En la bellísima península islandesa de Snaefellsnes, los atractivos turísticos dan para pasar varios días sin aburrirte lo más mínimo. Y lo mejor es que todos ellos son realmente variados. Así, podrás disfrutar de playas, antiguas iglesias, adormecidos pueblos, cráteres volcánicos, milenarios campos de lava, una fauna entre la que las focas brillan con luz propia, lagos y unas rutas de senderismo que hacen las delicias de los amantes de las actividades al aire libre. Pero sobre todo, nunca perderás de vista – bueno, salvo en los muchos días en los que la niebla se queda prendida de su pico – la imponente montaña cubierta por el glaciar de Snaefellsjökull. Bajo esa capa de hielo se encuentra el volcán que inspiró a Julio Verne para crear su ‘Viaje al Centro de la Tierra’. Ese mismo volcán se puede contemplar desde Djúpalónssandur, una auténtica maravilla de playa de origen volcánico en la que puedes caminar, entre restos de naufragios de otra época esparcidos sobre una cama de pequeñas piedras lisas y negras.
Sin duda, esta misteriosa playa, con su potente y tremendo oleaje, es una de las más bellas de Islandia. A escasa distancia de ella, se encuentra la bahía de Dritvík, un lugar que posee una dilatada historia y una panorámica increíble. Se puede ir de Djúpalónssandur a Dritvík a través de un sendero aéreo del que te hablaré más tarde.
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Cómo llegar a las playas de Djúpalónssandur y Dritvík
Para poder disfrutar de estas dos maravillas paisajísticas de Islandia, tendrás que conducir hasta la parte más suroccidental de península de Snaefellsnes.
Desde Reikiavik, el trayecto hasta Djúpalónssandur dura unas 2 horas y 45 minutos (200 km). Debes tomar la carretera de circunvalación número 1 – la famosa Ring Road que rodea toda la isla – hacia la ciudad Mosfellsbær. Después, tomas el túnel de Hvalfjörður y continúa por la carretera 1 hasta la localidad de Borgarnes. Al llegar a Borgarnes, enfila la carretera 54 hacia la península de Snæfellsnes. Tras 1 hora de viaje, gira a la izquierda hacia Arnarstapi y desde allí son aproximadamente 20 minutos en coche hasta Djúpalónssandur.
Hay un aparcamiento justo en Djúpalónssandur desde allí, la caminata a Dritvík es de algo más de un kilómetro.
Ni te plantees llegar en transporte público al lugar, pues no es sencillo y, además, querrás detenerte en decenas de sitios durante el camino (eso te pasará en toda Islandia), por lo que siempre es mejor conducir tu propio vehículo hasta allí.
Qué ver en la playa de Djúpalónssandur y alrededores
A pesar de su pequeña extensión, hay muchas cosas interesantes que ver en la playa de Djúpalónssandur y la cala de Dritvík.
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Extrañas rocas volcánicas
Desde el aparcamiento un estrecho sendero – llamado Nautastígur (El camino de los toros) – desciende a la playa de Djúpalónssandur en poco más de 3 minutos. Pasarás por enormes rocas volcánicas de extrañas formas y cubiertas de ese extraño, y curativo, musgo islandés, hasta llegar a la zona en la que ya pisas sobre las pequeñas chinas negras y lisas.
Una de esas grandes rocas posee una forma peculiar, presentando un enorme agujero en el centro de la misma (en el que, obviamente, todo el mundo se fotografía). A ella le han dado el nombre de Gatklettur.
Justo ahí te encuentras con un cartel que explica una curiosa historia sobre las enormes piedras que se encuentran junto a él.
Levantando piedras en Djúpalónssandur
Y es que, en el pasado, Djúpalónssandur solía ser un pueblo de pescadores y hogar de unos sesenta barcos de pesca. En la playa hay cuatro piedras grandes, todas de diferentes tamaños. Estas piedras se llaman Aflraunasteinar o piedras de elevación, ya que fueron utilizadas por los pescadores en Islandia para medir su fuerza y ver si estaban calificados para trabajar en los barcos de pesca.
