El Camino de Santiago es, sin lugar a dudas, una de las peregrinaciones más importantes no solo de Europa, sino de todo el mundo. Desde tiempos medievales, caminantes de todo el planeta han recorrido los senderos que llevan a la tumba del apóstol Santiago con tantas motivaciones como estrellas hay en el firmamento y almas en el mundo. La fe, la culpabilidad, una promesa a un familiar fallecido, un reto físico personal, la necesidad de pasar un duelo en solitario, el simple amor por la naturaleza o realizar un viaje introspectivo son solo algunas de esas inquietudes que nos llevan a emprender el Camino hacia la catedral de Santiago de Compostela. Al igual que las motivaciones, también las rutas para llegar a Santiago de Compostela son numerosas y variadas. Una de ellas, el Camino Inglés, es una de las más desconocidas, bellas y cortas.
Hace unas semanas, tuve el privilegio de recorrer parte del Camino Inglés, al asistir como invitado al Fairway 2021, la cuarta edición del primer congreso internacional con feria tematizado con el fenómeno del Camino de Santiago de fondo. Al congreso, que se celebró entre el 7 y 9 de noviembre, asistieron tanto peregrinos como todo tipo de empresas, emprendedores e instituciones relacionadas con el mundo del Camino, siendo un auténtico éxito que seguro que se repetirá en años venideros.
Los días previos al congreso descubrí, junto a un fantástico grupo de periodistas y tour operadores relacionados con el Camino de Santiago, parte de las Rías Altas y pedacitos de etapas del Camino Inglés. Tras el viaje, lo único que pienso es colgarme la mochila y realizar el camino al completo, por lo que he comenzado ya a investigar profundamente sobre el mismo.
Qué es el Camino Inglés
Aunque es cierto que el Camino de Santiago, como concepto general, es archiconocido, estoy seguro de que para muchos de vosotros es la primera vez que oís hablar del Camino Inglés. Quizás el Camino Francés, el Camino del Norte, el Camino Portugués y el Camino Primitivo sean nombres que te suenen mucho más que este.
Y ¿Por qué se le llamó el Camino Inglés? Pues porque, en la Edad Media, los puertos de Ferrol y A Coruña comenzaron a recibir una buena cantidad de peregrinos del norte de Europa que habían oído decir que los restos del apóstol Santiago se encontraban en una ciudad llamada Santiago de Compostela y querían llegar hasta ella. Así, llegaron de países tan lejanos como Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia e incluso Islandia, pero la gran mayoría procedía de Escocia, Irlanda e Inglaterra. De ahí que acabará tomando el nombre de Camino Inglés.
Longitud y etapas del Camino Inglés
El Camino Inglés posee dos puntos distintos de inicio: Ferrol y A Coruña. Por ello, tanto la distancia a recorrer como el diseño de las etapas es distinto para cada caso.
Saliendo de A Coruña
Si realizas el Camino Inglés partiendo desde A Coruña, tendrás ante ti un recorrido de unos 73 km divididos en las siguientes etapas:
- A Coruña – Bruma: pasando por O Burgo, Ponte da Xira, Sergude y Sarandós.
- Bruma – Sigüeiro: pasando por A Calle.
- Sigüeiro – Santiago de Compostela: transitando por A Barciela.
Saliendo de Ferrol
Desde Ferrol la aventura resulta algo más completa, debiendo recorrer algo más de 112 km para arribar a la catedral de Santiago de Compostela. Estas son las etapas que tendrás ante ti:
- Ferrol – Neda: pasando por Xubia.
- Neda – Miño: descubriendo en el camino Fene, Cabanas y la bella Pontedeume.
- Miño – Bruma: explorando la señorial y preciosa Betanzos y Leiro.
- Bruma – Sigüeiro: pasando por A Calle.
- Sigüeiro – Santiago de Compostela: con posible parada en A Barciela.
Qué ver en el Camino Inglés y sus alrededores
Durante tres días completos, realizamos distintas visitas a puntos importantes del Camino Inglés, por lo que aquí te traigo algunos de los mejores lugares que ver en el Camino Inglés y sus alrededores.
