Festival de Reggae en Geel, Bélgica

Carpas donde repostar comida y bebida en el festival de reggae de Geel

Aunque en el gran Lokerse Feesten ya tuve la ocasión de saborear un poco la música reggae -con Damian Marley Jr- sería tan sólo un día más tarde cuando me zambulliría, sin manguitos ni flotador, en la locura del Festival Reggae de Geel.

Mi día comenzó a las 9.30 de la mañana en el hotel de Lokeren. Tan sólo había dormido 5 horas, pero tras una ducha con agua templada, un buen desayuno con tostadas, fruta, yogurt y cereales y una generosa ración de Sol callejero, a las 10.30 ya había conseguido volver a la vida.

Me dí un paseo por el centro de Lokeren antes de tomar el tren que me dejaría, media hora más tarde, en una de las estaciones de ferrocarril más bellas del Mundo: Amberes.

Tuve el tiempo justo para llegar al hostal en metro, dejar la mochila, coger mi cámara en préstamo Sony HX20 -impresionante zoom 20x y HD vídeo- y marcharme a conocer al que sería uno de los grandes descubrimientos de mi viaje por Bélgica: el joven bloguero especializado en música, Gregory Lambrechts.

Una de las zonas de acampada

Greg me cayó bien desde el primer minuto. Se tomó su espera -llegué algo tarde, para variar- con gran filosofía y me recibió con una sonrisa de oreja a oreja. Nos presentamos y salimos a la calle de una ciudad en la que él había estudiado por varios años. Su elevado grado de empanamiento mental hizo que yo fuera el guía por las calles del centro.

Encontré el restaurante italiano en el que nos habían citado para comer y allí esperamos a su amigo Pietr. Ambos son originarios de Sint-Niklaas, pueblo cuyo nombre se refiere al Papá Noel de los Países Bajos. Con semejante procedencia, ambos hacían gala de una afabilidad y buen humor innatos que, junto con sus ganas de fiesta, formaban un cóctel con el que ganaron mi corazón al instante. Ya no nos separaríamos en todo el día.

Encontramos un hueco para tomarnos nuestra primera cerveza belga en una de las terrazas de la Groenplaats de Amberes. Después salimos hacia la estación de tren para tomar el nuestro a Geel.

Gente de todas las edades disfruta de su fiesta en Geel

Al llegar a Geel cogimos un bus que ponía la organización del festival y que, por 2 euros, nos dejó en la misma puerta del enorme recinto.

Yo dormía aquella noche en el novísimo Youth Hostel de Amberes pero Pietr y Greg habían traído con ellos una de esas pequeñas tiendas igloo, así que fuimos directos a la zona de acampada y buscamos un lugar donde ponerla. Aquello era como buscar un político honesto. Al final, dadas las minúsculas dimensiones de la tienda, conseguimos meterla con calzador en medio de aquel bosque de lonas de colores vivos. Al intentar hinchar los colchones con la hinchadora eléctrica se nos rompió el aparato y pusimos a trabajar los pulmones entre risas.

La zona de acampada es inmensa, pero es que son más de 30.000 almas las que pasan por el recinto del festival en un sólo fin de semana. A las 4.30 de la tarde, mucha gente estaba tomándose un descanso tumbados al sol, bebiendo algo en círculos o preparando una comida tardía a la brasa. Un ambiente muy relajado…Muy reggae.

Seguimos la hilera de gente que se dirigía por la carretera guiada por el sonido de la música cual cuento de Hamelin.

Iberia Express

Pasamos por un par de zonas de acampada más antes de llegar a la explanada principal.

El escenario principal del Reggae Geel

En ella había puestos de distintos tipos de comidas -la mayoría calientes- y bebida; zona de chiringuitos para comprar artículos reggae -gorros, camisetas, pelucas rasta y mucho papel de liar-; y dos grandes carpas donde la gente podía elegir escuchar y bailar a ritmos distintos de los que sonaban en el gran escenario principal.

Greg y yo fuimos directamente a la zona de backstage, donde conoceríamos a nuestro contacto de la Oficina de Turismo de Flandes: la simpática Tama D´Haen. Charlamos un rato y nos bebimos una cerveza antes de retornar al meollo.

Algunos cientos de personas bailaban de pie al ritmo que imponían los artistas de turno en el escenario, pero otros muchos bebían y comían sentados en círculos a lo largo y ancho de la inmensa explanada de césped.

Vaya trío!

El público es de todo tipo. Vimos gente muy joven, pero también familias con niños e incluso alguno que pasaban los 50 y balanceaban sus rastas mientras se tomaban una buen cervecita.

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Nos dimos una vuelta por la zona de tiendecillas para acabar repostando cerveza y cogiendo algo de comer.

Debo reconocer que, aunque los entendidos nos decían que el cartel era la creme de la creme del reggae, yo no soy un gran seguidor de este típico de música. La identifico con la relajación total, en una playita perdida. Pero, siendo una persona tan activa, al cabo de un rato escuchándola me parece toda igual y me cansa.

Impresionante cómo bailaban estos dos al ritmo del DJ

Greg y Pietr se inclinaban más por los ritmos grunge y alternativos así que fuimos un rato a la zona Ska y acabamos un par de horas botando al son de ritmos latinos, technos y disco en la carpa de mayor tamaño.

A pesar de que la temperatura nocturna era más bien fresca, acabé sudado hasta los calcetines de tanto bailar y los tres lo pasamos en grande.

Eran las 12.30 de la noche cuando Greg me invitó a probar un dulce típico hecho de simple hojaldre y azúcar en polvo. Nos sentamos los tres por última vez en el césped a comernos nuestro postre y despedirnos. Alrededor nuestra, la noche seguía muy pero que muy viva y miles de personas reían, bebían, comían y cantaban sin parecer que pudiera haber un final.

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Ambientazo y muy buen rollo en el Festival de Reggae en Geel.

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