En plena Costa del Sol, Málaga ofrece relax a quien quiere tumbona y playa, museos de renombre internacional a quien busca cultura, y una excelente gastronomía mediterránea para todos los paladares.
De gastronomía, de mercados, de productos y de dónde comerlos, desde la playa a bares de tapas, os hablaremos en este post que me ha costado unos cuantos kilos (ganarlos, que no perderlos).
Índice de contenidos
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Producto fresco: Mercado Central
La gastronomía empieza por el producto, por el buen producto. El lugar al que van los malagueños a buscar los mejores es el Mercado Central de Atarazanas (C/Atarazanas, 10) como me contaba Simone (de la empresa de turismo gastronómico Spain Food Sherpas).
Antiguo astillero naval musulmán, de ahí procede su nombre, a finales del siglo XIX se construye el mercado sobre sus ruinas, de las que sólo queda la fachada principal (en el lado opuesto a la fachada de la vidriera). El exterior abunda en el hierro forjado, el material símbolo de modernidad de aquella época.
En el interior se separan las zonas de los productos por su tipo, siendo los reyes absolutos los que llegan de la huerta y los que se traen del mar. Otro rey absoluto es la paciencia, imprescindible para navegar entre los malagueños que buscan los ingredientes más frescos para sus comidas o cenas.
Recordad que todo es muy vistoso pero no deja de ser un establecimiento comercial, intentad no molestar a quienes venden y compran.
¿Qué podéis comprar vosotros? Aceitunas, sin duda, con una selección de ellas aliñadas que os dejarán con la duda de cual tiene mejor sabor. ¿Puestos recomendados? 84 (Carlos Leiva) por sus frutas y 88 (Especias El Reloj) por sus aceitunas, siendo las Aloreñas las más demandadas.
No os vayáis aún de la zona del mercado, pues en una calle paralela se encuentra la Gastrotienda La Martina (Plaza Arriola, 10). Delicatessen pero también zona de restauración en terraza y primera planta, aquí podréis probar desde jamones a quesos de Asturias.
Recomiendo, para compartir, una unidad de albondigones con salsa de almendras.
Gastronomía Líquida: Bodega La Capuchina
Los romanos eran amantes del vino, al que incluso subieron a los altares con un dios Baco tomado prestado de los griegos (Dionisio para los helenos). No debe pues extrañar que una antigua finca romana sea el germen de los actuales terrenos dedicados a la vid en la Bodega La Capuchina.
Un metafórico intento de sacralizar un placer pagano y pecaminoso, vio aquella finca romana convertida en un recogido convento de frailes capuchinos.
Arrebatada por decreto a esta orden religiosa su propiedad durante la Desamortización de Mendizabal, un siglo tuvo que pasar hasta que la familia García Segura se convirtiera en titular de las tierras. Un cuarto de siglo más tarde, comenzaba a producirse vino.
De las 20 hectáreas dedicadas a viñedo, con una producción teórica de 40.000 litros, los controles de calidad y las exigencias de Susana García Segura sólo sacan al mercado con marca propia unos 25.000 litros de tintos y blancos D.O. Sierras de Málaga, dulces D.O. Málaga.
Situada en la Sierra de La Camorra, entre Alameda y Mollina, aunque pertenece a este último municipio, (imprescindible el uso de Google Maps para llegar a ella) la Bodega y Viñedos La Capuchina abre sus puertas – mediante reserva previa – a visitas individuales y de grupos.
Pincha aquí para hacer tu reserva.
Al finalizar el recorrido por las instalaciones, una cata de vino y aceite pone en el paladar la descripción que los oídos han recibido durante la visita.
Comer en la playa: Espetos
Sin cuchillo ni tenedor, seas villano o el Rey Alfonso XII, un espeto se come con los dedos.
Humilde pescado es la sardina, humildes fueron también los primeros pescadores y malagueños que procedieron a cocinarla de la manera más sencilla y rudimentaria, en base a lo poco que tenían a su alcance.
Un espeto es una columna de sardinas ensartadas por el lomo en un palo que se clava en la arena junto al fuego de una hoguera.