A Coruña
A Coruña te servirá de punto de inicio del Camino Inglés si tomas su alternativa más corta.
Se trata de una ciudad vibrante, con un bello casco histórico en el que destacan la plaza de María Pita, con el bello Ayuntamiento y la estatua de la gran heroína coruñesa que consiguió dar la vuelta al signo de una de las batallas más importantes de su época. Y es que la historia nos cuenta que justo tras el desastre de la Armada Invencible, los ingleses decidieron dar el golpe de gracia a las fuerzas españolas, lanzando una ofensiva en A Coruña, lugar en el que creían escondidos los restos de la Armada.
Tras varios días de asedio y con los ingleses ya traspasando las murallas de la ciudad, María Pita vio morir a su marido y, en un acceso de rabia y pundonor, mató al alférez inglés que enarbolaba la bandera de la pérfida Albión y le arrebata el estandarte. Ahí comenzó una vorágine de orgullo y exaltación que acabó con los británicos poniendo pies en polvorosa.
En el Casco Viejo se suceden las callejuelas con encanto, llenas de comercios y restaurantes, y a las que se asoman esas antiguas casas con balcones acristalados, tan típicos de A Coruña. Así, te puedo aconsejar lugares como la Colegiata de Santa María del Campo, el fantástico Museo Militar (gratuito y el segundo mejor de España, tan solo superado por el de Madrid) o la Casa Museo Emilia Pardo Bazán. Todo ello mezclado con los restos de antiguas murallas y entre el puerto y la bella playa de Riazor.
Sin embargo, el icono más reconocible de A Coruña es, sin duda, la Torre de Hércules, el faro romano, aún en funcionamiento, más antiguo del mundo. Hacer una visita guiada a la Torre de Hércules es algo totalmente imprescindible. Así podrás conocer la historia del monumento, además de disfrutar de una de las mejores panorámicas de la ciudad y el océano desde lo alto de la torre.
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Betanzos
Si ya conocía A Coruña de visitas anteriores y era complicado sorprenderme no ocurrió, sin embargo, lo mismo con Betanzos. Perdonen mi ignorancia, pero lo único que conocía de esta localidad gallega es que allí nació el gran ex-portero del Real Madrid, Paco Buyo, uno de mis ídolos futboleros de mi juventud.
Me alegré de mi total desconocimiento, pues mi sorpresa fue mayúscula cuando visité Betanzos en una preciosa y soleada mañana de principios de noviembre. Debo reconocer que gran parte del mérito de mi súbito amor por Betanzos debe ser concedido al gran Alfredo Erias Martínez, cronista de la ciudad y auténtico hombre del Renacimiento (es pintor, historiador, dibujante y grabador) que nos acompañó durante toda la mañana.
Comenzamos por el fantástico museo del que Alfredo es alma y director. El Museo das Mariñas es una auténtica maravilla en el que se pueden encontrar desde pinturas de la escuela de Rubens hasta antiguos proyectores de cine ambulante, pasando por colecciones de cajas de cerillas, estatuillas griegas, aperos de labranza y antiguos pupitres de escuela. Una auténtica mirada profunda y nostálgica al pasado de la zona, en uno de los museos etnográficos más entretenidos que visité jamás.
Después recorrimos las solitarias calles de Betanzos, que se desperazaban un sábado por la mañana mientras se montaba el mercadillo de frutas y verduras en su plaza Hermanos García Naveira, a la que se asoman el Edificio Liceo – ideado para acoger el archivo de Galicia, algo que nunca llegó a ocurrir -, el Antiguo Hospital de San Antonio – levantado para albergar a los peregrinos del Camino Inglés -, el Colegio de Huérfanas, la iglesia de Santo Domingo y la Fuente de Diana Cazadora, además de antiguas casas con balcones acristalados, muy parecidas a las que encontramos en A Coruña.
Caminando por las hermosas calles de corte medieval, visitamos la iglesia de Santiago, en estilo gótico, la de Santa María del Azogue y la de San Francisco, completando el fantástico recorrido monumental eclesiástico en una sola mañana.
