Llegué a Huaraz a las seis de la mañana. Las nubes parecían predecir una experiencia de trekking entre las montañas peruanas de los Andes pasado por agua.
Me instalé en casa Zarela. Se trata de una recomendación de un amigo montañero que se pasó por aquí el verano pasado. Aunque está un poco lejos del centro merece la pena por su información y la calidad de sus habitaciones. Una individual con cama de matrimonio y baño por 30 soles. Según el registro hacía 3 días que no pasaba nadie por ahí.
Huaraz se encuentra en el corazón de la cultura Chavín, una civilización pre-inca que ha dejado múltiples señales a lo largo del departamento de Ancash y de los siglos.
Realmente este departamento se halla enclavado en una zona incomparable: el Pacífico bañana sus costas y en el interior se levantan colosos como el Huascarán (con 6,768 metros se trata del pico más alto del Perú y el segundo de los Andes tras el Aconcagua). El río Santa separa la cordillera negra de la blanca y existen multitud de pueblos, senderos y picos que escalar.
Durante el día me dediqué a buscar información sobre mapas yalquileres. Deseaba realizar el trekking como otras veces en solitario y, según el ritmo, juntarme con los demás montañeros que encontrara por el camino.
Pedí información en un par de tiendas y observé que no ponían ninguna cara rara al decirles que quería realizar el trekking de Santa Cruz en solitario. Al fin y al cabo, es el más concurrido de la zona y al ser temporada baja quería un mínimo de seguridad.
Tras unas cuentas vueltas alquilé en Trek Andino (Avenida Luzuriaga) un iglú (costó encontrar uno que pesara menos de dos kilos), una alfombrilla y un palo. La tienda me salió por 10 soles al día y tres soles por los otros dos artículos.
En la misma avenida Luzuriaga en dirección a Caraz existe un pequeño supermercado donde abastecerse de comida. Pan, latas de atún y sardinas, jamón dulce, galletas y chocolate me acompañarán a mi y a mi estómago durante los próximos cuatro días vagando por los valles y picos de los Andes peruanos.