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La piedra más pequeña se llama Amlóði y pesa 23 kilos, la siguiente se llama Hálfdrættingur y pesa 54 kilos, luego está Hálfsterkur que pesa 100 kilos y la última y la más pesada es Fullsterkur que pesa 154 kilos. Te invito a intentar levantar las piedras para medir tu fuerza. ¿Te atreverás? Yo lo hice y no pasé de la de 54 kilos. Vamos, que sería un grumete horrible. Eso sí, mi espalda me agradeció que no me viniera arriba.
Los restos del naufragio del Epine GY7
Justo junto al área de levantamiento de piedras, verás otro cartel informativo que explica la procedencia de los restos oxidados de un barco, que encontrarás esparcidos por toda esa zona. Estos restos pertenecen un pesquero británico llamado Epine GY7.
El Epine GY7 naufragó al este de la cala Dritvík la noche del 13 de marzo de 1948. Catorce hombres perdieron la vida y cinco fueron salvados, tras dos largas horas de lucha en el frío, por el equipo de rescate islandés que formaron la gente de los pueblos vecinos. Hubo una tormenta de nieve en esta fría noche de invierno de marzo y los pescadores estaban perdiendo el control y habían comenzado a caer a las gélidas aguas. Uno de ellos cayó por la borda y el mar lo expulsó a la playa donde el equipo de rescate logró salvarlo. Otros tres ya estaban muertos y sus cuerpos fueron arrastrados a Djúpalónssandur. Muchos de los cuerpos de los pescadores nunca fueron encontrados.
Los restos del barco se guardan en la playa en memoria de los pescadores y no deben tocarse.
Las lagunas de Djúpalónssandur
Las piezas del naufragio del Epine GY7 se encuentran esparcidas entre el mar y una preciosa laguna que refleja montañas y rocas. En realidad, hay dos pequeñas lagunas de agua dulce detrás de Nautastígur, llamadas Djúpulón (las lagunas profundas), y a ellas se debe el nombre de esta playa: Djúpalónssandur (la arena o playa de la laguna profunda). Se decía que la laguna inferior era abismal por su profundidad. Lo cierto es que nunca me metí a comprobarlo, pero parece ser que midieron la profundidad a mediados del siglo XVIII y la cosa no pasaba de los 5 metros.
Cuidado con el mar
Si vas a visitar Djúpalónssandur, recuerda que no te encuentras en una plácida playa del Mediterráneo español.
Las olas en las playas de Islandia son muy impredecibles y la fuerza de succión que el mar muestra en la playa de Djúpalónssandur es muy poderosa y peligrosa. A pesar de que las olas pueden parecerte inocentes, nunca se puede saber, así que no te acerques demasiado al océano y lee las señales de advertencia que colocan en el aparcamiento. Lamentablemente, se han producido accidentes fatales en las playas de Islandia cuando se ignoran las advertencias y restricciones.
La bahía de Dritvík
Aproximadamente a 1 kilómetro al oeste de la playa de Djúpalónssandur hay una pequeña bahía llamada Dritvík.
Dritvík tuvo el honor de ser el puerto de pesca estacional más grande de Islandia desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XIX. Todavía quedan algunas ruinas de esa época. Es posible caminar desde la playa de Djúpalónssandur hasta Dritvík y la caminata es de aproximadamente 1 km de largo. Salvo que tengas mucha prisa, te recomiendo encarecidamente que sigas el sendero entre Djúpalónssandur y Dritvík, sobre todo si tienes la suerte de visitar el lugar en un día soleado.
Esa sencilla caminata te regala unas vistas espectaculares de los acantilados, los trolls de roca que se hallan anclados en la playa y el mar y la costa en general. Además, a tu espalda siempre tendrás la imponente silueta del Snaefellsjökull, completando una panorámica inolvidable e inigualable.
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Además, como no todo el mundo se aventura por la senda y prefiere quedarse en Djúpalónssandur, en Dritvík podrás disfrutar de una mayor soledad y una profunda conexión con la naturaleza. En la pequeña cala de Dritvík encontrarás una especie de laguna salada natural en la que el agua brilla con un color distinto al del resto del mar y una antigua caseta roja que contrasta de manera fascinante con los tonos verdes, azules y grises que le rodean.