Ruta por los acantilados de la praia de São Rafael en el Algarve

Playas y calas vírgenes en una preciosa ruta cerca de Albufeira

El Algarve es una región de incontestable belleza natural, en la que destaca su áspera y dramática costa repleta de acantilados polimórficos y policromados que mueren en unas playas salvajes que parecen sacadas de películas de náufragos. Para recorrer la zona completa, disfrutándola al cien por cien, necesitarás no días, sino semanas, pues también oculta grandes tesoros en un interior en el que se hallan pueblos históricos, viñedos, campos de cultivo y una gran riqueza cultural. Sin embargo, es un lugar en el que no merece la pena apurarse, sino más bien concentrarse en un pequeño territorio y gozarlo sin prisa alguna, caminando y aspirando esa brisa marina que todo lo envuelve y dulcifica. Eso es algo que puedes hacer recorriendo el rústico sendero que une la playa de San Rafael (o praia de São Rafael) con una serie de playas y calas totalmente vírgenes que se extienden al oeste de la misma.

No esperes un camino señalizado o vallado, con carteles explicativos y demás – al estilo de la magnífica Ruta de los Siete Valles Colgantes que encontrarás más al oeste, cerca de la población de Armação de Pêra -, sino un camino serpenteante, con multitud de variantes, que se asoma a los acantilados, pasa por zonas de pinos y arbustos, y, si reúnes cierta valentía, también desciende a algunas de las calas y playas que puedes observar desde las alturas.

Es una ruta para los amantes de los paisajes admirables y aquellos que quieran conectar con la naturaleza y huir de las aglomeraciones típicas de la época estival veraniega en el Algarve. Apenas encontrarás gente en ella, sobre todo si la realizas en temporada baja, como fue mi caso.

Aquí te dejo algunas indicaciones logísticas y nuestra experiencia recorriendo la ruta que une la playa de São Rafael con la playa de Coelha (o praia da Coelha), situadas ambas a pocos kilómetros de la turística población de Albufeira, pero muy distinta a lo que puedes encontrar en ella.

Cómo llegar a la praia de São Rafael

praia de sao rafael
Playa de São Rafael. Foto © David Escribano

Apenas hay 10 minutos en coche desde el centro de Albufeira al aparcamiento de la praia de São Rafael. Y digo en coche porque esa es prácticamente la única manera de llegar a ella. Además, debes saber que para recorrer adecuadamente el Algarve no hay mejor manera de hacerlo que en coche, pues el transporte público es limitado y no te puede llevar a los preciosos rincones que esconde esta increíble parte del litoral del sur de Portugal.

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Cuál es la mejor época del año para realizar la ruta por los acantilados de la playa de San Rafael

En mi opinión, la mejor época del año para realizar la ruta por los acantilados de la praia de São Rafael es la primavera, el principio de verano (primeras dos semanas de junio) o a principios de otoño (última semana de septiembre y octubre).

Así encontrarás unas temperaturas más agradables que las típicas del verano del Algarve, y mucha menos gente. Además, podrás conseguir alojamiento y coche de alquiler en la zona a precios mucho más económicos.

De hecho, el Algarve es uno de esos escasos lugares de Europa que posee un microclima privilegiado, pudiendo ser visitado en cualquier momento del año (excepto en verano, para mí).

Qué debo llevar para realizar la ruta por los acantilados de la praia de São Rafael

Esta ruta no exige una preparación ni un equipamiento especial. Es sencilla (nos cruzamos con varias personas de avanzada edad que exploraban los senderos sin la más mínima dificultad), resulta imposible extraviarse (al tener siempre el mar como referencia) y el terreno permite que puedas recorrerlo con unas simples zapatillas adecuadas para el senderismo por tierra. En algunos casos, y si no vas a arriesgar demasiado bajando a algunas de las calas y playas menos accesibles, puedes incluso llevar sandalias de senderismo (esas que van atadas al tobillo con correas de velcro o similares).

Lo que no debes olvidar es llevar algo de agua, algún tentempié (o bocadillos, si piensas quedarte a comer en alguno de los espectaculares miradores que regala la ruta), protector solar (en cualquier época del año), toalla, gorra o sombrero y el bañador. Las gafas de bucear tampoco son una mala opción, pues la vida submarina por este lugar es abundante y variada, dado que los peces apenas son molestados por unos humanos que temen meterse en esas aguas tan bravas.

Descripción de la ruta por los acantilados de praia de São Rafael

Hay que decir que nosotros no partimos del aparcamiento que hay junto a la playa de São Rafael, sino que dejamos nuestro coche en la Rua de João de Guita, en una zona residencial y tranquila. Desde ahí, la calle te lleva al sendero, pues no hay otra salida aparte de las fincas privadas.

La Praia do Ninho das Andorinhas

Praia Ninho das Andorinhas. Foto © David Escribano

La primera parte del sendero nos llevó a asomarnos al acantilado y ver la praia Emil, inaccesible y con un agua que refulgía en varias bellas tonalidades de azul bajo la luz del sol de marzo. Retrocedimos un poco hacia el interior para bordear arbustos y una linda casa en construcción y llegar a contemplar la vista aérea de la praia do Ninho das Andorinhas.

