Nuestro vuelo de vuelta a Barcelona salía a las siete de la tarde. Llevábamos cuatro días visitando Oporto y nos apeteció probar algo nuevo. Así que dejamos las mochilas en el hostal y nos dirigimos la estación de trenes de la ciudad para ver con qué podía sorprendernos.
Braga era nuestra primera opción pero la descartamos ya que se hallaba a dos hora de tren desde Oporto y parecía ridículo realizar el trayecto si apenas teníamos unos minutos para poder disfrutar de ella. Entre otras posibilidades descartadas, escogimos Guimaraes por su proximidad –a una hora en tren desde Oporto-, porque era el próximo tren en salir y, sin duda, por su pasado histórico como cuna del país lusitano.
Entre la ida y la vuelta, teníamos tres horitas para comer y dar una vuelta por el casco antiguo de Guimaraes y nos pareció mucho mejor que quedarnos otro día en la ya conocida Oporto.
El tren, puntual, nos dejó en Guimaraes por menos de 5 euros el billete de ida y vuelta y en apenas una hora y cuarto.
A Guimaraes se la conoce como a la cuna de Portugal debido a que Alfonso Enríquez se proclamó allá en el año 1139 como rey del país luso. Hoy en día, Guimaraes es una tranquila aldea de apenas 20.000 habitantes con un centro histórico fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco que merece la pena visitar. En un buen día soleado no hay nada mejor que perderse por sus hermosas callejuelas con pórticos y soportales y tomar un café en una de sus múltiples plazas de estilo medieval.
El castillo domina desde lo alto la ciudad y en él todavía se conserva la torre del siglo X y mide 28 metros de altura. Junto al castillo todavía se levanta la iglesia románica de San Miguel del siglo XII.
Bajo la atenta mirada del castillo y su torre discurre un centro histórico con iglesias de románicas, góticas y barrocas. Incluso los edificios que no están englobados en un estilo arquitectónico por su modernidad también son bonitos. Guimaraes ha hecho un buen limpiado de cutis a la ciudad y todos los edificios del centro siguen una bella proporción y un buen gusto visual para disfrute del viajero.
A la vuelta a Oporto, subimos al hostal para recoger las mochilas y subimos al metro que en apenas media hora nos dejó en el aeropuerto de Oporto para tomar el vuelo que nos alejaría de Portugal, al menos, por una temporada.
Pues me apuntaré Braga para la proxima escapada desde Oporto. Gracias por el apunte!
Me temo que no mirásteis bien los horarios. El viaje a Braga es más rápido que a Guimaraes, no mucho más pero sí unos minutillos.
Buen post!
Gracias por la info ;-)