Los conocí en las playas de Dahab, Egipto. Llevaban tres meses con la mochila y la bicicleta a cuestas desde que un día decidieron partir de Devon, Inglaterra y tras pasar por una auténtica odisea para llegar a tierras egipcias.
Rick y Oliver, un par de buenos amigos y amantes del mundo de dos ruedas y las piernas. Me contaron su itinerario y peripecias mientras degustábamos un auténtico festín de pescado y marisco en uno de los restaurantes tan baratos y deliciosos que se encuentran en el paseo marítimo de la emergente Dahab en el mar rojo.
Partieron de Devon en dirección a Francia con el ferry y, una vez en tierras francesas, no escogieron precisamente el camino más fácil. Se internaron por los Alpes recorriendo Suiza, Austria y Eslovenia. Siguieron por la costa adriática, Grecia y decidieron cruzar Turquía por entero.
Lo hacían con sus mochilas y su tienda de campaña. Dormían acampando en los campos cerca de la carretera aunque algunas veces algún alma caritativa les daba cobijo en su casa. Realizaron el recorrido con tiempo, sin prisas. Los grandes viajes se hacen con tiempo y sin prisas; con la mente abierta a cualquier cambio de planes.
Una vez en territorio kurdo, decidieron internarse en Siria -previo visado adquirido- y por sus carreteras recorrieron Alepo, los fabulosos castillos medievales que se encuentran por el país, Damasco y tampoco escatimaron unos días para descansar sus posaderas y respirar la maravilla de las ruinas de Petra en Jordania.
Desde Aqaba tomaron un ferry para llegar a Egipto y al día siguiente se encontraban junto a mi. Recién conocidos y entablando una magnífica conversación de viaje dentro del viaje. Una de esas buenas charlas que cuando viajas solo aprovechas para masticar cada una de las palabras y saben a jabugo y del bueno.
Entre las peripecias que me contaron había una que sobresalió entre todas. Mientras pedaleaban por Siria entre Hama y Holm observaron como un Mercedes se puso delante de ellos y aminoró la marcha. Llovía y las carreteras en Siria son de lo peor en Oriente Medio. Al cabo de unos minutos empezaron a oír disparos. No sabían de donde venían y durante unos segundos no supieron qué hacer. El Mercedes pinchó. Saltaron de las bicicletas y se pusieron a correr. Los disparos seguían cortando el aire y Oliver me contó cómo en un par de veces sintió el silbido de los disparos muy cerca de su oreja izquierda. Parecía vivirlo en ese preciso momento en que me lo contaba. Todo era muy reciente.
Se dispersaron sin querer. Oliver se quedó a pie de carretera escondido tras unos helechos. Rick siguió su frenético correr y encontró una casa. Llamó a la puerta desesperadamente pero nunca abrieron esa puerta. Se quedó escondido tras el muro durante un buen rato. Al cabo de una eternidad -quizás sólo habían pasado 30 minutos- pudo ver a su amigo Oliver que se acercaba. Corrió hacia él y éste le presentó a un maestro de escuela que amablemente los protegió en el edificio.
Llegó una ambulancia. Oliver tenía heridas en la pierna tras haber saltado desesperadamente de la bicicleta. Lo llevaron al hospital junto con el cuerpo de policía. En el centro preguntaron quien pagaría los servicios y un policía declaró que los gastos serían cubiertos por el estado.
Afortunadamente ambos compañeros se repusieron de sus heridas y sustos y siguieron su viaje. Nunca supieron exactamente lo que ocurrió. Aun así, los hechos parecían claros. La furgoneta los utilizó de escudo para protegerse de la policía. Ya fuera un tema de drogas o de terrorismo, afortunadamente habían salido vivos de la experiencia aunque eso les cambió un poco la perspectiva de su viaje. Me dijeron que desde entonces se trataban a cuerpo de rey, se olvidaban a veces del bajo presupuesto que se habían impuesto y desde entonces no habían pasado otra noche más en la intemperie con la tienda. Se entiende. Un susto así a cualquiera le daría por tirar la bicicleta y pillarse un vuelo de retorno a casa. No obstante, estoy seguro que volverán a las andadas porque la aventura se lleva en la sangre.
Haz click para más info y llévate un 5% de descuento.
Celebramos nuestras aventuras en las maravillosas playas de Dahab con unas buenas cervezas y un hasta pronto. En el mundo de los viajes, nunca se sabe cuando vas a volver a encontrarte.
Un buen viaje en bicicleta!!La bicicleta es la forma perfecta de viajar