Islandia es un país en el que el folclore y la leyenda se mezclan en todos los aspectos de la vida. Y es que los islandeses, acostumbrados a vivir con ellas, las creen a pies juntillas. No hay más que ver series como Katla, estrenada este año en Netflix. Puedo dar fe de que no son pocos los islandeses que creen en este tipo de cosas. Por eso, cuando viajas por esa espectacular tierra dominada totalmente por la Madre Naturaleza, encuentras lugares tan mágicos como el cañón de Ásbyrgi.
Visité el bellísimo, y antiquísimo, bosque de Ásbyrgi varias veces el pasado verano, mientras trabajaba de guía en Islandia, y debo decir que es uno de los lugares que más me gustó en el norte del país. Los motivos fueron varios, pero los dos principales fueron: poder admirar uno de los pocos bosques originales islandeses que quedan en el país; y sentir el peso y la fuerza de las leyendas nórdicas islandesas, que intentaron ser enterradas para siempre con la llegada del cristianismo, hace más de un milenio.
El cañón de Ásbyrgi – que forma parte del circuito comercial islandés apodado con el sobrenombre de Círculo de Diamante – es un lugar que debes visitar para entender la personalidad de un país que, a pesar de ser muy joven (consiguió la independencia de Dinamarca en 1944), posee tradiciones y leyendas ancestrales aún muy vivas en la memoria de sus habitantes.
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Cómo llegar al cañón de Ásbyrgi
Ásbyrgi se encuentra a unos 63 km por carretera de la población de Húsavik, uno de los principales focos turísticos del norte de Islandia, tanto por sus excursiones para avistar ballenas como por su aire de antiguo pueblo pesquero y espectacular naturaleza circundante.
Hay una buena carretera asfaltada (la número 85) que te lleva de Húsavik al aparcamiento de Ásbyrgi. El trayecto no lleva más de 50 minutos. Eso sí, debes respetar los límites de velocidad, sobre todo en el último tramo, ya dentro de los confines del Parque Nacional de Vatnajökull, donde no se permite pasar de 30 km/h debido al estrechamiento de la carretera y la posibilidad de encontrar senderistas por el camino.
La mayoría de los viajeros que visitan el cañón de Ásbyrgi lo hacen por su cuenta, conduciendo un coche o furgoneta de alquiler. Sin embargo, si no quieres complicarte la vida y prefieres que te organicen la visita y te lleven y te traigan, puedes contratar una completa excursión por el Círculo de Diamante desde Akureyri (a unos 138 km de Ásbyrgi) con la que conocerás, además de Ásbyrgi, lugares tan especiales como la cascada de Godafoss, Reykjadalur y la cueva de Grjótagjá (famosa por ser escenario de ‘Juego de Tronos’).
Formación geológica del cañón de Ásbyrgi
Hay dos historias que explican la formación de Ásbyrgi. Una es la versión geológica y la otra se recrea en los dioses de la mitología nórdica. Aunque yo siempre he sido más creyente de las segundas (al menos de voluntad), te voy a explicar también la primera.
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Los geólogos estiman que el cañón de Ásbyrgi comenzó a formarse hace aproximadamente de ocho a diez millones de años, justo después de la última Edad de Hielo, luego de una catastrófica inundación glacial del río Jökulsá á Fjöllum. Esta inundación probablemente ocurrió debido a una erupción volcánica debajo del casquete helado del glaciar Vatnajökull.
Más tarde, hace solo 3.000 años, este proceso se repitió, esculpiendo aún más el desfiladero espectacular y conmovedor que conocemos hoy. Ese desfiladero que se halla ocupado por un denso bosque, tiene forma de herradura, lo que dio pie a la leyenda que te voy a explicar a continuación.
Leyenda de Asbyrgi
El folclore islandés dicta una teoría alternativa a la científica y geológica, como ocurre con otros muchos de los puntos de referencia turística del país. Dada la forma de herradura que posee el cañón de Ásbyrgi, la leyenda dice que el corcel de ocho patas de Odín, Sleipnir, colocó una de sus patas aquí, dejando una profunda huella en la tierra, mientras corría por el cielo.
