Decir que hay cascadas bonitas en Islandia es una obviedad del tamaño de comentar que en España se come bien. Sin embargo, hay cascadas y cascadas. Es algo que siempre comento a los viajeros que descubren conmigo uno de los países más bellos en los que jamás he estado. Cada cascada islandesa tiene algo peculiar, y eso hace que nunca te canses de descubrir más y más de ellas. En Godafoss la mitología se convierte en agua; en Dinyandi parece que el agua se cierne sobre ti; en Seljalandfoss puedes caminar por detrás del torrente de agua que cae desde las alturas; en Dettifoss la potencia del agua es descomunal, demostrando por qué es la cascada más caudalosa de Europa; y en Gullfoss, la belleza del entorno y la escalonada caída de las aguas del río Hvitá a una grieta espectacular viene complementada por el increíble acto de valentía y lucha de una mujer que bien podría ser considerada como una de las primeras activistas medio ambientales de la historia.
Además, se da el caso de que la cascada de Gullfoss, que pudo haber desaparecido a mediados del siglo pasado, es hoy en día una de las más visitadas y fotografiadas de Islandia al formar parte del Círculo de Oro, el itinerario turístico más famoso del país. Los otros dos puntos del círculo, Thingvellir y Geysir, componen el equipo perfecto para realizar una completísima excursión de un día desde Reikiavik, la capital.
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Cómo llegar a la cascada de Gullfoss
Lo primero que tenemos que hacer para poder disfrutar en primera persona de la belleza de la cascada de Gullfoss es llegar al enclave natural en el que se encuentra.
Para ello, la mayoría de viajeros toman una de las siguientes dos alternativas: viajar hasta allí en su coche alquilado o contratar una excursión desde Reikiavik para conocer el Círculo de Oro. Cualquiera que sea la opción que elijas, debes saber que la distancia entre Reikiavik y Gullfoss es de unos 117 km y el tiempo de viaje de 1 hora y 50 minutos, aproximadamente. Las carreteras que conectan ambos puntos están en muy buen estado durante la mayor parte del año (conducir por Islandia cuando comienza la nieve, el frío y las ocasionales tormentas ya es otra historia).
Otro punto desde el que se suele visitar Gullfoss es la población de Selfoss, que se halla a justo una hora de la cascada.
Historia de la heroína de Gullfoss, Sigrídur Tómasdóttir
La cascada de Gullfoss es indudablemente bella y es ese encanto natural el que atrae a casi la totalidad de los viajeros que la visitan. Sin embargo, la historia que existe detrás de ella también merece la pena. Y la protagonista de la misma no es otra que una heroína: Sigríður Tómasdóttir.
Sigríður Tómasdóttir nació en Brattholt en 1874 y vivió allí toda su vida. Tanto ella como sus hermanas amaban la granja de su padre y las cataratas que en ella se hallaban, por lo que incluso se convertían en guías improvisadas de los muchos visitantes venían de todos los rincones del mundo para ver las famosas cascadas de Gullfoss.
Las hermanas abrieron el primer camino hacia Gullfoss. Sigrídur no recibió ninguna educación oficial, pero era culta y poseía un gran don artístico, siendo una hábil ilustradora y fantástica bordadora.
A principios del siglo XX, diversos inversores extranjeros estaban interesados en explotar las cascadas islandesas para la producción eléctrica. Un inglés estaba interesado en Gullfoss y le ofreció a Tomás, el padre de Sigrídur, 50.000 coronas islandesas (una suma importante en la época) por las cascadas, pero su respuesta fue: “No vendo a mis amigos”.
Sin embargo, pasado el tiempo, importantes hombres de negocios, que más tarde pusieron sus manos en las cascadas, querían aprovecharlas. Entonces comenzó la lucha de Sigrídur para salvar las cascadas.
Sus oponentes eran muchos de los hombres más poderosos y ricos del país. Hizo muchos viajes largos y difíciles, como, por ejemplo, sus famosas caminatas a Reykjavik (120 kilómetros de ida) para promover su causa. En un momento en que todo parecía perdido, amenazó con tirarse a las cascadas y suicidarse. Afortunadamente no llegó a eso.
Gracias a la ayuda de su abogado Sveinn Bjornsson, quien más tarde se convirtió en el primer presidente de Islandia, se las arreglaron para que se anulara el contrato y Gullfoss pasó a ser propiedad de los islandeses.
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Sigrídur murió en 1957 y fue enterrada en el cementerio de Haukadalur. Siempre será recordada como la salvadora de Gullfoss. El escultor Rikhardur Jonsson esculpió un busto de la heroína, que se encuentra junto al aparcamiento de la parte baja de las cascadas.
Debido a su entrega, no son pocos los que hablan de Sigrídur como una de las primeras activistas medio ambientales del mundo.
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Visita a la cascada de Gullfoss
La cascada de Gullfoss se forma con las aguas del río Hvitá que tiene su origen en el lago glaciar Hvítávatn (cuyo nombre se traduce como «lago del río blanco») en el glaciar Lángjökull, a unos 40 km al norte de Gullfoss.
El agua proveniente de los glaciares es de color marrón, ya que transporta muchos sedimentos que el hielo glacial ha excavado en la tierra. Gullfoss se llama la «Cascada Dorada», ya que en un día soleado el agua que cae por la escalera de tres escalones y luego cae en dos escalones hacia la grieta de 32 m de profundidad realmente se ve dorada.
Para disfrutar al máximo de todas las perspectivas de Gullfoss, debes admirarla tanto desde las pasarelas superiores como desde los miradores inferiores. Ambos poseen aparcamiento para coches, autocaravanas y autobuses por lo que podrás elegir indistintamente.
La primera impresión que tuve al ver la cascada de Gullfoss fue de magnificencia y poder. El río venía con mucho caudal y la potencia del agua era brutal, solo superada por Dettifoss y, quizás, Skógafoss. La contemplé desde el mirador que se halla frente a la cascada, en la parte inferior.
Después, tomé las escaleras para verla desde arriba y no sabría decirte qué perspectiva es mejor, pues desde las alturas se contempla mejor la magnitud completa de la cascada y los campos que la rodean, pero desde abajo sientes mucho más la fuerza del agua. En los días soleados, desde la parte superior se puede admirar, además, un precioso arcoíris que hace las delicias de los amantes de la fotografía.
Para los que prefieren las emociones un poco más fuertes y calarse un poco con el agua de una cascada islandesa, os recomiendo que cojáis el sendero (está marcado) que lleva directamente a un pequeño promontorio rocoso que se halla justo al lado de la última caída a la grieta. Es el mejor lugar para apreciar ese salto final y los otros saltos intermedios a unos palmos de distancia. Literalmente, puedes tocar las aguas de la cascada de Gullfoss con tus propias manos.
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Quédate el tiempo que sea necesario. Fluye sin prisas y disfruta de Gullfoss, una de las cascadas más bellas de Islandia. Uno de esos regalos de la naturaleza que el hombre ha llegado a valorar y ha luchado por su preservación.