No había oído hablar de la isla de Koh Payam en mi vida hasta que hablé con una pareja en el hostal Mr Kid de Hsipaw, en Myanmar.
Eran los únicos turistas extranjeros -a parte de nosotros- en el lugar y simplemente mantuvimos la típica conversación de viajeros en el camino: de dónde sois, cuánto tiempo lleváis viajando, por dónde habéis pasado, hacia dónde os dirigís después y las recomendaciones de rigor si han pasado por tu futura ruta. No nos engañemos. No hubo conexión de ningún tipo con ellos porque la gente tiende a pensar que cuando viajas todo el mundo es super buena onda y tal. Pero les tengo que agradecer el descubrimiento de esta isla tailandesa cercana a Myanmar.
Al principio pensé que se referían a Koh Pangan -sonaban parecido- pero me dijeron que no tenía nada que ver y que no estaba incluida en la Lonely del Sureste Asiático. Punto a favor.
Me quedé con el nombre en la cabeza y, cuando llegó el momento de elegir un lugar en el que pasar unos días de playa relajados y lejos del turismo masificado que inunda Tailandia, la saqué de la memoria.
Koh Payam es un lugar bastante bonito y super relajado. No es el paraíso terrenal, ni la playa perfecta ni demás chorradas que se dicen de tantos lugares por esta zona. Tampoco es recomendable para quien vaya buscando fiesta. Pero en conjunto es una isla que merece la pena visitar y buenísima si lo que te apetece es relajarte, leer y bañarte en la playa, hacer algo de kayak y tomarte una birra tranquila al son de canciones de Bob Marley y Jack Jones.
Aunque se puede ir caminando a algunos sitios, las distancias no son tan pequeñas -sobre todo cuando pega el sol de mediodía- y es aconsejable alquilar una moto para recorrer las playas de la isla. Las motos con cambio manual cuestan 150 B por un día mientras que las automáticas salen por 250 B. Podéis repostar gasolina en pequeñas tiendas por la isla por entre 40 y 45B aunque con un par de litros os da de sobra para recorreros casi todo.

La mayoría de las cabañas se concentran en Ao Yai y Ao Wai, aunque hay otras playas más pequeñas por la isla, una de ellas cerca del muelle.
Los precios son realmente buenos y nosotros conseguimos una cabaña de bambú por 200 B al día, con baño -muy básico- propio. Podéis encontrar mejor calidad si subís el presupuesto y algunos de los lugares tienen kayaks, juegos de mesa e internet para sus clientes. No hace falta que reservéis nada por anticipado porque la oferta -normalmente- supera a la demanda. Lo mejor es elegir la playa en la que os queréis quedar y tomar una mototaxi hasta allí, después simplemente entráis a preguntar en la serie de cabañas apiladas que encontraréis.
Fue el primer lugar de relajación absoluta tras algo más de 2 meses de viaje. Me quedé en la isla por una semana y quizás habría permanecido algo más si las tormentas de agua que inundaron todo el Sur de Tailandia no hubieran llegado. De los 7 días, 5 llovió sin apenas tregua y nuestra paciencia acabó por desbordarse.
Aun así nos recorrimos la isla en moto y me pasé un día entero con el kayak para descubrir un par de playas a las que no llegamos con la moto. El agua tiene un color azul verdoso. debido a la cantidad de vegetación que está a ras de mar, que hace que no sea demasiado buena para bucear.
Una bonita y relajada isla para salirte un poco del turismo de masas y disfrutar de no hacer nada. Eso sí, ¡si no llueve!