Una de las islas más populares de Thailandia es Koh Phangan. Aquí es donde se celebra la mundialmente famosa Full Moon Party, donde miles de mochileros se desfasan bajo la luz de la luna llena y los inclementes rayos de Sol del día siguiente. Esta fiesta merece un artículo aparte que escribiré pronto, pero sería muy injusto señalar ésta como la única cualidad de esta bella isla al Sur de Bangkok que ocupa unos 168 km2 del cálido Golfo de Tailandia.
Habíamos pasado nuestros 3 primeros días en Bangkok provenientes de la moderna Hong Kong y decidimos patearnos la famosa calle de mochileros de la capital –Khao San Road– en busca de información sobre las alternativas que se planteaban para poder llegar a las islas. Al final, lo más recomendable nos pareció tomar un bus que salía a las 7 de la tarde de Bangkok y llegaba a las 7 de la mañana a Surat Thani, enclave costero desde el que partían los ferries para Koh Samui, Koh Phangan y Koh Tao entre otras.
El bus nos costó unos 15 euros y sus asientos se reclinaban totalmente formando una pequeña cama. La única pega es que el aire acondicionado se estropeó y en lugar de enfriar, calentaba, haciendo muy complicado echar una siesta con los sudores.
El ferry salió a eso de las 8 de la mañana cargado hasta los topes con gente con ganas de marcha. Sólo quedaban 3 días para la próxima Full Moon Party y los profesionales de la farra ya empezaban a tomar posiciones. Desembarcamos después de un trayecto de 3 horas en el que quedamos maravillados por el bello paisaje, con esas islas que emergen del océano como icebergs esmeraldas de puntas redondeadas. Todo esto condimentado por la conversación con un español de casi 40 años que vendía colgantes en las ferias de los pueblos de España y venía a la isla para buscar paz y tranquilidad -justo en los días de la Full Moon…¿?- y poder curarse su infectado Tattoo que acababa de hacerse en la pierna y protegía del inclemente Sol con una gasa del grosor del papel del porro que se estaba fumando. Hay gente pa tó.
Una vez allí, seguimos el acertado consejo de una amiga que encontramos en Hong Kong y evitamos la zona de bungalows y cabañas próxima a la playa de Hat -o Haad- Rin, donde se celebraría la gran fiesta. La belleza natural del norte de la isla supera al Sur, encontrando además alojamientos más tranquilos y económicos. Eva y Rober cogieron una cabaña algo más grande que la mía por la que sólo pagué 3 euros por noche y disponía de lo más básico y con el extra -por la jeta- de unas simpáticas hormigas que a punto estuvieron de llevarse mis chanclas sin pasar por la casilla de salida y sin pagar las 20.000 pesetas.
Koh Phangan tiene unas dimensiones bastantes considerables y es aconsejable alquilar unas motos para poder explorarla adecuadamente. Sólo así descubrirás sus bonitos templos budistas, sus cataratas naturales, sus pequeñas casas de pescadores y playas casi deshabitadas en las que calzarte las aletas y ponerte tubo y gafas de bucear para quedarte maravillado con la vida submarina de sus playas de aguas cristalinas y lindes rocosos.
En casi todos los resorts, por muy cutres que sean -el nuestro estaba en la media tirando a cutre- podrán proporcionarte estas motos de alquiler. El precio era de 3 euros el día por cada una de 180 cc y la gasolina -con un euro y poco te recorrías la isla por completo- aparte. Os recomiendo que tengáis un poco de cuidado y no os emocionéis mucho por la inexistencia de semáforos o los camino off the road que encontraréis.
Las noches en nuestro resort transcurrían como estábamos buscando: tirados en nuestras tumbonas, alternando los batidos de frutas con cervezas Tiger, charlando sobre cosas intrascendentes, sobre los próximos destinos, sobre lo bueno que sería retirarse en un sitio como ése…y mirábamos las estrellas.