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Esta minúscula cala es una de las más bellas que vi en el Algarve. Está encerrada por coloridas, y agujereadas, paredes de roca caliza y su pequeño parche de arena dorada prácticamente desaparece cuando sube la marea.

Se puede descender a la cala a través de unas escaleras de piedra que parten justo al lado de la gran casa blanca. Es cierto que hay un cartel que pone que está prohibido el paso (y una valla metálica) bajo multas de 30 a 300 euros, pero lo cierto es que es uno de esos sitios a los que hay bajar, sí o sí. El peligro que anuncia el cartel se refiere a los posibles desprendimientos de roca, pero en ese caso no podrías visitar ni una sola de las playas del Algarve, pues la gran mayoría están enmarcadas por paredes compuestas de la porosa roca caliza.

Así que bajamos y disfrutamos de una cala que tiene acceso al mar abierto a través de una especie de cueva/hueco abierto bajo una pared del acantilado. Ten cuidado con las mareas si vas a cruzar de un lado a otro, pues puede que salgas y después ya no sepas como entrar sin correr cierto peligro de que una ola te empuje hacia el techo rocoso de la abertura.

Praia da Ponta Pequena

A la izquierda (mirando al mar) de las playas de Ninho das Andorinhas y Emil se halla la Praia da Ponta Pequena, también de arena dorada, con pilares rocosos en el mar y de la cual obtuvimos unas bonitas vistas desde arriba, sin llegar a descender a su arena.

Praia da Ponta Grande

Praia da Ponta Grande. Foto © David Escribano

Continuamos el serpenteante sendero hacia el oeste para admirar, también desde las alturas, la salvaje playa de Ponta Grande. Esta es más grande que las otras, pero totalmente inaccesible, al estar custodiada por altos acantilados en los que no hay ninguna escalera o paso labrados.

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Praia das Salamitras

Praia das Salamitras. Foto © David Escribano

Sin embargo, corriendo una pequeña aventura, sí que logramos descender a la impoluta arena de la playa das Salamitras. El nombre lo he mirado en Google, y creo que esa, pero está claro que en esta zona tan salvaje no puedes esperar encontrar carteles que anuncien los nombres de cada cala y playa. Simplemente es la siguiente, hacia el oeste, de la praia da Ponta Grande.

Al principio nos pareció que sería imposible descender por aquellas empinadas paredes, pero mirando con más detenimiento encontré una pequeña grieta cuya pendiente era menor y ofrecía la posibilidad de un camino básico.

Agarrándonos con las manos a la tierra, descendimos sin ninguna prisa. Estábamos totalmente solos, en ese lugar en el que unas olas de una potencia y altura brutales golpeaban la orilla con furia cada pocos minutos. Unas pináculos rocosos se encontraban clavados en el lecho marino, a unos metros de la orilla, dándole un aspecto aún más rústico y salvaje al conjunto paisajístico.

Finalmente, aproveché un descanso de las olas más violentas para entrar en el agua, pero no pude pasar de la zona de la orilla, pues el mar es aquí inclemente y llegó a barrerme los pies y tirarme al suelo sin poder ofrecer resistencia. Un lugar peligroso para el baño. No os lo recomiendo. Sin embargo, el lugar es tan bello y solitario que su poder de atracción te obligará a bajar a conocerlo y quedarte un rato.

Praia das Salamitras. Foto © David Escribano

Praia da Maré das Porcas y Praia da Coelha

La última playa salvaje antes de Praia da Coelha es la de Maré das Porcas. La marea reduce la arena a una estrecha franja dorada a la que se puede llegar por el acantilado.

Si quieres algo más convencional, Praia de Coelha es tu opción.

En el camino hacia ella observamos matorrales litorales con enebro, coscoja, lentisco y palmito (la única palmera oriunda de Europa), que rodean una zona de descanso a un centenar de metros de la playa. Una vez en la playa, hallarás una pequeña ensenada protegida por altas paredes rocosas, con el Alto da Coelha al este. En los acantilados de cálidos colores se pueden ver fósiles marinos, además de las grutas y galerías provocadas por la erosión del agua dulce y salada sobre la roca caliza.

Praia de São Rafael

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Playa de San Rafael. Foto © David Escribano

Realizamos el camino de vuelta hasta llegar a la playa de São Rafael, con su bella arena y esas múltiples rocas calizas con formas que avivan la imaginación para encontrar parecidos con animales u objetos.

Aquí el agua está más tranquila, favoreciendo la práctica del submarinismo. Hay un chiringuito también, pero nos lo encontramos cerrado por ser temporada baja.

En los alrededores de la playa hay verdes parches de pinares y grandes arbustos, entre los que destaca la orgaza, una especie vegetal que transpira sal, siendo posible observar cristales de sal en sus hojas durante la mañana o a última hora de la tarde.

Un lugar idílico en el que merece la pena pasar el día.

 

 

 

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