Durante nuestro viaje de 10 días por el sur de Francia, disfrutamos de un par de días recorriendo las carreteras y caminos del parque nacional de Cévennes. Entramos desde la localidad de Anduze y seguimos la carretera D907 que se interna por este despoblada zona del sur de Francia pasando por Saint Jean du Gard hasta llegar a Florac.
Por el camino intentamos buscar un lugar donde dormir pero apenas vimos casas por el camino. El paisaje es frondoso, verde, de espesos bosques y campos arados. En algunos collados no percibimos ni un legado del ser humano en varios kilómetros de extensión.
En la población de Florac encontramos alojamiento. Los locales celebraban sus fiestas locales y nos costó un poquito encontrar habitación. Primero probamos suerte en el céntrico Hotel du Pont Neuf. Hablamos con el chico de recepción y tras preguntarle si le quedaba una habitación libre me sorprendió que nos preguntara si teníamos pensado cenar en el hotel. Ante nuestra negativa al no saber donde y cuándo nos apetecía cenar esa misma noche, el chico nos informó que estaban todas las habitaciones ocupadas. Con mala leche volvimos al coche y buscamos suerte en otro lugar donde el servicio fuera más amable y pensaran más en el cliente que en sus euros.
A pocos kilómetros al exterior de Florac encontramos el hotel Le Rochefort. Un dos estrellas algo antiguo pero con una espléndida terraza y limpio. Nos instalamos en una habitación doble a lo alto del hotel en forma de buhardilla que nos salió por 60 euros. Sin que nos lo preguntaran, cenamos en el mismo hotel donde disfrutamos de buenos platos con productos de la zona por 20 euros el menú.
Por la mañana nos fuimos a desayunar en Florac. En pleno agosto la ciudad estaba atestada y la única forma de aparcar que se me ocurrió fue entrar en el parking del céntrico Carrefour y disimular que iba de compras. Un tipo del supermercado controlaba si después de aparcar te metías dentro del establecimiento, así que si pasáis por lo mismo disimulad y haced ver que os vais de compras. Con un par de croissants en la mano salimos del supermercado y nos dirigimos al centro de Florac en busca de un buen café au lait donde bañarlos.
El casco antiguo de Florac no tiene gran cosa. Una antigua plaza con terrazas donde aprovechamos para devorar los croissants que habíamos comprado. No obstante, las terrazas a buena mañana olían más a pastís que a café con leche.
Nos subimos al coche y emprendimos rumbo a las gargantas del Tarn. Se trata de un estrecho y profundo desfiladero que recorre las aguas del río Tarn. Al contrario que el cañón de Verdon apenas encontramos turistas por esta zona y fue una gozada circular por estas carreteras tan estrechas y disfrutar de la abundante naturaleza que se encarama sobre las verticales paredes. Las gargantas de Tarn se pueden recorrer en coche, a pie a través de sus múltiples senderos bien señalizados o en barca bajo las verticales paredes tal y como hicieron sus habitantes hasta hace no pocas décadas.
Hoy en día se realizan paseos en kayak y también puede practicarse rafting y barranquismo por sus rápidos. Por falta de tiempo, nosotros optamos por recorrer la zona de las gargantas de Tarn a través de sus carreteras que requieren de biodramina si te mareas con frecuencia.
Seguimos la carretera norte que une Florac con Sainte Enimie, un precioso pueblo medieval desde donde parten senderos para realizar trekkings por la zona. Andábamos justos de tiempo y seguimos por la carretera pasando por el castillo de Château de la Caze, hoy en día convertido en un hotel de lujo cuya presencia quita la respiración a más de uno.
El punto culminante de nuestra ruta por la garganta del Tarn y el parque natural de Cévennes fue, sin lugar a dudas, el Point Sublime. Una preciosa atalaya donde pudimos contemplar la extensión del valle y la vertical caída de las montañas hasta el río Tarn. Sin duda, una de las mejores panorámicas que pueden contemplarse a lo largo de la garganta del Tarn. En el mismo sitio aprovechamos para hacer nuestro picnic. De todas maneras, existe un pequeño restaurante donde podéis comer precios no demasiado elevados.
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Afortunadamente ese tipo de actitudes suele servir para descubrir lugares en ocasiones mucho mejores… A nosotras en Zakopane no nos dejaron alquilar un bungalow si solo eramos 2 (aunque pagaramos el precio de 4), y acabamos en unas casitas de un pequeño camping, más cerca del pueblo y MUCHO más baratas…
Pues si! una pasada! Efectivamente chantaje en toda reglar y sin entrecomillar! :)
Que bonito el Tarn… y que jetas los del primer hotel!! Me alegro de que no cedas a esos «chantajes» (bueno, no se ni por qué lo entrecomillo)