
Tras visitar el templo de Thanjavur en el estado de Tamil Nadu en el sur de la India, bien pronto por la mañana -con el objetivo de evitar los más de 45 grados en mayo en esta húmeda región-, me dirigí a la estación de autobuses de Thanjavur tras zamparme una dosa de rigor y me subí al primero que se dirigía a Kumbakonam. 22 rupias para un trayecto de una hora entre poblados de cabañas y también alguna plantación de arroz entre la espesa vegetación de palmeras y árboles tropicales.
Cuanto más al interior del país uno se adentra, más absurdo se hace el arte de regatear. Habitualmente los rickshaws que se encuentran en las estaciones suelen acabar cobrando más que los rickshaws que encuentras en el centro. Simplemente, el precio de partida que anuncian suele ser bastante más alto. En Kumbakonam me pidieron de inicio 20 rupias y, con un precio tan irrisorio, ni tan siquiera me forcé al tentativo «pues que sean 10…»
La región de Kumbakonam ha sido habitada desde el siglo III antes de Cristo. Durante esa época se levantaba el poderoso reinado de Chola y esta localidad siempre fue un punto de referencia militar y religioso en la región de Tamil Nadu.
En Kumbakonam y sus alrededores existen casi 200 templos, a pesar de su recido tamaño, y por esta razón se la conoce como la Ciudad de los Templos. Si no eres un hinduista profeso con tal que vistes tres o cuatro ya tienes suficiente y tras la visita puedes seguir tu trayecto por Tamil Nadu como yo hice. Escogí los siguentes: Nagesvara Swami, Sarangapani, Kumbersvara y Ramasvami.
Agarré un mapa y observé la posición de los diferentes templos y la estación de autobuses. Una vez lo tenía estudiado, pedí a un rickshaw que me dejara en el templo más al oeste de todos para así seguir el trayecto en dirección a la estación de autobuses -mi destino final en la ciudad- mientras visitaba los demás templos que se diseminan por el interior de Kumbakonam.

Como es de costumbre en esta escapada por Tamil Nadu, no vi a un sólo extranjero y apenas nadie vino a atosigarme con sus artes persuasivas para venderme alguna cosa o proponerse como guía.
De los tres que visité el que más me sorprendió fue el templo de Kumbersvara. Está dedicado a Shiva y las columnas oscuras en su interior tienen esculturas de animales con gravados de excelente calidad.
En todos los templos que visité en Kumbakonam pude llegar hasta al santuario sin que nadie me dijera nada, ofreciendo un donativo -por supuesto- cuando te uncen la frente.

El pueblo es tranquilo -teniendo en cuenta los standares en Tamil Nadu- y bien se merecía una noche de descanso pero prefería aprovechar el tiempo y dirigirme al siguiente destino para finalizar la jornada: Chidambaram.