Turquía (11) Viaje al mar negro y Trabzon

Tras un par de noches en el tranquilo pueblo de Barhal nos dirigimos hacia el mar negro. Fue un largo y pesado recorrido en autocar. No son muchos los kilómetros que nos separaban pero las curvas y los constantes cambios de autocar hicieron de esa jornada un día interminable. De Barhal llegamos a Yusufeli en furgoneta a través de una pista forestal sin asfaltar con vistas precipicios suculentos, en Yusufeli tomamos un autocar que nos dejó en Erzurum. Ahí comimos y esperamos el siguiente autocar –mini- que nos llevó por carreteras serpenteantes hasta la costa del mar negro y de ahí finalmente hasta Trazbon. El último autocar estaba a tope de gente y más de un vomito nos acompañó con su dulce olor durante el trayecto.

La costa del mar negro es una sorprendente procesión de terrazas con plantaciones de té que llegan a besar el mar. Es una delicia de región muy lluviosa para contraste con el árido paisaje interior de Turquía.

Llegamos a Trabzon y nos dirigimos a un hostal para cristianos. Por lo visto, la guía anunciaba el lugar como el más barato de la ciudad y, como nos daba enteramente igual la creencia de sus amos, hacia allí nos dirigimos. Al llegar a la puerta no encontramos ningún tipo de señal pero de todas maneras llamamos al timbre. Nos atendió un sacerdote que nos explicó que el hostal había cerrado para dejar paso a gente sin casa o con pocos recursos. El hombre, gentilmente, nos acompañó hacia el centro de la ciudad y nos indicó un hostal a buen precio. Incluso nos acompañó y nos ayudó a regatear con el chico de la recepción. Finalmente nos quedamos con una doble con baño por 10 euros. Sin duda, uno de los mejores tratos que encontramos en toda Turquía.
Teníamos el hotel en la misma Meydan: la plaza principal del pueblo desde donde las arterias principales de la ciudad se diseminan a su alrededor. Nos sorprendió el estilo europeo de la ciudad. Un montón de gente de compras, muchos bares con cervezas y un multi-culturalismo bastante notable teniendo en cuenta que nos hallamos en un país musulmán.

La razón se encuentra en las migraciones rusas y georgianas cuando la guerra fría terminó. Ellos trajeron el pelo rubio y los ojos azules que tanto sorprenden encontrar en Turquía. Muchas chicas venidas de países soviéticos se dedicaron a la prostitución y hoy en día, de manera despectiva, a las prostitutas se les llama Nathasa (cosas que se le quedan a uno tras leer la Lonely Planet).

Estuvimos un par de días enteros por la ciudad. Durante el primer día nos lo tomamos tranquilamente visitando las calles principales y tomando alguna cervecita, ¡hacía tiempo que no veíamos una!

Durante el segundo día fuimos a visitar la Hagia Sophia, una preciosa iglesia bizantina con un bello jardín a su alrededor y poco más. Queríamos subir al castillo pero por lo visto se halla en zona militar y el paso está restringido. Así que nos metimos por las calles comerciales y el bazaar de la ciudad a pasar el rato entre compras y algún té para descansar las piernas.

Una buena recomendación en vuestra visita a Trabzon se trata de subirse al parque Boztepe, se halla en una de las colinas que circunda Trabzon y desde ella se tienen fenomenales vistas aéreas de la ciudad.

Queríamos ir al monasterio de Sumela, un impresionante monasterio encaramado en la roca a unos kilómetros al interior de Trabzon, pero los días se nos terminaban y tuvimos que empezar a preparar la vuelta a Estambul.

Al día siguiente partíamos en un larguísimo trayecto en autocar -ni más ni menos que catorce horas- que nos llevó de vuelta a Estambul. El vuelo salía a las 5 de la mañana y decidimos no concertar un hostal. Así que anduvimos como zoombies por esta enorme ciudad. Verdaderamente, la ciudad se merecía una despedida mejor que no una par de seres destrozados después de una buena tunda de autocar dando vueltas durante horas por sus interminables callejuelas. Pero bueno, al fin y al cabo, siempre es buena una excusa para volver a la mágica Constantinopla.

Imágenes, Yumi

Iberia Express
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