Estrenar la nieve de temporada ofrece un placer especial reducido a aquellos que no se dejan amedrentar por el frío.
Con un buen amigo nos dirigimos a la comarca del Solsonés en Cataluña para pasar un fin de semana de desconexión y disfrutar de un buen trekking alrededor del Port del Comte y el valle del Lord.
Nos alojamos en un antiguo establo acomodado como apartamento a pocos kilómetros de Sant Llorenç de Morunys. Se encuentra a los pies del pantano de La Llosa del Cavall con magníficas vistas a los picos del Pre-Pirineo, ya nevados, que circundan la zona.
Por la mañana, a pesar de los 6 grados bajo cero, un sol radiante presagiaba un buen día de montaña. Con el coche, nos dirigimos hacia la estación de esquí del Port del Comte y aparcamos en el parking de L’Estivella (1.950 metros).

Desde este punto se inicia una ascensión a la montaña más alta de la zona: El Pedró dels Quatre Batlles a 2.388 metros de altura. Asimismo, se puede realizar una ruta circular -y eso mismo hicimos- cubriendo tres cimas en la zona: el mencionado Pedró dels Quatre Batlles, La Tossa Pelada (2.379 metros) y L’Estivella (2.338 metros).
Inicié la grabación por GPS con el móvil pero desafortunadamente no se grabó bien. Calculo que la ruta circular en su totalidad cubre unos 10 kilómetros con un desnivel de unos 400 metros aproximadamente.
A principios de diciembre la nieve cubría el sendero desde su inicio. Los primeros kilómetros asumen gran parte del desnivel a través de una amplia pista forestal que se encarama prácticamente en vía recta sin apenas curvas. Atravesamos una zona poco amigable con remontes de la pista de esquí del Port del Comte.

A medida que ascendimos nos sorprendió la preciosa vista del valle de Lord cubierto por las nubes. Parecía como si se tratara de una extensión de la misma nieve de las montañas pero con una peculiar plasticidad. Sobre el valle parecía como si un enorme algodón estuviera descansando sobre la extensión del terreno y, al fondo, las tres sierras más representativas del litoral catalán: Sant Llorenç de Munt, Montserrat i el Montseny se erguían sobre el horizonte marcando el final de ese manto de nubes.
No nos abandonaron esas vistas mientras realizamos el tramo final de ascensión al Pedró dels Quatre Batlles, que nos pareció sencillo, sin complicaciones. La nieve en pocas ocasiones nos cubrió las botas y no hizo falta el uso de raquetas o grampones.
Por el camino apenas encontramos a tres grupos de excursionistas y en un día tan especial en el que estrenas la nieve de la temporada y el buen tiempo te acompaña, se agradece la poca masificación y el buen compañerismo que nace en esas situaciones.
Una vez en la cima pudimos contemplar las otras vistas que nos esperaban. La extensa horizonal de la Sierra del Cadí estaba completamente nevada y parecía interminable.
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Seguimos nuestra excursión dirigiéndonos a los dos siguientes picos que nos esperaban. El primero de ellos La Tossa Pelada. Para cubrir la distancia simplemente tuvimos que descender hasta el collado para recuperar los metros ascendiendo sin apenas dificultades.
Tras él siguió el último de los picos de la jornada, L’Estivella (2.338 metros). La ascensión probablemente fue la que menos pasión levantó ya que tuvimos que atravesar una zona de remontes de esquí. Algo que, sin lugar a dudas, le quita un tanto la magia al paisaje salvaje de pisar nieve virgen en un entorno natural tan sugerente. No obstante, esta zona de las pistas de esquí todavía no había abierto sus puertas a estas alturas de la temporada.
Tras pisar la última de las cimas de la jornada emprendimos el camino de vuelta y lo hicimos abandonando el camino principal. No fue a propósito. En un momento dado, no encontramos más señales que las huellas de rebecos sobre la nieve. Desde ahí, no obstante, teníamos una buena visual hacia el pequeño lago que se encuentra junto al parking y nos internamos por el valle donde vimos algún rebeco asustado y descendimos sin problemas hasta llegar al sendero principal que nos dejó en el parking.
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Sin duda, fue una gran jornada de montaña para saludar la nieve de la temporada en uno de los parajes menos habituales entre excursionistas. La gente acostumbra a dirigirse hacia los Pirineos cuando realmente existen tesoros mucho más cerca de Barcelona dignos de admirar y las vistas desde el Pedró dels Quatre Batlles, en el Prepirineo del Solsonés son un gran ejemplo.
