Hacer una escapada a Galicia y dedicarse a ver piedras suena tan raro, pero tan raro, que tengo que explicar porqué lo recomiendo. En las Rías Bajas (Rías Baixas en gallego), muy cerca de Pontevedra, existe una de las mayores concentraciones de petroglifos de Europa, arte cincelado en piedra dejado por nuestros antepasados de la Edad de Bronce.
Testimonios del arte rupestre, los petroglifos son representaciones de elementos concretos (como animales) pero también abstractos (oníricos) y simbólicos (escenas). O eso creen los expertos porque a ciencia cierta sólo hay teorías (valga la contradicción).
Lo único cierto es que hace unos 4.000 años, las tribus que habitaban esos parajes sintieron la necesidad de expresar sus sueños, sus creencias y sus vivencias.
Usando rocas de cuarzo, golpeaban la superficie granítica de las piedras, realizaban el diseño, ampliaban los surcos e igualaban el resultado final.
Ese resultado final, esos petroglifos, han estado durante milenios expuestos a la desidia humana y a las inclemencias meteorológicas (se realizaban al aire libre) pero también a la interpretación de los habitantes que los redescubrieron siglos después.
Excursiones en las Rías Baixas
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Mitos, leyendas e historias han nacido de no saber el quién ni el porqué había círculos, formas, y figuras grabadas en piedra en mitad de los campos.
Avancemos en el tiempo y lleguemos a nuestro presente, donde los petroglifos están siendo catalogados, estudiados y preservados como atractivo de interés para quienes visitan Terras de Pontevedra (una mancomunidad que abarca siete ayuntamientos en torno, e incluyendo, a Pontevedra).
Aunque hay más zonas con presencia de arte prehistórico, la Ruta de los Petroglifos engloba siete recursos de Arte Rupestre en Terras de Pontevedra: Tourón (Ponte Caldelas), Chan dos Areeiros (Vilaboa), Mogor (Marín), Salcedo (Pontevedra), A Caeira (Poio), Fentáns (Cotobade) y el Parque Arqueológico de Arte Rupestre de Campo Lameiro.
Índice de contenidos
PAAR (Parque Arqueológico de Arte Rupestre) de Campo Lameiro
Llamadme racional, pero un museo es el primer punto al que recomiendo acudir para entender mejor el contexto de lo que vamos a ver en la Ruta de los Petroglifos. Aunque el PAAR es más que un museo porque a su faceta de divulgación se añade una parte que incluye curiosas experiencias (como hacer fuego con herramientas neolíticas) y una faceta de investigación, ya que el millonario edificio se ha construido en el Parque Arqueológico de Campo Lameiro.
Los petroglifos sobre los que se habla en la zona de exposición pueden verse al aire libre, a unos metros de distancia, así que primero podemos aprender como era la vida del hombre en la Edad de Bronce, su organización, sus aldeas e incluso sus enterramientos.
Después salimos del edificio y en un recorrido de 3 km tenemos dos zonas de interés: la zona de los petroglifos (con 8 paradas donde observarlos) y la reconstrucción de un poblado de hace unos 4.000 años, realizado con los mismos materiales que usaban nuestros antepasados.
¿Viajas con niños? Seguro que les encanta el laberinto del Parque Arqueológico, trasladando a tamaño “real” uno de los símbolos más famosos, que podrás encontrar en los petroglifos de Mogor. Y, lo admito, yo también me día unas cuantas vueltas hasta llegar al centro del laberinto.
Petroglifos de Mogor
Sin relación alguna con el Monte del Destino, Mogor es una parroquia de Marín, una zona más conocida por su Escuela Militar Naval. Pero antes de que los futuros oficiales de la Armada de toda España vinieran a formarse aquí, entre los años 3.000 y 2.000 AC dejaron su rastro nuestros antepasados prehistóricos.
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Lo hicieron en tres grupos de rocas, siendo la Piedra del Laberinto la más reconocida y llamativa: sólo hay otros cuatro petroglifos con ese diseño en toda Galicia.
Los petroglifos de Mogor, y el centro de interpretación, están al lado de la playa de Mogor así que se puede combinar la cultura y el ocio en el orden que prefiráis.
Centro Arqueológico de Caeira
El Centro Arqueológico de Caeira se haya en el mismo municipio de Poio se encuentra el pueblo pescador y los horreos de Combarro, donde las tradicionales edificaciones se pueden encontrar casi en cada rincón, pero las más llamativas son las que se asoman al agua.
En gallego, “Caeira” significa ladera empinada, una pista de lo que os espera cuando lleguéis al aparcamiento improvisado en el Monte Tomba.
A 150 m de altitud se han localizado un conjunto de una veintena de grabados, de los que tres conjuntos se consideran Monumento Histórico-Artístico.
Área Arqueológica de Tourón
Llevad ropa de abrigo, zapato cómodo y agua cuando os acerquéis al Área Arqueológica de Tourón, pues es una extensa zona en la ladera de un monte, sin posibilidad de refugio en caso de lluvia (excepto en el Centro de Interpretación, pero está ubicado a la entrada).
El agua os puede servir también para derramarla – no va a hacer daño a los restos – sobre alguno de los petroglifos si no es fácil de distinguir. Imprescindible el de Nabal de Martiño, con una escena de caza de ciervos y un cazador prehistórico.
Existen 5 paradas señalizadas en el recorrido, aunque es recomendable acudir cuando el Centro de Interpretación esté abierto para obtener información complementaria.
La Ruta de los Petroglifos en Terras de Pontevedra se cierra con (y hay más información en los enlaces porque yo no tuve tiempo de visitarlos) los petroglifos de Chan dos Areeiros (Vilaboa), Salcedo (Pontevedra) y Fentáns (Cotobade).
Si las Rías Bajas, y Pontevedra, son un destino para disfrutar de la gastronomía y los paisajes, no os olvidéis que la Ruta de los Petroglifos os permite asomaros a la Prehistoria, a los sueños y vida de nuestros antepasados de la Edad de Bronce.