Después de pasar 10 días en la magnífica Vilanculos, a orillas del Índico, llegó el momento de la aventura e internarse en el Mozambique profundo. Os dejo la cuarta parte de mis diarios de viaje de 2 meses por el sur de África:
19 de marzo 2013, Vilanculos (Mozambique), Baobab Beach hostel.
Lo que os decía, sigo en Vilanculos. Pero os prometo que me voy mañana. Más que nada porque ya tengo el billete de bus. Paulinho, el conductor, me ha obligado a coger el asiento al lado del suyo para conversar conmigo las 5 horas de viaje. Salimos a las 5 am, así que veremos si soy capaz de darle palique.
Ayer fue una noche especial. Unos chicos de aquí nos invitaron a cenar parrillada de pescado en su casa. Fui con mis 2 amigas holandesas (Agnes y Mariaj ) en la que iba a ser nuestra última noche juntos tras 10 días de convivencia.
Rui, Mauro y Alex son de Maputo pero se vinieron a Vilanculos huyendo del ajetreo de la capital. Lo han conseguido porque son de los tipos más relajados y despreocupados que conozco. Pero claro, esto es África.
Nos reimos muchísimo y aprendimos cosas sobre Mozambique. Ellos son doctor, veterinario (desde perros hasta rinocerontes o leones) y mánager de un resort y nos contaban lo mal que funcionan las cosas aquí cuando tiene que entrar el gobierno. Hablamos de fútbol, África, Europa, animales, hospitales.
La noche estrellada nos sirvió de escenario a Agnes y a mí para despedirnos antes de meternos en el calor del dormitorio compartido con otras 5 personas. Recordamos nuestros días en Maputo y Vilanculos. Muchas cosas en sólo 12 días.
Una pena cuando se marchó esta mañana a Maputo. En una semana estará en Amsterdam. ¡Europa parece tan lejana aquí!.
Las despedidas forman parte de estos viajes… ¡Y los nuevos amigos!.
Ya decidí. Dejo la ruta fácil y me interno en Mozambique. Este país es la bomba. De ahí pasaré a Malawi y de ahí a Zimbabwe, veré las cataratas Victoria y de vuelta a Sudáfrica para volar. Mucha tela y quizá demasiado territorio, pero ya descansé 10 días en esta playita y de nuevo a full power hasta el final.
Viajaré por un tiempo con Ophir, un israelí muy majo que conocí ayer. Haremos lo que nos quede de Mozambique y Malawi juntos y después se marchará a Tanzania.
Viajar en Sudáfrica o Swazilandia es demasiado parecido a Europa o Asia. Es fácil. Estas 4 semanas prometen muchas aventuras e intensidad. Mucho transporte también, pero intentaré concentrarme en 2 o 3 sitios en cada país para llegar a disfrutarlos.
Se acabaron los autobuses de lujo. Mañana el amigo Paulinho me contará su vida mientras su tartana con ruedas nos lleva hacia el Norte de este maravilloso país.
Me gusta viajar acompañado pero es una pena que Ophir no hable portugués. Hoy entró a comprar una fanta al bar y me quedé hablando con una pareja local que le estaban dando a una cerveza de aquí, tipo Guinness. Al final me dieron un vaso y acabamos los cuatro a la mesa. Yo le traducía A Ophir y me partía porque el amigo tiene una barba de 4 meses y los del bar le llamaban el Jesucristo venido de Israel.
Bueno, voy a ver a nuestra amiga argentina que se puso mala y le he tenido que dar medio cargamento de Fortasec. Esta noche cocino tortilla de patata como cena de despedida en Vilanculos.
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Intentaré comunicarme pero me llevará 2 o 3 días llegar a Ilha do Moçambique, y después veremos. Dicen que la gente de Malawi es la más amable y buena de la zona. Quizá sea verdad, pero aquí además saben divertirse con la pasión afrolatina.
Os seguiré contando
27 de marzo 2013, Cuambá (Mozambique), cyber café.
Por fin encuentro un sitio donde escribir. ¡Doy gracias a todos los que me recomendásteis venir al norte en lugar de escoger la ruta fácil!
El norte de Mozambique es aún mejor que el sur. Los paisajes son impresionantes.
Aldeas dispersas por casi todo el territorio, con sus tejados de paja y paredes hechas con ladrillos de barro. Las carreteras están llenas de gente caminando todo el día. No hay apenas coches sino personas andando, en bici o como sea. Cargan sacos en la cabeza (sin ayudarse de las manos, obviamente), llevan azadas al hombro o, simplemente, recorren la distancia que les separa de la aldea vecina a pie.
Hay adultos, pero estas tierras parecen pertenecer a los niños, como si fuera un País de Nunca Jamás, pero más crudo y real. Los hay por todos lados. Trabajando, jugando, yendo a la escuela o como mochilas de sus madres, que se los atan a la espalda usando las famosas kapulanas (una especie de pareo grande y de buena calidad con colores y diseños de mil tipos y muy llamativos).
En el camino hacia el norte nos pasó de todo.
La policía militar intentó extorsionarnos en un pueblo de paso. Yo era el único que hablaba portugués y mi amigo israelí Ophir y el americano Alec se quedaron callados mientras nos querían abrir bolsas y demás. Aquí la poli cobra 100 euros al mes, como mucho. Buscan sacar pasta al turista a la mínima. El tío me llamó listo porque mi historia sobre los tres cuadraba en todo.
Lo mejor fue mi cara cuando veo que sacan un hacha pequeña de la mochila del israelí. Sabía que era nuestra sentencia de extorsión. El policía (un gigantón de casi 2 metros) empezó a decir que tenía que llevar documentación para llevar un arma blanca. Con un AK47 en la mano, la gente gana mucha autoridad. Al final nos salvó un policía honesto que pasaba por allí. Nos revisó los visados y nos dejó marchar.
Ya contaré todo más detallado porque esto va muy lento. Sólo decir que fueron 3 largos días de viaje hacia Ilha do MoÇambique, pero que valieron la pena. Allí pasamos días tranquilos en la playa, con los niños y jugando al fútbol con el equipo de la isla.
Después a viajar de nuevo. Ya hemos probado todo los medios de transporte posibles. Hoy le ha tocado el turno al tren. Espectacular. Ya os contaré. Bancos de madera, gente vendiendo de todo en cada parada. En total, diez horas pare recorrer poco más de 300 kms.
En el apartado de pérdidas y demás, increíble: no he sido yo. El pobre Ophir perdió la cartera y ahora yo le llevo las finanzas del viaje.
Hemos tenido grandes fiestas también en la isla un par de noches y ahora estamos en una aldea perdida. Nos han acompañado unos lugareños a internet. Gente espectacular. Tengo que marcharme. Cierran. ¡Siento las faltas!.
Sólo decir que África es otro mundo. Era verdad. Mucho más complicado que cualquier otro de mis viajes y, por ello y por su gente, mucho más gratificante. Aguanto el cansancio inmenso de las largas horas de viaje con una sonrisa y pasando un tiempo genial. No pensé que tuviera tanta paciencia y aguante hasta que vine a Mozambique. Y es cierto y no un tópico: la gente aquí es más feliz. Así de claro y simple. ¡Menuda sociedad la nuestra!. Me hace pensar mucho. Quizá me quede más tiempo.
Mañana nos perderemos en la montaña y llega una amiga argentina. ¡Hablamos!.
Abrazos!!