Retrocediendo en el tiempo en Myanmar: Ava y Sagaing, antiguas capitales de Burma

Vistas desde la colina de Sagaing
Vistas desde la colina de Sagaing

La tierra a la que ahora se le llama Myanmar tuvo, anteriormente, otros nombres, como Burma o Birmania.

En un país donde los astrólogos tienen tal poder que hay gobiernos que han ido trasladando la capital según los consejos de éstos, el tema no es de extrañar. Eso es lo que ocurrió hace unos diez años, cuando la capital mudó de Rangún a Naipyidó porque los “sabios” comentaron a los avispados dirigentes del gobierno militar que, si no lo hacían, perderían el poder. Claro, que también están prohibidas las motos en la capital porque un motorista atentó contra la vida del presidente de la vecina Tailandia. Unos cracks estos gobernantes birmanos, que reprimen a su pueblo y venden los recursos del país a China.

Pero los cambios de capital vienen de lejos. Cerca de la, otrora, poderosa ciudad de Mandalay, encontramos unas ciudades que fueron el centro de influencia de diferentes dinastías birmanas.

Las antiguas capitales, Ava y Sagaing, merecen la pena y forman parte de una de las mejores excursiones de un día desde Mandalay.

Sagaing

Estupas de pagodas en Sagaing
Estupas de pagodas en Sagaing

Situada 20 km al suroeste de Mandalay, sobre el río Ayeyarwady, esta antigua capital es hoy una vibrante capital de la región que lleva el mismo nombre. Pero, por encima de todo, es uno de los centros budistas más importantes del país. No hace falta ser un experto para darse cuenta de ésto, sino simplemente, subir a la colina de Sagaing y contemplar las envidiables vistas.

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Nosotros llegamos con el bus a la base de la colina principal y ahí tomamos una pick up para ascender. Arriba, la pagoda Soon U Ponya Shin se mostró ante nosotros como una combinación de dorados y rojos que llama la atención a primera vista. Entramos en una sala donde se alinean decenas de budas, todos ellos distintos unos de otros, según nos comentó nuestro guía. La verdad es que tienes que fijarte mucho para apreciar esa pequeña diferencia en la postura de la mano, los adornos de pelo o corona, o, incluso, la expresión de ojos y boca.

Frente a ellos habían colocado varias placas con los nombres de los donantes de la pagoda, todos ellos extranjeros que debieron pasar por aquí y quedaron impresionados con este templo del budismo.

Pero lo mejor no es la pagoda en sí, sino las vistas de las que puedes disfrutar cuando asciendes a sus pisos superiores. Decenas de puntiagudas estupas emergen, señoriales y doradas, entre el verde que tapiza la colina. Nos encontramos en plena temporada de lluvias, en agosto, y el color de la vegetación es fulgurante. El río Ayeyarwady, una de las arterias principales del país, baja con un gran caudal. En la orilla opuesta se ven los edificios de la viva Mandalay. La última gran capital en caer en manos de los ingleses, en el último cuarto del siglo XIX, es hoy un importante centro comercial e industrial para un país que ha sido bendecido con abundantes y valiosos recursos naturales pero maldecido con unos dirigentes que han sangrado al país desde hace más de 50 años.

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Para aquellos que estén buscando cursos de meditación para extranjeros, Sagaing será el lugar al que acudir. En estos últimos años en los que el país, bajo gran presión internacional, se ha ido abriendo ligera y progresivamente al exterior, los monasterios budistas han podido comenzar a recibir estudiantes extranjeros que quieren adentrarse en las enseñanzas budistas.

Son muchos los monjes y monjas que pueblan las calles de Sagaing. Con sus hábitos marrones, rojos y rosas, dan colorido a esta antigua capital que emergió tras el ocaso de Bagan. Pero en su pasado reciente hay un gran punto negro. Aquí tuvieron lugar las famosas manifestaciones de 1988, donde más de 300 personas cayeron asesinadas bajo el fuego represor de los soldados gubernamentales.

Ava

Ava parece flotar sobre el río Ayeyarwady, como una isla suspendida sobre el agua, pero también en el tiempo. Así lo sientes cuando desembarcas en las verdes tierras de Inwa, el otro nombre con el que se conoce a esta ciudad que fue capital de sucesivos reinos burmeses entre los siglos XIV y XIX.

Ava

Retiro de reyes (por su belleza natural) y lugar donde se protegían de invasores (por su situación geográfica), Ava fue saqueada en numerosas ocasiones, destruida y reconstruida, hasta que en 1839, una serie de terribles terremotos la dejaron en ruinas y sus ciudadanos, finalmente, decidieron abandonarla.

Llegamos a Ava en barca. Atracamos en el embarcadero de un restaurante llamado Ava Maria y disfrutamos de una buena comida al aire libre, en una zona ajardinada en la misma ribera del río. La comida de Myanmar está compuesta de una deliciosa mezcla de ingredientes y sabores de China, India y Tailandia, sus vecinos.

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Al acabar nos estaban esperando unos pequeños coches de caballos de dos plazas con los que recorreríamos Inwa. Los niños nos intentaban vender todo tipo de alhajas y nos siguieron durante el recorrido montados en sus bicicletas. Son increíblemente despiertos y podían soltar bastantes frases en español con las que no pudimos evitar reir y, finalmente, comprar algo. Unos artistas.

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En el camino nos cruzamos con antiguos palacios, una alta torre de vigilancia (a la que no se puede ascender desde el terremoto de hace escasos años), pagodas y monasterios. Uno de los más impresionantes monasterios que visité en Myanmar fue el de Bagaya. Levantado en madera de teca en el siglo XVIII posee una gran belleza ornamental y su interior, silencioso y fresco, te impone una admiración reverente.

Cuando salimos ya atardecía, y la estampa con los campos llenos de agricultores, las finas y altas palmeras y las estupas salpicándolo todo, fue una de las más bonitas que contemplamos durante todo el mes que duró nuestro viaje.

Realmente puedes pasar un día completo en Ava y disfrutar de todas y cada una de sus construcciones históricas en un entorno natural precioso.

Cuando nos subimos a la barca que nos devolvía a la otra orilla ya estaba anocheciendo y sólo un pequeño rayo naranja iluminaba el cielo. Era el final perfecto a un día inolvidable en las antiguas capitales birmanas.

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2 comentarios en “Retrocediendo en el tiempo en Myanmar: Ava y Sagaing, antiguas capitales de Burma”

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