Caminando por los campos de Hsipaw

El pueblo de Hsipaw es un lugar agradable y tranquilo en el que puedes pasar unos días relajados, pero la mayoría lo utiliza como punto de partida para realizar en Myanmar algunos trekkings por la zona que le rodea.

Nosotros fuimos con la idea de realizar un trekking corto, pasando sólo una noche en una aldea de la montaña.

Siguiendo los consejos de la Lonely nos informamos en el archiconocido hostal Mr Charles. Allí negociamos el precio con ellos y nos explicaron en itinerario. Por 18.000 Kyats por persona nos llevarían por un camino de subidas y bajadas por el monte, atravesaríamos varias aldeas para acabar durmiendo en un pueblo que se encontraba en fiestas y donde podríamos presenciar un espectáculo de danza y baile tradicional que no era representando para nosotros, sino que era para la gente del pueblo.

Todo esto nos pareció muy interesante y pagamos la mitad en ese mismo momento, como depósito. Teniendo en cuenta que incluía guía, comidas y una noche de alojamiento, nos pareció un precio muy razonable. Sin embargo, los 5 componentes de nuestro grupo estábamos un poco hartos de trekkings organizados en los países que habíamos visitado. Nos apetecía ir a nuestra bola pero parecía que no había manera de ir sin guía.

Al llegar a nuestro hostal – Mr Kid– la señora nos preguntó si al final íbamos de trekking. A ella le habíamos preguntado la noche que llegamos al lugar pero nos dijo que mejor descansáramos y hablaríamos al día siguiente. Sin embargo, la vimos un segundo por la mañana y acabamos yendo a Mr Charles. Cuando le dijimos esa noche -con aire triunfante- que habíamos pagado 18.000 se empezó a reír en nuestra cara y nos dijo que ella tenía un plano gratis que sólo le daba a sus huéspedes.

Al final acabamos cancelando con Mr Charles -nos cobró sólo 1.000 K de gasto de cancelación y se portó genial- y salimos por la mañana con el mapa tipo Goonies -dibujado por el hijo de la señora- en la mano.

Al principio no sabíamos bien si nuestro camino era el mismo que la gente de Mr Charles pero no tardamos mucho en coincidir con ellos. Sin embargo, nuestro mapa incluía un par de cosas que el otro grupo no visitaba, era más complicado de seguir y nos daba una tremenda libertad. Todo ventajas.

Niños en aldea

Hicimos autostop hasta un cruce a 5 minutos de Hsipaw. Allí comenzamos la caminata y al poco nos encontramos con un par de aldeas casi sucesivas. La maravillosa gente que puebla este país nos saludaba y sonreía mientras alimentaban a sus gallinas, lavaban la ropa en el río o recogían madera para hogueras. Tras unos 30 minutos, ya en la segunda aldea de nuestro plano, preguntamos por un desvío que nos llevara a unas aguas termales que anunciaba nuestro mapa. La gente nos indicó y al poco llegamos a un río uno de cuyos pequeños brazos había quedado estrangulado y su agua se calentaba al Sol.

Por mi problema de salud con mi pierna preferí remojarme en las aguas frías del torrente principal y los otros, debido al calor reinante, me imitaron. Sarah, Aviv, Yanik -griego-, Tatiana y yo nos relajamos por media hora con los pies dentro del agua helada.

Tras comer un par de galletas comenzamos a caminar de nuevo y una hora más tarde llegábamos a otro pueblo donde – por pura casualidad- estaban celebrando una fiesta nupcial. Las gentes nos invitaron a entrar a la casa de los novios y allí encontramos por primera vez al grupo de Mr Charles. Creo que algún turista nos miraba con recelo al darse cuenta de que íbamos de manera independiente y estábamos en los mismo lugares que él.

Tras comprar algo de agua fresca – el Sol hacía que nuestras aguas parecieran té caliente después de 1 hora en la mochila- proseguimos la marcha y el terreno se fue haciendo cada vez más complicado. Subimos por más de hora y media, descansamos un poco y volvimos a ascender para llegar con las fuerzas justas al pueblo donde pasaríamos la noche junto con el resto de turistas.

danza tradicional
Danza tradicional

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Nuestro plan era seguir una hora y media más para dormir en otro pueblo que nos había recomendado nuestra señora del hostal, pero después de comer algo de arroz con verdura nadie sintió ganas de salir a sudar de nuevo en el Sol de la tarde. Aunque es cierto que estábamos cansados, nos quedamos sobre todo para ver la fiesta religiosa en la que estaba inmersa el pueblo.

Fue un acierto por muchas razones. La hospitalidad de la gente fue bárbara, la danza y música tradicional que presenciamos fueron bastante curiosas, y al salir a la mañana siguiente, en algún punto que aún desconocemos, nos perdimos. Perderse temprano por la mañana no preocupa a nadie -o casi nadie- pero si hubiese pasado la tarde anterior el tema se habría puesto bastante más feo cuando la oscuridad nos hubiese sorprendido en medio del campo.

Nos alojamos en casa de la suegra del guía de Mr Charles -un tío genial- durmiendo todos en el suelo junto con la familia de la casa. Al final sólo nos pidieron 5.000 K por persona por comida, cena, desayuno y techo donde dormir. Se portaron genial con nosotros.

El pueblo era un hervidero de niños
que no paraban de querer jugar con todos esos tipos raros de piel clara. Había mucha vida y alboroto por todos lados.

A la mañana siguiente comenzamos a caminar a las 7.30 de la mañana para poder adelantar terreno y no tener que matarse a caminar en las horas de más Sol. Según el mapa nos esperaba una caminata de 7 horas para terminar nuestro circuito y volver a la carretera que nos llevaría a Hsipaw.

Caminando en el frescor de la mañana olvidamos el cansancio del día anterior y fuimos avanzando rápidamente. Quizás demasiado rápidamente porque en algún momento nos pasamos un desvío.

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Dos horas más tarde nos parábamos los 4 -Yanik había regresado por la ruta del día anterior porque tenía que tomar un bus a la 1- e intentábamos averiguar qué parte del mapa nos habíamos comido. Llegamos a la conclusión de que el agricultor al que preguntamos una hora antes nos mandó, por error, al camino equivocado y ahora sólo nos quedaba seguir caminando por el paisaje de granjas y campos vacíos.

Como suele ocurrir cuando las cosas tienen final feliz, el perderse fue lo mejor que nos pudo pasar. Empezamos a utilizar la cabeza y decidimos permanecer cerca del río hasta que no se pudiera continuar. Sabíamos que el río pasaba por el lugar en el que habíamos empezado el primer día así que al menos nos serviría para volver a Hsipaw.

Caminamos por unas dos horas parándonos cada poco para decidir la ruta a tomar y nos encontramos con una familia de campesinos que nos miraban sorprendidos. No hablaban absolutamente nada de inglés pero aún así nos indicaron el camino a Hsipaw.

Finalmente encontramos un pequeño salto del río en el que me bañé y la senda nos llevó a un lugar que reconocimos de nuestra caminata del primer día. Habíamos empalmado de alguna manera con el camino de ida. Aunque en realidad el mapa nos indicaba cómo volver por una ruta distinta a la de la ida no nos arrepentimos de habernos perdido.
Una hora y media más tarde llegábamos a Mr Kid dándole las gracias por todo a la señora de la casa. Cuando le dijimos que nos habíamos perdido con el plano, simplemente contestó: “¡Pues habéis sido los primeros a los que les ha pasado!”. Está claro : ¡Somos unos cracks!.

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