Registro exhaustivo en la frontera de Uzbekistán

Visado para viajar a Uzbekistán
Visado para viajar a Uzbekistán

Ayer por la tarde pasé una de las experiencias más curiosas y angustiosas de mi vida, así que me salto el orden cronológico que intentaba llevar con los posts para poner sobre aviso a otros viajeros que pueden estar en las mismas circunstancias que yo. Me he librado, aún no se cómo, de una multa segura y muy posiblemente de una noche de calabozo e interrogatorios.

Me encontraba en Samarkanda y quería cruzar desde Uzbekistán a Tajikistán pero el paso fronterizo que estaba a sólo medio centenar de kilómetros fue desmontado por las autoridades uzbekas, en uno de esos calentones diplomáticos que ocurren a veces entre países.

La alternativa que se me ofrecía era recorrer casi seiscientos kilómetros, bajando hasta Termiz y volviendo a subir en dirección a Denau para cruzar por Sariasiya. Fue un madrugón y más de seis horas de viaje las que me dejaron, cansado y con la guardia baja, a unos metros del acceso a esa tierra extraña que son los pasos fronterizos.

El momento en que se me hizo un nudo en la garganta vino cuando me pidieron revisar el contenido de mi portátil, la cámara de fotos, las tarjetas de memoria, el pendrive…es decir, cualquier aparato o accesorio que pudiera contener fotos o vídeos sensibles según el criterio del Gobierno de Uzbekistán. No es que yo sea un espía, pero a veces soy un imbécil, y en esos momentos sólo deseaba que me tragara la tierra.

El motivo es que en una carpeta tenía fotos del Metro de Tashkent. Y el problema es que esas instalaciones para el transporte de viajeros son consideradas de interés militar y está prohibido el hacerles fotografías.

Cuando el policía que me examinaba el ordenador encuentra la carpeta de fotos, se va a buscar la carpeta Uzbekistán y empieza a mirarlas una por una, se me paró el corazón. Para añadir torpe a imbécil, en el escritorio del ordenador tenía una foto de dos policías en Tashkent, a las puertas de una estación de Metro.

Estuvieron, de reloj porque había uno en la sala, tres horas mirando mis fotos y vídeos mientras a otra gente – yo era el único turista- también le registraban todas sus pertenencias. De hecho, de cada cinco uzbekos que pasaban ante mi, a dos los llevaban a un cuarto aparte y los cacheaban.

Hubo varios momentos en que decía «Tierra trágame» porque al contrario que David, que acabó desnudo en la frontera de Uruguay, yo sí que tenía algo que ocultar.

Tengo quince carpetas, una por día, de Uzbekistán y las fueron repasando pero no lo hicieron en orden y se saltaron cuatro…y en una de ellas estaban las fotos prohibidas. Os juro que durante tres horas ni me he acordado de comer o de ir al baño porque me veía rodeado de policías y militares uzbekos, siendo escoltado hasta Tashkent. Lo del Metro no es ninguna broma.

Al final no encontraron más que esa foto y dos en la cámara, pero de la frontera muy de lejos, y se solucionó con borrarlas y pedirles las disculpas más sinceras, y más acongojadas, que he dicho en mucho tiempo. Tres horas, tres horas sabiendo que era sólo cuestión de tiempo que me detuvieran.

En fin, ya estoy en Dushanbe y no hay orden de busca y captura sobre mi cabeza que yo sepa. Consejo para viajeros: si vas a transgredir una ley local, es mejor que te asegures de que eres capaz de apechugar con las consecuencias.

Iberia Express
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