Tradiciones vascas y francesas ante el océano Atlántico. Esta es una de las características por las que el pueblo costero de San Juan de Luz no me dejó indiferente.
A una distancia equidistante de 18 kilómetros al sur de Hondarribia y al norte de Biarritz, San Juan de Luz -en francés, Saint Jean de Luz y para algunos La Ciudad de los Corsarios– despliega sus coloridas fachadas ante una extensa bahía, un mercado repleto de la mejor gastronomía de cada país y un aire aristocrático a la par que un poco canalla.
San Juan de Luz tiene un fuerte pasado histórico marinero y, a su vez, es una de las localidades con más historia turística de Francia. Nos encontrábamos a la víspera de San Juan y la población se preparaba para su fiesta más importante del año. Los camiones de cerveza no paraban de descargar y las calles estaban decoradas con festivos colores.
Al llegar a la Promenade Jacques Thibaud se abre una extensa playa protegida por los acantilados de Sokoa y de Sainte Barbe donde disfrutaréis de bonitas vistas a Hondarribia y otras localidades cercanas.
Se trata de un bello paseo por el litoral donde veréis los antiguos baños, mansiones con entrada y escalera directa a la playa y La Pérgola, el símbolo del turismo aristocrático en San Juan de Luz de principios del siglo XX construido a finales de los años treinta. En su época fue un concepto bien alejado del carácter pesquero de la población de entonces y hoy alberga un casino.
Por el interior merece la pena pasear por la frecuentada Rue Gambetta donde se articula la actividad comercial de la ciudad. En ella encontraréis tiendas de todo tipo con especial hincapié en la rica gastronomía que bebe de tradiciones españolas, vascas y francesas, una fusión estupenda elaborada a fuego lento a través de los siglos.
A pocos metros encontramos el mercado y estuvimos de suerte ya que por sus alrededores se apostaban una gran número de vendedores de otro pueblos ofreciendo su mercancía.
En pocos mercados como en el de San Juan de Luz he visto tanta variedad de quesos, embutidos y verduras. Quedé prendado del mercado, sus productos y ambiente. Y sí, afortudamente, había comido antes de llegar al mercado, por lo que no tuve la necesidad imperiosa de sacar humo de la tarjeta visa. Obviamente, unos buenos quesos de cabra y vino francés me acompañaron en el viaje de vuelta a casa tras la visita.
La iglesia de San Juan Bautista da a la misma Rua Gambetta y, aunque ha sido remodelada en varias ocasiones, la visita a su interior merece la pena. El exterior no me pareció nada destacable pero en su interior aguarda una luz ténue que le da una sensación mágica. Como en algunas otras iglesias de localidades marineras del Atlántico, un barco cuelga del techo para proteger el sino de los pescadores de San Juan. En la misma iglesia existen unas escaleras que dan al campanario donde disfrutaréis de unas buenas vistas de la ciudad.
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Era el día 22 de junio y desafortunadamente nuestro vuelo de vuelta a Barcelona partía ese mismo día desde el aeropuerto de Burdeos y nos quedábamos sin fiesta de San Juan. Mientras nos despedíamos la gente de San Juan de Luz se preparaba para disfrutar de una verbena por todo lo alto en nombre de su tierra. Sin duda, una razón más para volver y disfrutar de los fuegos de artificio, la buena gastronomía y el vino de la región tumbado en una de las playas más bonitas de la costa Atlántica francesa.
Gracias por escribir sobre otro lugar menos conocido pero hermoso en Europa (Francia). No hay que olvidar el delicioso queso
Cheers,
Dev
Buenas Jony! La mia tambien fue un poco relámpago y me quedé con las ganas de celebrar las fiestas de San Juan en la playa! Me lo guardo para otra ocasión, tenía pinta de que iban a montar algo grande!
Pues lo tenemos cerquita! :)
Estuvimos hace un par de fines de semana y me gustó mucho. Fue una visita relámpago, pero cuando vuelva ya tengo un par de lugares que conocer. Gracias!
Saludos
Uno de los primeros sitios que visité fuera de España. Tengo que darle otro repaso pronto :)