6 Razones para viajar a Sudamérica

La garganta del Diablo es el lugar natural más absorbente que presencié en mi vida
La garganta del Diablo es el lugar natural más absorbente que presencié en mi vida

Mis tres viajes -hasta la fecha- de más de 6 meses de duración han tenido siempre una zona geográfica como denominador común: América del Sur. De hecho, uno de ellos lo dediqué sólo y exclusivamente a recorrer 7 de los países sudamericanos.

Me quedé prendado de esta zona del Mundo cuando pasé algo más de dos meses en Argentina, Perú, Bolivia y Chile. Era mi primera vuelta al Mundo, allá por 2004, y cuando me subí al avión que me devolvería a España desde Santiago de Chile, supe que iba a regresar. En 2009 y 2011 volví a estas tierras latinas.

Os dejo aquí algunas de las razones que me llevan a viajar a Sudamérica una y otra vez:

1. El idioma.

Con buenos amigos uruguayos en La Paloma, zona de veraneo cerca de Montevideo
Con buenos amigos uruguayos en La Paloma, zona de veraneo cerca de Montevideo

Hablar la misma lengua que las gentes de un lugar siempre te acaba abriendo más puertas. Conocer gente en las ciudades y pueblos que te puedan llevar a sitios menos turísticos o simplemente relatarte historias sobre el lugar, decirte dónde se come un buen plato típico de la zona o darte direcciones si estás perdido.

Podrás usar la lengua de El Quijote en la mayor parte de Sudamérica. Sólo en Suriname, las Guyanas y Brasil no se habla el castellano, aunque en este último casi puedes arreglarte con un poco de portunhol.

2. La fuerza de la naturaleza.

Sudamérica es una de las zonas naturales de mayor belleza y variedad en el Mundo.

La diversidad biológica de la selva amazónica; los increíbles glaciares del Sur; las escarpadas montañas de los Andes; el paisaje desolado de la Patagonia; los desiertos -como el de Atacama, en Chile-; el lago de sal más grande del Mundo (el de Uyuni, cuya mayor parte se encuentra en Bolivia); las fantásticas playas que moldean las aguas del Mar Caribe, el Océano Atlántico o el Pacífico.

La Garganta del Diablo en Iguazú
La Garganta del Diablo en Iguazú

De todas esas bellezas naturales me quedo con las impresionantes cataratas de Iguazú, que es, para mí, el lugar más bonito en el que estuve jamás.

3. La vida nocturna.

Si eres de los que les gusta conocer cómo se divierte la gente en cada país y un asiduo a cerrar bares en medio Mundo: encontraste tu santo grial.

Yo hice un estudio exahustivo de lo que significaba salir de farra en todos y cada uno de los países sudamericanos que conozco. Sin duda, la palma se la lleva Brasil. Ahí dejo el dato para los afortunados que vayan al Mundial este año.

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La noche en Río de Janeiro, Sao Paulo, Florianópolis… Con todo el color y calor brasileiro no tiene parangón. Buenos Aires no duerme y dejé los after de Santiago de Chile con el sol rompiendo los cielos sobre la cordillera.

Una fiesta a la que nos invitaron en Bogotá
Una fiesta a la que nos invitaron en Bogotá

También Lima y Quito me sorprendieron con buenas farras antes de que Bogotá, Medellín o Cartagena de Indias me demostrarán que los colombianos son un pueblo que aman el baile, la bebida y la vida.

Reconozco que esto es algo que os costará encontrar en tantos otros países preciosos que he conocido. Es un hecho. No hay color: no hay nadie como los latinos para entregarse a una buena noche de fiesta.

Y eso que yo soy un inútil absoluto en el mundo del baile. Si además eres un campeón -o campeona- de la salsa, la bachata, la cumbia… No querrás irte nunca.

4. El poder del Euro.

Aunque el coste de la vida se ha encarecido en varios países sudamericanos -Brasil y Chile especialmente, con Colombia y Venezuela siguiendo de cerca- sigue siendo una región del Mundo bastante asequible para los europeos.

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El Euro sigue siendo una moneda fuerte y países como Perú, Bolivia y Ecuador ofrecen precios de ganga.

Argentina siempre depende del momento en que la visites debido a su galopante inflación.

5. La aventura.

Durmiendo a unos 4.500 metros en el trekking de Santa Cruz en Perú
Durmiendo a unos 4.500 metros en el trekking de Santa Cruz en Perú

Con una geografía tan interesante como la que encontrarás, puedes contar con hacer todos los deportes que se te puedan ocurrir.

Hay buenos ríos para hacer rafting -con el Futaleufú, al sur de Chile-, descenso de barrancos, kayaking y tantas otras modalidades acabadas en -ing.

La cordillera de los Andes es un templo de culto para los amantes del trekking y la escalada. Yo horadé las tierras yermas de las Torres del Paine en la Patagonia chilena y caminé a la mayor altitud que lo hice jamás (unos 4.800 metros) en la Cordillera Blanca peruana.

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El Aconcagua es un reto mayor para los que busquen llegar a la cima sudamericana.

En el invierno austral hay estaciones de esquí de calidad como las de Bariloche -en Argentina- o La Parva y Valle Nevado en Chile.

6. Historia y cultura.

Esculturas precolombinas de San Agustín
Esculturas precolombinas de San Agustín

En Sudamérica el arte, historia y arquitectura colonial se mezclan con la precolombina.

Realicé el Camino Inca hasta llegar a la Puerta del Amanecer y ver la ciudad de Machu Picchu.

También visité las menos conocidas esculturas precolombinas de San Agustín en Colombia, una pequeña localidad emplazada en el corazón de la selva que convierte el viaje hasta allí en una aventura en sí. Las figuras que allí se encuentran datan de hasta 900 años a. de C.

Encontraréis joyas coloniales en lugares como Paraty o Petrópolis (Brasil), Quito y Cuenca (Ecuador), Arequipa (Perú) o la emblemática Cartagena de Indias en Colombia.

Una tierra que te atrapará sin remedio.

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