En el noroeste de Islandia te encontrarás algo parecido a una última frontera. Seguro que eso es lo que les parecerían los fiordos del noroeste del país a los antiguos vikingos que colonizaron esta isla inhóspita y dura. Y es que en el – discutiblemente, pues las islas Azores pertenecen a Portugal y se encuentran más al oeste – el punto más occidental de Europa marcaba un límite a partir del cual solo se extendía el desconocido océano, repleto de peligros y seres mitológicos. Hoy en día, los fiordos del noroeste de Islandia – o fiordos del oeste – siguen manteniendo su aire salvaje y despoblado. Un lugar en el que la Madre Naturaleza campa a sus anchas y se declara dueña y señora de todo con apenas resistencia. Un lugar que merece la pena visitar si posees tiempo durante tu viaje a Islandia.
Y es que en los fiordos del oeste de Islandia encontrarás impresionantes cascadas, pozas naturales en las que bañarte en agua caliente, dramáticos acantilados, interminables fiordos y extensas playas vírgenes, por las que pasear en absoluta soledad. Además, es una de las partes del país donde más probabilidades tienes de avistar la interesante fauna local, como zorros árticos, focas, ballenas, renos salvajes y un sinfín de aves acuáticas.
Sin duda, las muchas cosas que ver en los fiordos del oeste de Islandia harán que merezca la pena el esfuerzo de llegar hasta allí.
Índice de contenidos
Cómo llegar a los fiordos del oeste de Islandia
La gente que decide visitar los fiordos del oeste de Islandia lo hacen de tres formas distintas:
- Conduciendo desde el este del país, a través de la ciudad de Akureyri.
- Conduciendo desde el sur del país, desde Reikiavik.
- Tomando el ferry que parte de la pequeña ciudad portuaria de Stykkisholmur (en la parte norte de la península de Snaefellsnes) y arriba al muelle de Brjanslaekur.
La opción más rápida, si vienes del sur, suele ser la del ferry, ya que te ahorra casi un par de horas de conducción y llegas más descansado a tu destino, ya en la parte sur de los fiordos del oeste. El ferry lleva casi 3 horas de viaje, y hace una parada intermedia en la isla de Flatey.
Conduciendo, desde Reikiavik a Brjanslaekur tienes unas 4 horas y media, mientras que tardarás unas 6 horas desde Akureyri, la ciudad más importante del norte de Islandia.
También puedes acceder a los fiordos por su parte norte, a través de la población de Ísafjördur. El trayecto es algo más largo, pero la carretera está asfaltada en su mayor parte.
Cómo moverte por los fiordos del oeste
La única manera de descubrir los mejores lugares que ver en los fiordos del oeste de Islandia es en tu propio vehículo. Si quieres ahorrar dinero y tiempo (sobre todo si viajas en pareja o en grupo), quizás lo mejor será que alquiles una campervan o una furgoneta camperizada, ahorrando así los costes de alojamiento, que en esta parte del país escasea y no es precisamente barato.
En estos fiordos encontrarás todo tipo de carreteras, pero sobre todo abundan las pistas de tierra compactada y apenas asfaltadas, por lo que tendrás que tener mucha paciencia y cuidado en la conducción. Si tu vehículo es 4×4, mejor que mejor. Si no, ten mucho cuidado con las pendientes – sobre todo los muchos días lluviosos -, agujeros y demás obstáculos del recorrido, entre los que siempre se encuentran las intrépidas ovejas islandesas, a las que te encontrarás moviéndose a sus anchas siempre de tres en tres.
Otro mal del que casi seguro que no podrás librarte es la densa niebla que suele quedarse pegada a los puertos de montaña que separan a los fiordos.
Es totalmente fundamental que lleves al menos una rueda de repuesto, pues el firme por el que tendrás que conducir es muy propenso a provocar pinchazos.
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Cuál es la mejor época del año para visitar los fiordos del oeste de Islandia
Sin lugar a dudas, si quieres disfrutar al máximo de los mejores lugares que ver en los fiordos del oeste de Islandia, la mejor época para viajar a ellos es entre finales de mayo y mediados de agosto, cuando las horas de sol aún son muchas y el tiempo suele ser más benigno. Aun así, debes saber que el clima islandés es totalmente impredecible – incluso dentro de un mismo día -, por lo que siempre tendrás que llevar ropa de todo tipo.
Otro buen momento para visitarlo, si quieres verlos en su momento más salvaje y con las increíbles auroras boreales es durante los meses de invierno. Sin embargo, es muy probable que los accesos a muchas de las atracciones naturales se hallen cortados por las inclemencias meteorológicas.
Cuáles son los mejores lugares que ver en los fiordos del oeste de Islandia
Y ahora que hemos tratado las cosas más importantes de la logística para emprender un viaje a los fiordos del oeste de Islandia, entramos ya de lleno en cuáles son los mejores lugares que visitar en esta parte del país:
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Látrabjarg, acantilados y frailecillos
Cuentan que los días despejados se puede ver Groenlandia desde Látrabjarg. Y yo lo dudo, pues hay unos 300 km desde este lugar hasta la costa sur de esa gran isla helada que fue descubierta por un islandés desterrado, el gran Erik el Rojo. Sin embargo, debo decir que no pondría tampoco la mano en el fuego respecto a esta negación, pues en las 4 veces que he estado en Látrabjarg, nunca he podido disfrutar de un día totalmente despejado.
Y es que el clima es duro y caprichoso en el punto más occidental de Islandia.
