenas de cascadas, que forman lagunas aquí y allá, ocupando esas vastas extensiones naturales que apenas presentan algunas casas aquí y allá.
Los fiordos del este se hallan algo más poblados, pero en el noroeste la casi inexistencia de carreteras debidamente asfaltadas hace que sean muy pocos los valientes que deciden habitarlos (e incluso visitarlos). Si dispones de algo de tiempo extra, te aconsejo que pases al menos un par de días en los fiordos del noroeste y compruebes por ti mismo por qué su disfrute es una de las razones para viajar a Islandia.
Allí hallé playas de arenas doradas y rosadas, y aguas de distintos tonos de azul y verde. En una de ellas me bañé un caluroso y soleado día de agosto. El agua estaba bastante fría, pero no tanto como esperaba de unas aguas que ya forman parte del Ártico. Fue una de mis mejores experiencias en Islandia.
8. La vida animal
Si te gusta descubrir animales curiosos y difíciles de ver en muchas otras partes del mundo, esta será otra de las razones para viajar a Islandia.
Durante estos dos meses he podido admirar distintas especies de ballenas, delfines, un buen número de aves acuáticas (destacando los graciosos frailecillos), zorros árticos y, cómo no, las omnipresentes ovejas islandesas que, por una razón que aún desconozco, viajan por todo el país (las recogen en el mes de septiembre para pasar la época fría bien resguardadas) agrupadas de tres en tres.
9. Reikiavik
La capital islandesa es prácticamente la única población donde se ve tráfico, aglomeraciones y pasan cosas más tarde de las 9 de la noche. Reikiavik posee una importante vida cultural y de ocio, siendo una ciudad espectacular para pasar una buena noche de marcha (sobre todo en verano, cuando no se pone el sol y la cosa se alarga sin control ni posible solución).
Además, al ser pequeña se puede llegar a explorar sus atractivos en poco más de un par de días.
10. Los mitos y leyendas
Por último, una de las razones para viajar a Islandia es el compendio de relatos mitológicos, sagas y leyendas que se han forjado desde incluso antes de la llegada de los primeros colonos a Islandia (allá por el siglo IX). El alma vikinga y nórdica está muy arraigada en el gran sentimiento nacionalista de los islandeses, siendo grandes conocedores de su dura historia y de los relatos, medio verdaderos y medio inventados, sobre los que se asienta.
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Entonces, ¿nos vamos a Islandia?