Una gran cantidad de obras de arte y literatura han representado a Sleipnir como el verdadero creador de Ásbyrgi. Otros mitos afirman que Ásbyrgi es la capital y el verdadero hogar de la «gente oculta» de Islandia, los Huldufólk y los elfos. Muchas de las historias populares de Islandia giran en torno a estas personas mágicas y extrañas y los extraños castigos y complots que entre ellos despachan.
Hay incluso testimonios de gente que clama tener una percepción psicológica de criaturas de otra dimensión, que han afirmado que pueden ver y escuchar a estos seres místicos que viven en las grietas y barrancos del cañón. Sin embargo, es mucho más probable que se escondan en el bosque los zorros árticos.
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Visita al cañón de Ásbyrgi y su bosque milenario
Para apreciar completamente el Cañón de Ásbyrgi, lo mejor que se puede hacer es recorrerlo a pie. Para ello, hay varias caminatas, y es posible elegir la mejor de acuerdo a tu nivel de condición física, el clima y el tiempo del que dispongas.
Centro de Visitantes
Para aclararte un poco y decidir entre las distintas rutas disponibles en el lugar, lo mejor es recabar información en el Centro de Visitantes, que se encuentra justo cuando la carretera dobla y se interna en el cañón. Allí encontrarás un personal muy amable, informado y servicial, que te indicará todo lo que necesites saber sobre las mejores rutas de senderismo. Además, podrás comprar souvenirs, libros, mapas, postales y otras cosas de Islandia.
Un pequeño museo de la zona remata la faena.
El Centro de Visitantes opera todos los días desde finales de mayo hasta octubre, y durante la temporada baja tiene un horario de apertura limitado.
La ruta del bosque de Ásbyrgi y el estanque de Botnstjörn
La ruta de senderismo más popular en Ásbyrgi es la que conduce al estanque Botnstjörn. Esa es la que solemos hacer nosotros con nuestros viajeros.
Para ello, solo tienes que conducir hasta el aparcamiento que hay pasado el Centro de Visitantes (no hay pérdida) y caminar por unos senderos marcados que te llevan al precioso estanque pasando a través de un frondoso parche boscoso. Las aguas del estanque poseen varias tonalidades azules y verdes, y lucen hermosas, sobre todo en los días de sol. En el estanque y a su alrededor encontrarás fulmares – un ave parecida a la gaviota que parece haberse quedado atrapada aquí, lejos del mar – y algunos tipos de ánades.
Hay distintos miradores a la laguna, encontrándose uno de ellos en altura. Desde él se puede apreciar mejor el bosque y la forma de herradura del cañón.
Después, en el mismo bosque puedes realizar un interesante circuito botánico con unos carteles que te explican cosas interesantes sobre la flora del lugar. En total, se puede dedicar una hora a este recorrido.
El círculo de Kúahvammur
Otra opción senderista más ambiciosa es el círculo de Kúahvammur, que es un circuito de 12 kilómetros que incluye algunos tramos de escalada. Es el más completo de todos, regalando unas vistas espectaculares de la zona. Eso sí, solo te lo aconsejo para los días que haga un tiempo medianamente bueno.
El sendero de la isla de Eyjan
Eyjan es básicamente una isla en medio del Cañón Ásbyrgi. Esta caminata es considerablemente corta y también ofrece buenas vistas.
La ruta tiene unos 4.5 kilómetros de largo, y solo el comienzo presenta algo de pendiente. Hay parte del sendero que discurre a lo largo de un acantilado, aunque no es complicado, salvo para aquellos que tienen problemas de vértigo.
Cuál es la mejor época para visitar el cañón de Ásbyrgi
Aunque en general el norte de Islandia es más cálido que la parte sur del país, la mejor época para visitar el Cañón de Ásbyrgi es a finales de primavera, durante el verano (de junio a agosto son muy populares), y principios de otoño.
Durante este tiempo, Ásbyrgi es fácilmente accesible, los senderos están bien mantenidos y, aunque puede llover, las condiciones no son tan desafiantes, excepto por el viento frío omnipresente.
El invierno puede ser bastante duro debido a las nevadas y la escasez de horas de luz. Sin embargo, el Cañón de Ásbyrgi no está cerrado durante el invierno, pero es bueno saber que dos de cada tres rutas de acceso no son transitables.
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Lo que es importante es tener en cuenta, y aquí en Islandia es doblemente cierto, que no existe el mal tiempo, sino solo el mal equipamiento.