En las guías de mayor tirada, como la Lonely Planet, te comentan que los buses en Río de Janeiro son caóticos y peligrosos siendo casi imposible llegar al lugar de destino sin más de un contratiempo.
Después de mi experiencia hace menos de 10 días en la ciudad carioca, os digo y recomiendo hacer totalmente lo contrario.
En Río tienes metro, taxis y bus.
El metro apenas lo utilizamos y es mucho peor que el de ciudades como Sao Paulo. No cubre una zona demasiado extensa y tendrás que compaginarlo con bus o taxi para poder llegar a la mayoría de lugares de interés turístico como el Pan de Azúcar o el Cristo Redentor. Sin embargo, sí puedes visitar con él el emblemático estadio de Maracaná, el más grande del Mundo.
Los taxis son una experiencia. Nosotros tomamos uno para ir desde el aeropuerto hasta Copacabana que nos llevó por 70 Reais, tarifa cara pero que aceptamos por ser domingo por la noche y porque llegábamos tarde a nuestra cita con la chica que debía entregarnos las llaves del apartamento. Desde el aeropuerto salen furgonetas shuttle y buses de línea que te llevarán por entre 6 y 12 Reais a las zonas céntricas y las playas. Volvimos a tomar un taxi el día que dejamos la ciudad para que nos llevase con todos los bultos a la Rodoviaria -estación de bus en Brasil- de Río. Este último taxi estaba conducido por el padre del auténtico Felipe Massa. El abuelo sorteaba personas, coches, puestos de comida y todo lo que se terciaba con un giro brusco de volante a una velocidad endiablada mientras reía como un poseso por entre una boca falta de dientes y nos comentaba, a la vez que esquivaba, los lugares por los que iba pasando. De vez en cuando utilizaba el claxon para pitar a alguien a quien casi atropella o saludar algun otro taxista conocido. El tío era un CRACK, así, con mayúsculas.
Un consejo importante si cogéis taxi: siempre negociad la tarifa antes de entrar en él. Si no, os timarán seguro a la llegada.
Aún así, la mejor opción -que también suele ser una experiencia con cierta emoción por la forma en que conducen- es el Onibus. Pasan buses de todos los colores y números día y noche que peinan casi todas las áreas de la capital. Hacerse con horarios o itinerarios es una misión casi imposible pero ahí está tu habilidad con el portugués o, en su defecto, portunhol para preguntar a las gentes del bar de al lado, la calle o las tiendas que siempre estarán prontas para ayudarte. Tú sólo diles dónde quieres ir y no pararán hasta que les hayas comprendido. El trayecto en bus cuesta entre 2.10 y 2.25 Reais (menos de 1 Euro al cambio actual) y promete una buena experiencia con la gente local. Buses de interés son el 583 de Copacabana al Corcovado, el 511 de Copacabana a la salida del funicular –bondinho– al Pan de Azúcar y otros, como el 127, que te llevará desde las playas a la Rodoviaria.
La famosa inseguridad no es tal si no lo coges a las tantas de la madrugada en una zona remota. Sin embargo, una anécdota. Estando en la esquina de casa consultando la guía para ver qué hacíamos ese día se armó un gran revuelo y vinieron 6 coches de policía, quads y motos con policías que saltaban en marcha pistola en mano. Habían rodeado un autobús y la gente de la calle corría a refugiarse en tiendas y portales. Nosotros nos quedamos detrás de un árbol observando la escena a cierta distancia. En un momento dado, todos los policías salieron corriendo detrás de un tipo que salió del bus no sé bien por dónde. Un cámara de televisión perdía el aliento detrás de ellos. A los pocos minutos volvieron con el sospechoso a empujones y esposado. Ese mismo día montábamos en nuestro primer bus. La ley de la probabilidad nos amparaba. No podía volver a pasar algo así en bastante tiempo. O sí?
Ya sabes, deja tu vergüenza en casa y pregunta por el bus que necesitas. Llegarás dónde quieras.