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Los espectaculares acantilados de Látrabjarg se levantan entre 120 y 450 metros sobre el nivel del mar, creando una salvaje e impresionante muralla de roca que protege a la tierra de los furiosos y persistentes embates de las aguas del océano Atlántico, donde ya prácticamente se mezclan con las del Ártico.
Un sendero recorre el perfil de los acantilados, pudiendo asomarte (con mucho cuidado, pues suele soplar vientos de gran potencia) para admirar las paredes rocosas y la furia marina, pero sobre todo para buscar a las muchas aves que suelen habitar el lugar. Entre los meses de mayo y agosto, los protagonistas más buscados por todos son los graciosos frailecillos, esas aves pelágidas que viven en las frías aguas del Atlántico Norte, pero que durante los 3 meses de cría buscan el amparo de los acantilados repartidos por Noruega, Canadá, Islandia, Groenlandia, Reino Unido e Irlanda.
Son realmente graciosos, con esas caras que parecen las de unos payasos callejeros, y esos colores llamativos en pico y patas. Además, en Látrabjarg los puedes encontrar a escasos pasos de ti, en las partes altas de los acantilados y no se asustan en absoluto de los seres humanos o las cámaras, por lo que resulta muy sencillo fotografiarlos.
Otras aves que merece la pena observar en Látrabjarg son los fulmares, charranes árticos, cormoranes y alcas.
El sendero, si vas hasta el extremo opuesto, tiene una longitud de más de 6 km, siendo 12 km el trayecto de ida y vuelta. Si no dispones de demasiado tiempo para la visita, o el clima es realmente desapacible, te puedo decir que con que avances una media hora desde el aparcamiento podrás disfrutar de unas vistas maravillosas.
Las cascadas de Dynjandi, de las más impresionantes de Islandia
La cascada de Dynjandi es, para muchos, una de las más bellas de Islandia. Y me encuentro entre los que tienen esa opinión. Siempre se lo digo a los viajeros que me acompañan por Islandia: cada cascada que vemos en el recorrido por la isla tiene algo diferente. Y es así, todas las cascadas islandesas son particulares y únicas.
De la cascada de Dynjandi – aunque el nombre se suele aplicar al conjunto de 7 cascadas que puedes encontrar en este lugar – destaco siempre esa sensación de percibirla en 4D. Y es que, cuando la tienes delante, parece que el agua se va a precipitar sobre ti, saltando sobre la roca desde una altura de unos 100 metros, con una anchura de 30 metros en la cabecera y el doble en la parte baja, una laguna en la que descansa momentáneamente antes de continuar sus saltos por las otras 6 cascadas menores que la llevan a encontrarse con las aguas del fiordo Arnarfjördur.
La belleza de Dynjandi es realmente sobrecogedora, combinando potencia y estética a partes iguales y dejándote hipnotizado durante varios minutos. El entorno también ayuda, pues Arnarfjördur es un lugar extremadamente bello en el que disfrutas tanto del camino hasta allí como de las cascadas y de los valles y montañas que la rodean.
Los más atrevidos, incluso se acercan a las pequeñas calas salvajes que hay cerca del aparcamiento de Dynjandi para darse un rápido baño en las gélidas aguas del fiordo. Si vas a hacerlo, te recomiendo que sea en un día soleado.
Aunque puedes admirar el conjunto íntegro de las 7 cascadas desde el aparcamiento, te aseguro que merece la pena ascender el sendero que te lleva a la cascada principal, pues no tiene nada que ver con lo que verás desde la distancia. La ruta lleva poco más de 15 minutos y puede realizarla cualquier persona que tenga una mínima condición física. Si tienes problemas en las rodillas, te podrían venir bien unos palos de trekking, pero nada más.
Sin duda, Dynjandi es uno de los mejores lugares que ver en los fiordos del oeste de Islandia, pero también en todo el país.
Raudasandur, la playa roja
La traducción literal al español del nombre Raudasandur – también visto como Raudisandur – es ‘Playa de arena roja‘. Sin embargo, por ello son muchos los que se decepcionan algo al encontrarla por primera vez. A ver, no es que la arena sea totalmente roja, sino que posee unos tonos rojizos y rosados, pero siempre dependiendo de la luz que haya en el momento de la visita. En realidad, este es uno de esos lugares cuya belleza es relativa y depende absolutamente del sol.
Y es que en la enorme playa de Raudasandur el paisaje lo tiene todo para que se convierta en una estampa que te costará olvidar, pero los días en los que el viento, la lluvia y las nubes hacen acto de presencia (nada demasiado extraño en esta parte del planeta) esa intensidad de colores y formas se difumina, dejando un paisaje espectacular en algo que está bien, pero que no quedará grabado en tu memoria.
Teniendo esto en cuenta, sigo incluyendo esta playa entre los mejores lugares que ver en los fiordos del oeste de Islandia porque posee una belleza salvaje que, para mí, es inigualable. La visión de impactará desde que comiences a bajar la empinadísima cuesta (cuidado en los días de intensa lluvia, porque puede ser recomendable no bajarla) de tierra que lleva a la playa. Hay un par de recodos que pueden servirte de miradores.
Conduce hasta el camping de Melanes y deja allí tu coche para tomar el sendero que lleva a la playa y a un promontorio desde el que podrás disfrutar de mejores vistas. Bajo tus pies se extenderá la vasta playa, con sus tonos dorados, anaranjados, rojizos, verdes (de la vegetación), azules y grises (del agua del océano) y todo ello enmarcado, a lo lejos, por los acantilados de Látrabjarg y otras montañas entre cuyas fisuras se desparrama el agua en forma de cascadas.
Una representación clara de la gran belleza salvaje que existe en los fiordos del oeste.