Llegamos a Pula provinientes de Trieste con el bus – 15 euros por trayecto- tras 3 horas de viaje atravesando parte de Eslovenia.
La ciudad de Pula -de unos 69.000 habitantes- ha sido el centro económico y político de la región de Istria desde los tiempos del Imperio Romano. Posee un clima cálido, naturaleza apenas perturbada por la mano del hombre y una riqueza arquitectónica e histórica envidiables como resultado de las numerosas ocupaciones de la que fue víctima durante siglos. Los romanos, la poderosísima República de Venecia – La Serenissima que gobernó la ciudad por durante más de 400 años- y el Imperio austro-húngaro, entre otros, han ido dejando su particular huella en la ciudad.
Una de los atractivos de Pula es que todos sus tesoros arquitectónicos se encuentran concentrados en la zona peatonal de la ciudad.
Nosotros escogimos Pola -en italiano- como base de operaciones sobre otras candidatas como Rovinj o Porec, y sin duda acertamos.
A pesar de ser turística no llegas nunca a sentir el exceso o turismo rococó que sientes en Rovinj, donde cada bajo de las casas del centro de la ciudad ha sido convertido en una tienda de souvenirs, ropa o restaurante de pizza de mala calidad. Pula es mucho más auténtica. Aquí puedes respirar el paso de los años, imaginar a los legionarios romanos patrullando las calles cercanas al Arena o los venecianos comerciando o preparando sus barcos de guerra en el puerto. Además, hay locales, no una plaga de turistas ávidos por comprarse imanes de nevera o camisetas de Yo -sí, Yo, chavales- he estado en Croacia.
Al concentrarse todo en una zona tan reducida, se puede realizar la visita de la ciudad en un sólo día y sin apurarse demasiado.
Salimos por la mañana directos a la joya de la corona: el Arena de Pula. Es el sexto coliseo más grande de Europa que aún se conserva de tiempos del Imperio Romano. Está muy bien conservado y en su interior aún se realizan conciertos en época estival. La entrada tan sólo cuesta unos 5 Euros -40 Kunas, moneda croata- e incluye un zapatófono desde el que una voz sensual – de mujer, lo siento chicas- te va contando la historia del Arena. Los comentarios sobre la vida de los gladiadores -incluyendo una mención al gran Espartaco, que estoy seguro fue un antepasado de Kirk Douglas-, la vida en tiempos romanos y los intentos de robo y contrabando de sus piedras en tiempos venecianos me resultaron realmente interesantes. Es sorprendente el extraordinario desarrollo, a todos los niveles, que incorporó Roma a la Europa de la época.
Otro emblema romano es el Templo de Augusto construído en el siglo I y situado en la placita del ayuntamiento y la oficina de turismo.
Las puertas de Gemini y la de Hércules y el Arco de los Sergios -Sergi, ésta va por tí aunque la historia diga que fue erigido en honor a un tribuno romano…mienten- guardan el centro de la ciudad desde los siglos I y II.
Para los que gustan de visitar iglesias encontrarán la capilla de Santa María Formosa -construída en el siglo VI por los Bizantinos-, la Iglesia de San Francisco -del Románic otardío- y la Catedral de la Asunción de la Bendita Vírgen María, erigida en el siglo VI en el lugar donde los cristianos solían congregarse para rezar en tiempos de los romanos. La catedral fue después destruída por los saqueos genoveses y venecianos para ser reconstruida con estilo renacentista.
Subimos una pequeña pendiente desde la plaza de la catedral para acercarnos al museo de historia de Istria, que se encuentra emplazado en el interior de una fortaleza construída por los venecianos que corona la ciudad. Rodeando la fortaleza se accede al antiguo teatro romano -muy descuidado- y de aquí al museo arqueológico de Istria, del que puedes salir por la puerta de Gemini.
Sin duda una ciudad ideal para los amantes de la historia. A nosotros nos encantó. ¡Espero que a vosotros también!