Además, vimos las antiguas puertas de entrada a la ciudad, que aún se abren en la muralla medieval.
Fragas do Eume
El Camino Inglés pasa por la bella villa de Pontedeume, pero bien merece la pena realizar un pequeño desvío y adentrarse en la mágica frondosidad de los ancestrales bosques de las Fragas do Eume.
El río Eume corre entre antiguos abedules, chopos, castaños, robles y prehistóricos helechos, que forman parte del bosque atlántico de ribera mejor conservado de toda Europa. Recorriendo los muchos senderos que horadan las Fragas do Eume, uno siente haberse adentrado en tierra de meigas, duendes y la Santa Compaña. No son senderos muy transitados, por lo que puedes caminar solo cualquier día entre semana, aspirando el frescor de los árboles y el río, mientras intentas conectar con la naturaleza a un nivel más profundo.
Quizás eso es lo que buscaban los monjes anacoretas que se retiraban al monasterio de Caaveiro, una auténtica maravilla medieval levantada, casi haciendo equilibrio, sobre una roca entre cerros y dos ríos, el Sesín y el Eume. Tras una magnífica renovación que ha sido respetuosa con la antigua estructura, hoy en día el monasterio de Caaveiro es una de las visitas monumentales y paisajísticas más interesantes de la zona.
Si dispones de algo más de tiempo, no dejes de recorrer el Camino dos Encomendeiros en el que visitarás el monasterio, pero también pasarás por puentes colgantes y tramos donde de densa vegetación en el que sentirás como el bosque te engulle.
Ferrol
La ciudad de Ferrol es un auténtico mix de distintos atractivos turísticos y distintas caras. Por un lado, puerto de pescadores, pero también astillero militar, ciudad modernista y templo de la gastronomía gallega.
Así, al pasar un día en la ciudad no deberás perderte lugares como el emblemático barrio de la Magdalena – con sus antiguas casas burguesas y cuyos trazos rectilíneos parecen haber sido hechos con escuadra y cartabón -, los Jardines de Herrera, las playas de Ferrol y el imponente castillo de San Felipe, una fortaleza inexpugnable que, junto a los baluartes de La Palma y San Martiño, protegía la entrada a la ría de Ferrol.
Realizamos una visita a San Felipe y fue una grata sorpresa, pues me pareció mucho más grande de lo que pensaba y se halla en buenas condiciones. Además, regala unas vistas espléndidas (sobre todo en un día soleado como el que tuvimos) a Ferrol y el entorno natural de la ría.
Santuario de San Andrés de Teixido
Esto es algo más que un pequeño desvío del Camino Inglés, pues el Santuario de San Andrés de Teixido se encuentra unos 45 km al noreste de Ferrol. Sin embargo, merece la pena visitar el que es el centro de peregrinaje más importante para los gallegos.
De hecho, dicen que todo gallego tiene que visitar San Andrés de Teixido al menos una vez en la vida. Si no lo hace, tendrá que hacerlo después de su muerte, dándose situaciones realmente curiosas como la de gente que hace el viaje en autobús hasta la localidad, pagando billete doble, pues se encuentra acompañado del alma de algún familiar o amigo fallecido que no pudo peregrinar en vida.
Supersticiones o tradiciones a parte, visitar el santuario es una auténtica delicia, pues se encuentra en un enclave natural de extrema belleza. En el pueblo, todo el mundo parece vivir del peregrinaje a ese pequeño y bello templo levantado entre los siglos XVI y XVII. No hay nada como visitarlo fuera de temporada (si no, te resultará complicado caminar por las abarrotadas calles) y charlar un rato con la gente local. Como no podía ser de otra manera en Galicia, son amables, hospitalarios y están dispuestos a contarte decenas de historias y anécdotas de tiempos pretéritos.
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Y es que el Camino Inglés y sus aledaños guarda muchas sorpresas a los peregrinos, sea cual sea el motivo de su viaje.
Que espectacular destino. ¿ Qué tan necesario podría ser el hecho de alquilar un coche para disfrutar plenamente?