Recorriendo la Vía Verde del río Serpis en Alicante

Una de las mejores rutas de senderismo del norte de Alicante

Alicante, el lugar en el que vivo y donde nací, es famosa por sus playas, pero la provincia también posee una orografía bastante rugosa, ofreciendo bonitas montañas tanto en el interior como cerca de la costa. Así, entre las mejores rutas de senderismo en Alicante, encontrarás magníficos paseos por la costa, mirando el mar – como las rutas de la Torre del Aguiló o la subida al Peñón de Ifach -, por los campos de cultivo y las cimas más altas alejadas del Mediterráneo – como el Puig Campana o la bella Sierra de Bernia – y cerca de los ríos y bosques, como es el caso de la ruta de la Vía Verde del Serpis.

Esta ruta ofrece un precioso, y sencillo, recorrido por la bella garganta que las aguas del río Serpis han ido horadando durante milenios en las montañas de la parte norte de la provincia de Alicante, ya casi en el límite con la de Valencia.

Se trata de un paseo espectacular en la naturaleza, a los pies de la sierra de la Safor, con apenas desnivel, apto para todos los públicos (incluso familias con niños) y que se puede hacer tanto a pie como en bicicleta (suele haber muchísimos ciclistas con bicicletas de montaña). Nosotros realizamos una parte de ella (el tramo que une las poblaciones de Lorcha y Villalonga) un soleado día de invierno y la disfrutamos como niños.

Pero antes de contarte la experiencia de la ruta, vamos con algunos consejos sobre logística.

Un poco de historia sobre la Vía Verde del Serpis

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Impresionante encina al principio de la ruta. Foto © David Escribano

¿Sabías que lo que hoy en día es una perfecta vía verde para el disfrute de la naturaleza, antes era el trazado del ferrocarril que potenció la revolución industrial en esta parte de la provincia de Alicante? Pues sí, a finales del siglo XIX tenía lugar el primer viaje del tren que traqueteaba junto al cauce del río Serpis, para unir las localidades de Gandía y Alcoy.

En esa época, Alcoy se vanagloriaba de ser la población industrial más puntera de la Comunidad Valenciana y necesitaba tener salida rápida y directa a un puerto de mar cercano: Gandía. Desde allí podría transportar las mercancías producidas al resto de España y el extranjero, mientras que también podía recibir el carbón, fuente energética importantísima para el funcionamiento de su industria.

A este tren se le conocía con el sobrenombre de «El Tren del Anglesos« («El Tren de los Ingleses» en castellano), debido a que el proyecto fue llevado a cabo por la compañía de capital británico, Alcoy and Gandia Railway and Harbour Co Ltd.

Este tren estuvo en funcionamiento hasta 1969. Al realizar la ruta de la Vía Verde del Serpis encontrarás varios carteles informativos que te contarás aspectos interesantes sobre el Tren de los Ingleses, y, además, pasarás por puentes y túneles que aún son testigos silenciosos de aquellos tiempos lejanos.

Cómo llegar al comienzo de la ruta de la Vía Verde del Serpis

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Foto © David Escribano

La ruta de la Vía Verde del Serpis une las poblaciones de Muro (Alicante) y Gandía (Valencia) y tiene una longitud de 40 km. Sin embargo, al ser lineal, hay pocos que la realizan completa, pues a pie exigiría varias jornadas. Sin embargo, si vas en bicicleta es más frecuente, pues 80 km se pueden recorrer en unas cuantas horas.

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Nosotros realizamos el tramo de unos 13,5 km que enlazas las poblaciones de Lorcha (o L’Orxa, en valenciano) y Villalonga.

El inicio de la ruta se halla justo junto a las ruinas del castillo de Perputxent, una antigua fortaleza árabe del siglo XII que dominaba el cauce del Serpis.

Partiendo desde Alicante en coche, tendrás que conducir hacia el norte, por la autopista AP-7, unos 70 minutos. Allí podrás dejar el coche para recogerlo a tu vuelta.

Ficha técnica de la ruta de la Vía Verde del Serpis entre Lorcha y Villalonga

Foto © David Escribano

Estas son las características técnicas del tramo de la Vía Verde del Serpis que une las poblaciones de Lorcha y Villalonga:

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  • Longitud: 26 km (ida y vuelta).
  • Tipo de ruta: lineal.
  • Desnivel: + 180 metros.
  • Dificultad: Baja.
  • Exigencia técnica: Nula.
  • Duración aproximada: unas 6 horas ida y vuelta.
  • Familias: se puede hacer con niños.
  • Medios: se puede hacer tanto a pie como en bicicleta.

Descripción de la experiencia en la ruta de la Vía Verde del Serpis entre L’Orxa y Villalonga

Llegamos al aparcamiento del castillo de Perputxent a las 9.20 de una mañana de enero. A pesar de los cielos despejados – o precisamente por ello -, la temperatura era gélida y no nos quitamos ni una sola de las muchas prendas de abrigo que llevábamos encima (incluidos el gorro y la braga para la garganta).