De comida para chuparse los dedos, aunque de clases menos pudientes, ir a comer una espetada es hoy algo que hace cualquier malagueño y visitante, sin importar cómo de abultada tenga la cartera.
Aunque los encontraréis por muchos más puntos del paseo junto a la playa, en la última visita a Málaga he probado unos excelentes espetos en el chiringuito Gutiérrez Playa (Paseo Marítimo Antonio Banderas, nº 6, Tlf. 952 11 89 08).
Tapas: la noche de Málaga
Tapas y Málaga son sinónimos con oferta y calidad. De entre todas las posibilidades que ofrece una ciudad que vive sus calles de noche y sus playas de día, estas son nuestras recomendaciones de dónde comer tapas en Málaga.
Café Central (Plaza de la Constitución, 11)
Si es demasiado temprano para un vino y una tapa, no lo será para un café. Ubicado en un punto céntrico y envidiable, el Café Central se autoproclama “el sitio donde se inventó la forma de pedir el café en Málaga”.
Con una terraza hacia la Plaza de la Constitución preferida por los turistas, es en el interior del Café Central de Málaga o en la callejuela de uno de sus laterales donde con más tranquilidad podréis tomar un tantum, un nequid nimis o, si os atrevéis, un horror vacui. Para los que no sepan latin, un azulejo lo explica gráficamente en el exterior del local, mientras en el interior hace lo propio otro pero en inglés.
Antigua Casa de Guardia (Alameda Principal, 18).
175 años de existencia avalan el respeto de los malagueños por un local en el que la cuenta de las consumiciones se lleva tan a mano que son marcas de tiza en la barra del bar.
Imprescindible probar el “Pajarete” y si os gusta, llevaos una botella a casa, pues la Antigua Casa de Guardia también hace venta al por menor de los productos de sus barricas.
Taberna Uvedoble (Calle Císter, 15)
Del nombre del establecimiento sólo una palabra acierta con lo que uno espera encontrar. Aunque “Taberna” nos haga imaginarnos locales oscuros, poco aireados y con más olor a vino que en una bodega subterránea, Taberna Uvedoble es luminosa, moderna y la “Uvedoble” procede del nombre del chef y propietario. Willie Orellana.
Cocina de mercado, producto local y tradición con toques modernos es lo que podéis encontrar en la Taberna Uvedoble. ¿Una recomendación? El Kebap de gambas al pil pil
Bodega El Pimpi (Calle Granada, 62)
Clásico entre clásicos, la Bodega El Pimpi se ubica en un antiguo caserón del siglo XVIII, y por eso su – a veces – laberíntico interior procedente de reconvertir distintas estancias en comedores y reservados.
La planta baja, en el lado que da al parque y la Calle Alcazabilla, donde se ubica la terraza, ofrece la zona de comidas más amplia, y los barriles decorados, firmados con tiza por celebridades que van de Paco Rabal a Antonio Banderas, pasando por Gloria Fuertes o la baronesa Thyssen.
Taurina, flamenca, fotográfica y de recuerdos es la decoración del Pimpi. En la primera planta te puedes encontrar a la Reina del Pimpi, Encarni Navarro, que las noches de los miércoles, jueves y viernes ofrece un espectáculo musical.
Al Pimpi se le ha unido un anexo, “La Sole del Pimpi”, más moderno, más coctelero y, en mi opinión, a visitar sólo después de que hayamos comido en alguna ocasión anterior en el Pimpi.
Bodeguita El Gallo (Calle San Agustín, 19)
La situación de la Bodeguita El Gallo hace sospechar de la calidad y precio de su oferta gastronómica, pues se encuentra en una callejuela del centro de Málaga y frente al Museo Picasso. ¿Trampa para turistas?
No es así, como pudimos comprobar cuando cenamos en ella 8 amigos que habíamos cometido el error de salir a cenar sin reserva previa. Sin embargo la Bodeguita El Gallo, con su buen servicio y tapas tradicionales, nos hizo un hueco en la terraza y rellenó con placer el que teníamos en el estómago. Muy recomendables los flamenquines y el surtido de croquetas.