El castillo de Perputxent, inicio de la ruta

Castillo de Perputxent. Foto © David Escribano

Junto a nosotros, la silueta del castillo de Perputxent se levantaba sobre un pequeño promontorio que también presenta restos arqueológicos de la Edad del Bronce y la cultura íbera.

En el siglo XII, fueron los árabes los que fortificaron aquel lugar para dominar la vía del cauce del río Serpis, lugar estratégico en la época. Más tarde, tras la Reconquista cristiana, el lugar sería reconvertido en un auténtico castillo señorial. La parte mejor conservada de la fortaleza es su Torre de las Trazas, que tiene casi 20 metros de altura y se halla dividida en tres niveles.

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Decidimos no subir a explorar el castillo porque teníamos una hora tope de regreso y preferíamos disfrutar de la magnífica naturaleza que se presentaba ante nosotros. Así, comenzamos a caminar por la ancha senda de tierra y piedras.

Al no encontrarse alto el sol, al poco de comenzar ya nos metimos en varias zonas de sombra, en las que el frío se dejaba notar con intensidad.

El cauce del río Serpis y las aves

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El Serpis. Foto © David Escribano

No tardamos en encontrarnos caminando muy cerca de las aguas del Serpis. Y es que esta ruta es relajante y bella gracias a que discurre junto al río en casi todo momento.

A pesar de ser sábado, apenas había gente a esas horas en la ruta. Por ello, a veces nos detuvimos, dejamos de hablar y simplemente nos dedicamos a escuchar ese hipnotizador murmullo del río que tan solo se veía interrumpido por el canto ocasional de los pájaros. Entre ellos distinguimos algunas especies de patos, otras aves más grandes que no supimos identificar y, sobre todo, un precioso ejemplar de martín pescador. Su plumaje azul refulgió al volar bajo la luz del sol, para ir a esconderse entre la zona de cañas que ocupaba una de las riberas del río. Fue muy emocionante, pues no es sencillo encontrar este pájaro.

El depósito de agua

Seguimos caminando y el sol comenzó a calentar nuestras extremidades. Fue así como nos encontramos con los restos de un antiguo depósito de agua que marcaba el punto en el que la antigua locomotora del Tren de los Ingleses, después de salvar un importante desnivel, realizaba una parada para llenar las calderas y prepararse para afrontar la cuesta final del valle de Perputxent.

Aquí los viajeros aprovechaban para bajar a estirar las piernas y disfrutar del bellísimo paisaje que nosotros, más de un siglo más tarde, teníamos la suerte de contemplar. El tren disponía de 3 vagones para pasajeros, con una capacidad de unos 20-25 viajeros.

En la casa del depósito solían trabajar dos hombres que utilizaban una bomba manual para llenarlo.

La Fábrica de l’Infern

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Fábrica del Infierno. Foto © David Escribano

Con este nombre tan inquietante se conoce a la antigua central hidroeléctrica que nos encontramos hacia el kilómetro 5 de nuestra ruta por la Vía Verde del río Serpis.

El viejo edificio conserva cierto aspecto fantasmagórico y no me la quiero imaginar durante la noche. Durante el día, es un sitio agradable y dispone de mesas de picnic, siendo un buen lugar para comer o almorzar.

Como aún era pronto, lo anotamos, pero continuamos nuestro camino cruzando un puente y dejando el río, por primera vez, a nuestra izquierda.

Túneles, árboles y belleza

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Ciclistas en la ruta. Foto © David Escribano

Seguimos por la senda admirando los impresionantes desfiladeros, cubiertos de vegetación mediterránea, y el cauce con la flora de ribera. Las rocas, aquí y allá, daban al río un aspecto inaccesible y salvaje, que se contrarrestaba con la claridad y mansedad de sus aguas, que habrían invitado – con otra temperatura ambiental – al baño.

Comenzamos a cruzar túneles cada vez más largos, siendo necesario utilizar las linternas. Si vais en bicicleta, no dejéis de llevar luces porque nos cruzamos con algunos que no las tenían y, aunque ululaban para anunciar su presencia, es un poco peligroso.

En uno de los puentes que llevaban a otra antigua fábrica de luz (ésta situada en el lado izquierdo del sendero) nos sentamos a comer nuestros bocadillos. La quietud era total y disfrutamos plenamente de la naturaleza.

Regreso al inicio

Sin encontrar ninguna pendiente destacable la senda se estrechó y un grupo de árboles tejieron su sombra sobre la misma. El aire era limpio y fresco, regalando una fragancia a pino que los que vivimos en ciudad agradecemos enormemente.

A esas horas ya encontrábamos más excursionistas que habían salido a aprovechar ese maravilloso día de invierno que nos había regalado, una vez más, Alicante.

Llegamos a Villalonga sin mayor dificultad y al poco emprendimos el regreso por una ruta de la Vía Verde del Serpis que prometo realizar al completo con bicicleta. Una espectacular excursión en la naturaleza para familias, parejas o grupos de amigos.

 

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